Asi nació el Balneario Municipal
La
Costanera Sur fue creada en 1918 como
Balneario Municipal.
Nació de la obra de varios urbanistas y
arquitectos que empezaron a trabajar en 1922, bajo las órdenes del
intendente Carlos M. Noel.
En la segunda
década de este siglo, y bajo la intendencia de Joaquín Llambías, se decidió
emplazar un paseo costanero que configurara un nuevo balcón de la alejada ciudad
hacia su río. Nació así la Avenida Costanera Sur que fue proyectada hacia 1916,
inaugurada en 1918 y ampliada en 1925 y que constituyó durante décadas uno de
los paseos obligados de los porteños. Se le pidió a Llambías el diseño de una
avenida costanera y un balneario Municipal.
Las instalaciones se
fueron deteriorando, muchas confiterías fueron demolidas y poco a poco
comenzaron a aparecer carteles que prohibían el baño debido a la contaminación
del río. A comienzos de la década del ’70 un nuevo proyecto se sumó a los ya
existentes en la zona norte para “ganar” tierras al río frente al antiguo
Balneario Costanera Sur. El relleno comenzó en 1978, empleando un sistema
similar al de los polders holandeses; se construyeron terraplenes perimetrales
con escombros de las demoliciones realizadas para abrir el trazado de las
autopistas urbanas. El agua que quedó encerrada fue desagotada parcialmente a
medida que el área fue rellenándose con sedimento extraído en el dragado del Río
de La Plata. El Proyecto inicial, que incluía la creación de áreas verdes y la
construcción de un “Centro Administrativo de la Ciudad” fue finalmente
desestimado, aunque los trabajos de relleno y descarga de escombros continuaron
en forma discontinua hasta 1984, cuando se suspendieron definitivamente.
Diversos vehículos y
carruajes fueron utilizados por las damas que lucían largos vestidos y elegantes
sombreros; un sinnúmero de caballeros con sus mejores trajes, rancho, bombín o
galera, se dirigieron a las nuevas instalaciones del paseo. Después del mediodía
un fuerte chaparrón cayó sobre la ciudad aunque esta copiosa lluvia no intimidó
a los entusiasma- dos concurrentes que se mantuvieron en su lugar disfrutando
del acontecimiento.
El acto inaugural se inició a las 6 de la tarde con la presencia del Intendente
Joaquín Llambías, el Secretario de Obras Públicas, Ingeniero José Quartino,
funcionarios nacionales y locales y Monseñor Alberti bendijo las instalaciones.
La Banda Municipal ejecutó el Himno Nacional ante la abigarrada concurrencia que
siguió atentamente los festejos.
En las semanas sucesivas una multitud de porteños se acercó al lugar,
convirtiéndose el Balneario de la Costanera sur en uno de los paseos obligados
durante el verano.
El río de la Plata antes llegaba hasta el sector
de donde hoy es la avenida Leandro N. Alem . El balneario que tuvo su auge
entre los años veinte y cincuenta
se situaba
donde hoy se ubica la reserva. En
sus comienzos, bajo las frondosas glorietas de la Costanera se desarrolló este
lujoso balneario que fue el preferido de los porteños y que años más tarde tuvo
que ser cerrado debido a la terrible contaminación que sufrían las aguas del Río de la
Plata.
La edificación
medio confusa llegando a la fuente de LOLA MORA
es el Teatro Griego o anfiteatro de la
Costanera Sur de 1940-
Teatro Griego de la
Costanera Sur de 1940 -con capacidad para 2.500 personas-
Estaba frente
de la estatua de Las Nereidas, de Lola Mora.
haga click en la imagen para ampliar -FOTOS
PANORÁMICAS
Costanera
sur año 1938-.
En el extremo Sur de la Costanera se encuentra "La fuente de las Nereidas"
(posee un circulo rojo) que es obra de la escultura Lola Mora (1867)
de nacionalidad Argentina, que representa a la diosa Venus, sostenida por
dos nereidas de mármol de Carrara. Esculpida en Italia y fue donada por la artista al estado argentino. Embarcada
en Génova, en el vapor “Toscana”, la fuente llegó a Buenos Aires en septiembre de
1902.
