TEATRO

 

OPERA

 

Arcón de Buenos Aires

 

 

 

 

TEATRO OPERA

 

Demolido

 

Ubicado sobre la calle Corrientes entre Esmeralda y Suipacha, en el mismo terreno en donde se encuentra el actual edificio homónimo. Esta sala, originalmente, nació en 1872 como Teatro de la Opera, destinado a las actividades del arte lírico, la comedia y el drama.

 

 Junto a los teatros Astral, Broadway, Tabaris, Maipo, Nacional, Liceo y Metro integra un importante circuito artístico de la noche porteña. El Opera actual es el tercer teatro que ocupa el solar de Corrientes 860: el primero, en 1872, con luz de gas; el segundo, una remodelación, tras un incendio, en 1929, tenía forma de herradura como los teatros líricos.

 

Cuando en el año 1935 se realizó el ensanche de la avenida Corrientes el teatro fue demolido. Antiguamente en el mismo predio se encontraba la caballeriza de Vicente Collin que levantó el primero de los teatros Opera. El nuevo edificio del Teatro Ópera, situado en el mismo predio fue inaugurado en 1872.

   

 

 

 

La historia de este teatro comienza en 1870 cuando Antonio Pestalardo, tuvo la idea de crear un nuevo teatro en ese solar de la avenida Corrientes en la era en que la ciudad se estaba llenando de salas teatrales. Un 25 de mayo de 1872 fue inaugurado, dedicándose en un principio a la lírica. Estuvo diseñado por el arquitecto belga Jules Dormal, quien años después terminaría las obras del actual Teatro Colón (1888-1908).

 

 

 

 Se ubicaba en la calle Corrientes entre Esmeralda y Suipacha. Al concluirse los trabajos al año siguiente se inauguró la sala con la ópera "El trovador". Durante sus años de esplendor actuaron en la sala prestigiosos cantantes como Enrico Caruso (el máximo tenor de comienzos de siglo) y Titta Ruffo. El terreno pertenecía a la familia Cano tanto que desde su casa vecina entraban directamente al palco.

 

En 1889 el edificio tuvo una remodelación total, financiada por su nuevo propietario Don Roberto Cano; y Rufino Varela instaló en el nuevo edificio una usina eléctrica que le permitió autoabastecerse, todo un privilegio en la Buenos Aires de ese fin de siglo.

 

En su escenario se presentaron Edith Piaf, Josephine Baker, Ava Gardner, Les Folies Bergère y el Lido de París, entre otras tantas celebridades.

 

Edith Piaf

 

Ava Gardner

 

Josephine Baker

 

 

A principios de este siglo nuevas salas como el teatro Coliseo y el teatro Colón pasaron a ocupar su lugar y el teatro Opera quedó reservado para géneros más frívolos.

 

Después de unos años el solar fue adquirido por Clemente Lococo (fundador de la productora cinematográfica E.F.A.) quien decidió edificar una sala para todo tipo de espectáculos teatrales, musicales y cinematográficos. Clemente Lococo fue un empresario cinematográfico y teatral que nació en Catanzaro, Calabria, Italia en 1893 y falleció en 1980 en Buenos Aires, donde había residido la mayor parte de su vida. Uno de sus emprendimientos fue el Teatro Ópera, que mandó construir e inauguró en 1936.

 

LOCOCO se lo compra a un señor Cucullo, que lo había adquirido de don Roberto Cano, que vivía sobre la calle Suipacha y que llegaba por un túnel desde su casa a su palco en el teatro.

 

El nuevo edificio se construyó bajo la dirección del arquitecto belga Alberto Bourdon y al concluirse contó con capacidad para 2500 espectadores. La sala contaba, en sus orígenes, con un escenario apto para diferentes espectáculos, una gran pantalla de cine, y los últimos adelantos técnicos..

 

Se conservan actualmente los antiguos espejos biselados que ornaban los camarines sobre esa ala, reubicados en el segundo y tercer piso del edificio actual.

En los camarines de ahora se guardan paneles venecianos del teatro demolido, y la araña principal pende desde aquellos años en la basílica de Luján.

El terreno, de 30 por 60 metros, y el edificio actual del Opera costaron un millón de pesos, más o menos, en 1935. Los candelabros de 25 luces de la entrada se hallan hoy en la porteña iglesia del Carmen. Se depositaron allí como ofrenda por haberse salvado los chicos Lococo de una pérdida de gas.