Benito
Carrasco proyecta la transformación de ese sector que se encontraba en un estado
calamitoso. En 1918 las obras estaban terminadas.
En pleno 1918 hacia la ribera del Plata se dirigían filas de coches de plaza y
automóviles descapotados, los que al llegar circulaban por la playa. Señoras de
largos vestidos y caballeros de formal atuendo, se descalzaban y caminaban, zapatos en mano,
por la vera del río frente al
Balneario Municipal.
Año 1918-
La fotografía pertenece al espigón
del balneario. Allí se destaca la fuente de los angelitos, francesa de la Casa Du Val D'Osne de
Paris de la
segunda mitad del siglo pasado que hoy día fue trasladada a Av de Mayo y Lima.
Una parte de esta fuente estuvo frente a la
casa rosada donde hoy se levanta en plaza Colón
el monumento a Colón.
Fue una de las
35 fuentes adquiridas para los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo,
en 1910, y que fueron repartidas por casi todas las provincias argentinas como
las fuentes que
hoy se encuentran en
Av.
Córdoba y Carlos Pellegrini, y la otra sobre Av.
Córdoba y Cerrito.
El Paseo
de la Ribera –como se llamó en un principio– fue un digno exponente de la “belle
époque”, con sus ramblas, pérgolas, teatro griego, confiterías, restaurantes,
parque de diversiones, esculturas, farolas y un gran palomar. Conoció su
esplendor en la década del 30. La rivera fue embellecida con canchas de tenis,
gimnasios, vestuarios y esculturas. El paseo ofrecía un panorama magnífico: en
torno al espigón, con escalinatas que bajaban hasta el río, se ubicaron jardines
en forma de canteros con plantas y flores como los de los principales palacios
europeos. Las tipas y acacias plantadas brindaban reparadora sombra a los
paseantes a lo largo de la rambla y la ribera; farolas y maceteros de bronce con
flores que brindaban un singular colorido al lugar.
En los años 30 el Balneario tuvo su mayor esplendor en aquellos tiempos donde la
gente iba bien vestida y se agolpaba para el ingreso al agua.
La gente antes no tomaba sol: en ese entonces, la blancura de la piel era un
parámetro de belleza. A fines de la década del 50, el Balneario decayó debido a
la contaminación creciente.
La Avenida Costanera, uno de los lugares más concurridos por los
porteños, disponiéndose un Espigón con casillas como
vestuarios para bañistas individuales. Este legendario lugar contaba con una gradería sobre el río y un espigón con
las casillas para bañistas donde las familias se refrescaban y podían merendar
en las antiguas confiterías que rodeaban la costa.
El horario del balneario era también estricto: de 6 a 11 hs y de 15 a 19 hs, con la
idea de "prevenir tentaciones de la concurrencia nocturna". En la
década del 20 fue un lugar de moda y encuentros populares en la
Rambla los porteños bailando tango y foxtrot con entusiasmo y alegría,
teniendo el cielo como techo.
Se la
diseñó como un bulevar de unos 3 km. de longitud, separado del río con un borde
formado por una ancha vereda desde donde se accedía a otra en nivel más bajo que
a su vez bajaba hacia el agua a través frente continuo de escalinatas. El
bulevar tenía dos calzadas separadas por jardines arbolados y ornamentados por
esculturas. El proyecto original fue de los ingenieros Benito Carrasco y José
Quartino, interviniendo los afamados paisajistas Jean Claude Forestier y Carlos
Thays. El bulevar, que se dividía en tramos de diversos nombres se comunicaba
con el centro de la ciudad a través de la calle Viamonte y las Avenidas Belgrano
y Brasil que atravesaban los diques del puerto, creando las dos últimas arterias
nudos de distribución valorizados de distintas maneras.
Una ordenanza policial sancionaba con multa "al
individuo que no entre al río a bañarse con un traje bastante cubierto de la
cintura abajo a cualquier hora que sea",
prohibido el torso desnudo. Las mujeres
de la mejor clase
se bañan con vestidos sueltos bajo los cuales ‑antes de entrar al agua‑ se
despojan de sus trajes de calle que dejan a cargo de una
acompañante a su servicio". Las
ordenanzas policiales prohibían
los baños mixtos,
pero
en la realidad esas reglas nunca fueron respetadas. Se
había ordenado que
Hombres y mujeres se bañarian
espigón de por medio; los hombres (lado sur) y las mujeres (lado norte).
En el
Balneario, para comodidad de los bañistas, se dispusieron casillas con duchas y casilleros
individuales. El reglamento, dado por el intendente Carlos
M. Noel en 1923, establecía la obligatoriedad del uso de trajes de baño, de
malla (mamelucos) o pantalón y saco, debiendo encontrarse las prendas en buen
estado; estaba prohibido el uso de calzoncillos comunes o de punto para los
baños; los bañistas debían proveerse de toalla y sólo podían permanecer media
hora en el agua.
En un lapso las mallas eran de
lana, todas cerradas, se morían de calor. Después salieron unas de material
elástico, que tenían cinturón, la pierna bien baja y media pollerita.
Se prohibía el uso de
anteojos de teatro u otro objeto como largavistas asi como situarse en la orilla
como espectador cuando se bañaban las damas.
La
guerra produjo cambios demasiado notables. La ropa femenina en los años 20 se simplifica
porque al haber llamado los hombres al frente para la gran Guerra, las mujeres
ocuparon sus lugares de trabajo. Aunque eso sucedió en Europa, los grandes
cambios fueron por todo el mundo propagándose. Se evoluciona también en el
peinado apareciendo en primer lugar la melena entre los años 22 y 23. El cine
fue el promotor de dicha moda. Había quedado desplazado el pelo largo y el rodete. En
los años de la guerra, los tobillos comenzaron a mostrarse tímidamente. Atrás
habían quedado las cinturas de avispa y las siluetas de curvas opulentas. Los
trajes de baño mostraban parte del muslo en mujeres y hombres, pero fuera del
agua era de rigor taparse con la salida de baño. Poco después aparecieron los
pijamas en las playas como en los balnearios europeos.
Pero en
1938 la pollera sube hasta las rodillas. La mujer adopta el impermeable y deja
la capa. En tanto que el uso del pantalón se limitaba al pijama y a
partir de 1935 se utilizaba en la playa.
El terreno fue ganado
al río y se lo rellenó con material de demolición proveniente del trazado de las
autopistas.
A pie, en auto o en tranvía,
miles de porteños se acercaban al lugar en busca de aire fresco en las tardes de
verano, o para bañarse en el río.
Las esculturas que asoman fueron realizadas por
el
escultor francés Marthurín Moreau (1822-1912)y compradas durante la presidencia
de Torcuato de Alvear. Estas esculturas hoy se encuentran en la antigua Confitería Munich. Lo
conforman un Atlante joven con barba corta, semidesnudo
con un manto en uno de sus brazos y dos Cariátides, una vestida y una
semidesnuda.
Cada
una de estas figuras está acompañada por un par de Céfiros que representan a los
dioses de los vientos.
Se observan a la derecha las esculturas.
También se
diseñaron varias canchas de tenis,
un
gimnasio ideal para niños y una cancha de fútbol.
En el
área
se instaló
un parque de
diversiones.
La zona de
Cervecerías y restaurantes
Costanera de antaño, donde, la
Cervecería Munich,
símbolo de una Argentina irrepetible, pasó a ser el centro de reunión de los
personajes más elegantes y sofisticados de la época, tal como Hipólito Yrigoyen,
Leopoldo Lugones, Alfredo Palacios, Alfonsina Storni, Belisario Roldán, y otros.
La
Cervecería Munich
–
es HOY actual sede del Centro de Museos de Buenos Aires-, construida por el
arquitecto húngaro Andrés Kalnay en 1927, es el único testimonio edilicio de la
intensa vida social que alguna vez tuvo la Costanera Sur.