 

En el momento de adquirir el Opera, los Lococo habitaban un palacete de tres pisos, con mirador, jardines, pérgolas y fuentes, que don Clemente hizo construir en 3 de Febrero 1453, barrio de Belgrano.

 

Florencio Parravicini y Mecha Ortiz fueron los últimos sobre el escenario del viejo Opera, que explotaba Enrique Muzio.

 

La decisión de ensanchar la calle Corrientes determinó su demolición.

 

 

El primer Teatro de la Ópera (1872)

 

 

Esta primer foto muestra el Primer Teatro Ópera (1872) en la calle Lavalle, administrado por Pestalardo, fue proyectado por el arquitecto Emile Landois. Vista del Almacén Nueva Ópera. El teatro tenía una fachada italianizante que se retiraba con respecto a la línea municipal, generando un pequeño atrio sin marquesina, adornado por faroles de hierro y con cinco portones de madera que conducían al foyer.

 

Era un frente sencillo, que se destacaba apenas por las cuatro columnas corintias que sostenían un frontis rematando el edificio.

Según varias versiones, el Teatro Ópera de Pestalardo fue construido utilizando los planos que Landois había realizado en 1855 como un proyecto para el Teatro Colón que finalmente no fue concretado.

 

 

 

 

 

 

 Remodelación

 

Cuando Roberto Cano se hizo cargo del Ópera, encargó la remodelación total al prestigioso arquitecto belga Jules Dormal (autor del Parque 3 de Febrero y colaborador en el actual Teatro Colón), quien realizó una nueva fachada que desechó el atrio del edificio original, llegando hasta la línea municipal. Se trató de un frente mucho más recargado que el anterior y de estilo Beaux Arts, con molduras muy elaboradas y abundantes texturas trabajadas en columnas y superficies. El remate del edificio incluía una estatua que jerarquizaba la entrada principal.

En el foyer del teatro diseñado por Dormal, continuaba la opulencia con la recargada decoración que se lucía tanto en el elaborado artesonado del cielorraso, como en las molduras y papeles tapices de los muros y los cerámicos de los pisos. Intrincadas arañas de hierro iluminaban todo el vestíbulo, que poseía numerosas sillas de madera individuales con pana roja, en juego con los cortinados en todas las aberturas. La sala era un característico teatro a la italiana, con cinco bandejas de palcos, una inmensa araña de luz y una cúpula adornada con un mural alegórico.

 

 

 

haga click en la imagen para ampliar (fotos panorámicas)

 

 

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Foyer del Teatro Ópera, en la ciudad de Buenos Aires. Fue el primero de la ciudad que contó con iluminación a gas, una excepción para la época. Entre los trabajos de yesería se destacan las cornisas y ornamentos, junto a la enorme cúpula de la platea. Los mármoles de Bélgica, Africa y nacionales que revisten el hall de la planta baja, el primer piso y las dos escaleras principales de 4,60 m de ancho se suman a las fuentes macizas de mármol negro y a los detalles de la boletería y la sala, para crear un ambiente de lujo inusual para la época de su inauguración.

 

 

Interior de la sala del teatro Ópera. Se ve la platea y las filas de palcos. Un lema acompañó al teatro Opera durante toda su historia: Ofrecer los mejores espectáculos en un palacio de ensueño.

 

 

Cuando en el año 1935 se realizó el ensanche de la avenida Corrientes este edificio del teatro fue demolido.

 

 

 El actual Teatro Ópera

 

En 1932 fue demolido para construir en el mismo predio el cine Opera, inaugurado en 1936 y destinado por Clemente Lococo a la exhibición fílmica, pero con la posibilidad de ofrecer ballets, conciertos, comedias musicales y recitales, tarea a la que estuvo abocado en los últimos años. En 1935 el arquitecto belga Alberto Bourdon concibió el actual Teatro Ópera, de característica fachada Art Decó (inspirada en el Cine Le Gran Rex de París), con capacidad para 2.500 personas, escenario apto para diversos espectáculos y una pantalla de cine de grandes dimensiones.

 

 

El Opera se inauguró el 7 de agosto de 1936 con el film "El ensueño del Mississippi", versión del musical "Show Boat", con Irene Dunne y Paul Robeson, dirigida por James Whale. Asistieron todos los porteños que pudieron calzar traje de etiqueta, invitados por las obras de beneficencia de Adelia Harilao de Olmos, que desplazó la organización de la première que había programado Dulce Liberal de Martínez de Hoz, quien no presentó queja alguna. Desde el presidente Agustín P. Justo hasta diputados, senadores, gobernadores y la high society de Buenos Aires estuvieron presentes. El gobernador bonaerense Fresco ocupaba la primera fila del superpullman. Esa noche, dos mil y pico de personas descubrieron una última y permanente maravilla: en el lugar del cielo raso brillan las estrellas y las nubes surcan el espacio entre los espectadores y la eterna ilusión.