En la zona
rivereña también se instalaron en un principio precarias cervecerías, despacho
de helados y refrescos, algunos quioscos. Aparecieron otros lugares como " La
rambla", "El nido", "La perla" y "La pilsen". Los quioscos fueron “La
Alameda” y “Punch de Naranja” (también demolido) y en la esquina de Avenida de
los Italianos y la Avenida Belgrano levantó el “Chalet de la Cruz Roja”,
actualmente devenido en sinagoga. Hubo señoriales confiterías como
Munich
,
y Brisas del Plata.
El
balneario se convirtió en uno de los paseos preferidos de la ciudad, no sólo
durante el día, sino también por la noche, gracias a los espectáculos de música
y variedades ofrecidos en las confiterías.
Diariamente
las cervecerías y confiterías ofrecían numerosos espectáculos y se invitaba a
los paseantes a ocupar las mesas y sillas metálicas para disfrutar de una
refrescante cerveza acompañada de sandwichs de miga. Para los niños tenían la
naranjina o leche chocolatada.
Importantes
personajes del teatro y revistas porteñas debutaron en ellas. Tales como
Pepitito Marrone, Gogó Andreu, El Chúcaro y la Dolores, Marianito Mores, fueron
los nombres más famosos de la época.
Foto de la
confitería:
Brisas del Plata
( abierta en 1928), del arquitecto
Andres Kálnay.
La antigua Munich en tierras ganadas al rio, fue en su momento el centro
de reunión más lujoso de la Costanera Sur
durante las
décadas del '50, '60 y parte del '70,
y es uno de los edificios
más singulares de Buenos Aires. La nobleza de su diseño y sus valores
espaciales, estéticos y ornamentales lo convirtieron en un hito del patrimonio
arquitectónico porteño. Eran tiempos de riqueza y abundancia, con un horizonte
de prosperidad que parecía no tener fin. Al mismo tiempo, Buenos Aires crecía a
pasos agigantados, impulsada por las masas de inmigrantes y la democracia
popular: para 1929 la ciudad había triplicado la superficie construida desde
1920.
A instancias de un pedido hecho en 1924 -hace 80
años- por inmigrantes alemanes ante el entonces intendente Carlos Noel para
poder contar con una buena "tienda de cerveza", de las que eran características
en su tierra, se llamó a licitación, que ganó Andres Kálnay, para iniciar la
construcción de la Munich a mediados de 1927 y entregándola para su inauguración
en tiempo récord, el 21 de diciembre de ese año. El primer dueño fue el catalán
Ricardo Banús.
quiosco “La Alameda”
Hubo otras cervecerías como: Cervecería Don Juan de Garay
(DEMOLIDA),
del arquitecto
Andres Kálnay.
Décadas más tarde, todas cerraron y quedaron abandonadas, algunas fueron
demolidas, otra fue reciclada como salón para eventos . Foto
Cervecería Don Juan de Garay.
Cervecería
Don Juan de Garay
(DEMOLIDA)
Confitería La Perla
del arquitecto
Andres Kálnay
con su estructura totalmente en
ruinas.
Confitería La Perla HOY-
Año Inauguración: 1930. Hacia 1916 se construyó la Avenida Costanera y el
Balneario Municipal. Las tareas, supervisadas por el ing. José Nicolás Quartino,
estuvieron a cargo del ing. Humberto Padula, y el ing.Benito Carrasco, quien
diseñó los jardines y la forestación. El primer tramo, (entre Bvd.A. Villaflor y
av. Elvira Rawson de Dellepiane) se inauguró en 1921. Se trazó la Av. Tristán
Achával Rodriguez. El Paseo quedó finalizado en 1925 por Jean Claude Forestier.
En esta área verde aparecieron kioscos improvisados, hasta que en 1930, se
construyeron edificios gastronómicos de categoría, del arquitecto húngaro Andrés
Kálnay, a quien se le adjudica la autoría de la confitería "La Perla". En 1994
se llama a concurso para las "Nuevas Áreas Verdes para Puerto Madero y la
revitalización y Puesta en Valor de la Costanera Sur", en una superficie de 17
ha. de parques. El proyecto ganador (Arqs. E. Cajide, Alfredo Garay y otros)
propuso la total restauración de la Costanera Sur, conservando las farolas
originales y recreando los desniveles naturales de los parques de la Ciudad de
Bs. As., generando diversos espacios con diferentes alternativas recreativas. El
proyecto incluyó la parquización de los bulevares con especies autóctonas.
IMPORTANTE
En
1901
Lola Mora
(1867) Argentina,
Tucumana, ofreció a la ciudad de Buenos Aires una fuente artística, por la que
no cobraría honorarios, para mostrar los frutos de un aprendizaje que su país
había financiado cuando se traslado a Italia para perfeccionarse.
El intendente
Adolfo Bullrich aceptó la oferta, y hasta prometió el emplazamiento de la obra
en la Plaza de Mayo, tal vez convencido de que una mujer jamás sería capaz de
esculpir semejante monumento, y que la fuente ofrecida nunca dejaría de ser sólo
un boceto.
Lola Mora trabajó tenazmente en su casa-atelier de Roma durante un año, montada
en caballetes o escaleras, cantando vidalas al ritmo de los golpes de cincel y
restándole horas al sueño. Era famosa la distinción de sus vestidos de encaje y
sus elegantes sombreros en las reuniones sociales; pero para trabajar vestía
amplios pantalones, blusas de seda cruda, pañuelo bordado al cuello y una boina
que apenas lograba retener su indomable cabellera negra, por la que su amigo
poeta Gabriel D’Annunzio la bautizó como “la argentinita de los cabellos
peinados por el viento”.
1903:
Se inaugura la famosa Fuente de Lola Mora : "La Fuente de las Nereidas" en la
actual Av. Leandro N. Alem, en
Buenos Aires (En aquel tiempo era el "Paseo de Julio"), donde hoy se
encuentra "El parque Colón".
Fuente de las Nereidas realizada en Roma en 1902 quien la donó a la
Municipalidad de Buenos Aires al principio destinada a estar en la plaza de
Mayo, se la emplazó finalmente en la esquina de Av. Leandro Alem y Tte. Gral.
J.D. Perón, por temor al escándalo de tales desnudos frente a la catedral.
Aun así, el conjunto escultórico hirió el pudor de la época a tal punto, que la
fuente fue trasladada en 1918 al sitio actual, lugar bastante menos conspicuo
que el anterior en la intersección del Boulevard de los Italianos y Av. España.
En 1918,
durante la intendencia del Dr. Joaquín Llambías, la fuente fue trasladada al
recientemente inaugurado Balneario de la Costanera Sur, realzando la elegancia
del romántico paseo. Fue la propia Lola Mora quien dirigió el traslado y
reemplazamiento de su obra, haciéndose cargo personalmente de los costos.
Se dice que
Lola fue
amante del presidente Roca.
Instaló un atelier provisorio en el edificio del Congreso Nacional situado en la
cúpula nada menos cuando el Congreso Nacional se hallaba en obras.
La fuente –realizada en mármol de Carrara– representa el nacimiento de la diosa
Venus. Dentro de una gran valva marina, tres caballos alados briosos son
sujetados por tres tritones. En el centro, sobre un basamento de piedra, las dos
nereidas que dan nombre a la obra sostienen otra valva, de la que surge triunfal
Venus, diosa latina del amor y la belleza. Su composición piramidal y simetría
le dan equilibrio, sus múltiples líneas curvas le aportan sensualidad, y el
movimiento espiralado del cuerpo de las sirenas obliga al espectador a rodear la
obra para apreciarla en su conjunto, buscando un frente que no tiene.
Primeramente
estuvo destinada a estar en la plaza de Mayo, pero por temor al escándalo de
tales desnudos frente a la catedral se la emplazó en la esquina de
Av. Leandro Alem y Tte. Gral. J.D. Perón (En aquel tiempo era el "Paseo de
Julio"),
donde hoy se encuentra "El parque
Colón".
La polémica desatada por las figuras desnudas obligaron a trasladarla a su
sitio actual en 1918. Sufrió con el transcurso de los años varios daños.
Hoy la fuente esta protegida con cristal a su alrededor y aunque hubo intentos
de traslado nuevamente no se logró por temor a que se parta esta magnifica obra.
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