 Se procuraba evocar un lugar prestigioso, un patio morisco, un castillo medieval, una plaza italiana, en la noche, bajo un cielo estrellado por el que discurrían, mediante un reflector llamado Brenograph Magic Lantern, las nubes. En torno, las fachadas de edificios del estilo correspondiente, o, como en el caso del Opera, una ciudad fantástica, rigurosamente Art Déco, con balcones cromados y estatuas clásicas. El arco del proscenio fingía un arco-iris, y en escena, antes de proyectarse el film, un organista tocaba Dama española.

 

 

1930- Puede decirse que el gran Cine Teatro Opera nació en una época que no parecía la más promisoria para su éxito. Porque aquella década de los años treinta, que se inició con una tremenda crisis económico financiera de alcance mundial y culminó con el comienzo de la Primera Gran Guerra, tuvo también en nuestro país una resonancia negativa con la revolución militar de 1930.

 

 

1936- En el momento de su inauguración en 1936 este teatro contaba

 con jaulas para los perritos que solían llevar algunas mujeres.

Se sitúa a 200 metros del Obelisco de esa ciudad.

 

 

Tras las interpretaciones de la Gran Orquesta Sinfónica de Radio El Mundo, se exhibieron las producciones cinematográficas “Los tres ositos”, de Walt Disney y “El sueño del Missisipi”, versión de la comedia musical “Show Boat” de Jerome Kern, con Irene Dunne y Paul Robeson. Una semana después, el Opera estrenaba la inolvidable “Tiempos Modernos”, con Charles Chaplin.

 

 

 

La pantalla para proyecciones cinematográficas, era magna;, en los comienzos medía 50 metros cuadrados, pero cuando comenzó el Cinema-Scope se le dieron 112 metros cuadrados de superficie de proyección, es decir, casi el triple. La pantalla era de material plástico y sus costuras invisibles estaban soldadas electrónicamente. El sonido, estereofónico. Por consiguiente todo el equipo y el sistema de proyección era modernísimo. El edificio estaba dotado de calefacción y de refrigeración y como comodidades para el público figuraban la instalación de teléfonos públicos (una novedad para el momento);agua helada y filtrada en surtidores provistos de vasos higiénicos, y una nursery en el subsuelo donde los asistentes podían dejar sus hijos durante la función.

EL TEATRO OPERA ES FAMOSO POR SU TECHO YA QUE OFRECE LA APARIENCIA DE UN CIELO ESTRELLADO CON NUBES QUE CORREN.

 

El gran Charles Chaplín, ocupó la pantalla grande del Ópera. En el foyer del primer piso se dispuso un bar y se destinó el lugar para pinacoteca donde se mostraban obras tanto de la colección de la empresa como de artistas invitados. Un dato a tener en cuenta es que en 1937 Clemente Lococo había formado la productora E.F.A. y de ese sello se estrenó en el Cine Teatro Ópera:;Mi suegra es una fiera; que dirigió Luis Bayón Herrera. Las primeras exhibiciones cinematográficas en la Argentina se dieron en recintos sin pretensiones arquitectónicas.

 

 

 

 

 

 

 

Lamentablemente, a partir de las reformas de 1998, los porteños nunca más pudimos disfrutar de esos viejos escenarios del teatro.

 

El Teatro Ópera cambió de nombre. Ahora se llama Teatro Citi

 

 

 



La carpintería de acceso está retirada de la línea de frente, dando espacio para las boleterías que se ubican en los laterales. Un gran hall de acceso en doble altura antecede a una sala de 2 plantas.


Una gran marquesina inclinada, con cuatro enormes círculos rehundidos en su parte inferior que alojan lámparas de garganta, crea un semicubierto con efecto teatral para recibir a los asistentes. El hall de acceso es un espacio impactante, totalmente visible desde el exterior, en doble altura, con revestimientos de distintos tipos y colores de mármoles en pisos y paredes, y un diseño de ornamentaciones, barandas y luminarias netamente Art Déco. Amplias escaleras laterales conducen a la planta inferior y superior de la sala. La antesala de la planta alta se continúa como un anillo que balconea alrededor del hall principal, diseñado como una sucesión de semicírculos que avanzan hacia el balconeo, motivo que se repite en la lámpara de garganta que ilumina el foyer. El techo original de la sala simulaba un cielo estrellado y con nubes en movimiento y las paredes emulaban la vista nocturna de la ciudad, trabajos que actualmente han sido removidos.


El volumen vertical de la fachada es casi la metáfora de un faro. La planta baja es totalmente vidriada y cubierta por la gran marquesina. El centro de la fachada es de planta semicircular y su exterior está formado por una sucesión de franjas salientes unidas entre si por paños más retrasados que contienen las carpinterías, trabajo que toma toda la altura, dando un marcado efecto de verticalidad; la franja central tiene un trabajo de estrías que se repite en el remate de los laterales. El edificio remata en una torre escalonada retirada de la línea de fachada. A cada lado de la curva de frente, un gran friso vertical contiene una ornamentación en bajorrelieve recubierto de pequeños espejos, con motivos circulares de gran síntesis. La parte superior de este friso está revestida en granito negro que se continúa en los paños laterales del edificio; el resto de la fachada está revestido en revoque blanco.


El teatro Opera es uno de los máximos exponentes del Art Déco porteño.

 

 

 

 


Para 1999 el Ópera fue comprado por una firma extranjera que lo transformó en un escenario que daría lugar a puestas musicales de relieve internacional. La nueva remodelación realizada en 1998 amplió su escenario y potenció el sonido y la iluminación para poder brindar comedias musicales como el musical La Bella y La Bestia; la obra de Disney, reinauguró el teatro. 

 

 

 

 

 

La capacidad se ha reducido de 2500 a 1852 localidades, pero ahora cada una de las butacas dispone de una perfecta visión del escenario. Para lograrlo, se construyeron nuevos pisos en la platea y el pullman, nivelados para mejorar las líneas isópticas en toda la sala. A la vez, se modificó la disposición de las butacas y se colocaron barandas de seguridad. La bella sala del Petit Opera fue reciclada para organizar espectáculos de menor escala, completando así la recuperación total del emblemático teatro.

 

 

 

 

 

En 1921 fueron famosos los bailes de carnaval animados por Francisco Canaro y una Jazz-band. En 1922 Madame Rasimi presentó el conjunto “Ba-Ta-Clan” que constituyó algo como un sacrilegio en el teatro de Roberto Cano. Allí actuó Linda Thelma a quien llamaron “la reina de la canción criolla”. Vestía traje de hombre en sus representaciones. Madame Rasimi la llevó a París para que cantara tangos en el “Moulin Rouge”. Allí triunfó decididamente y sus éxitos se continuaron en Buenos Aires. Conoció una vida de triunfos, halagos y comodidades pero murió pobre en una sala del Hospital Rawson, en 1939.

 

Por el Teatro Ópera pasaron figuras del drama y la revista como Sarah Bernhardt, Hermete Zacconi y la Mistinguette, con su voz desgarrada y sus bellísimas piernas, cantando Mon homme. También actuaron Discépolo, Tania.

 

A lo largo de más de cincuenta años de vida desfilaron por este edificio las figuras más importantes de diversos géneros teatrales, desde Josephine Baker a Edith Piaf y Marlene Dietrich, desde Ella Fitzgerald a Louis Amstrong. Estuvieron los conjuntos más renombrados y allí bailaron Tamara Toumanova y Dore Hayer y se presentaron los integrantes del ballets Etoiles de Paris, Ballet Theatre de Nueva York o del Teatro Bolshoi de Moscú, actuaron Ava Gadner, el Folies Berge; y el Lido de París. Se estrenaron en el país las producciones cinematográficas más famosas y se encontró presente el cine nacional en una instancia en que este dominaba el mercado de habla hispana y constituía parte principal de las actividades recreativas del gran público argentino. En 1999 el Ópera fue adquirido por la firma CIE;R & P S.A. para ser transformado en el primer escenario local apto para albergar a las grandes producciones de Broadway.

 

En 2010 el Banco Citi compró por 3 años los derechos del Teatro Ópera, y llevó adelante trabajos de restauración de fachada, interiores y una nueva iluminación. A cambio, impuso el nombre Teatro Citi al edificio, hecho que despertó el rechazo no solo de gran cantidad de vecinos, sino de columnistas de diarios locales y fundaciones civiles.  El cambio de nombre fue considerado una operación ilegal, puesto que el edificio está protegido por las leyes 1227, 2548 y 3056 de Patrimonio Cultural, además de ser su construcción anterior a 1941, lo que exige una consulta vinculante con el Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales. Ello no ocurrió, con lo que la misma restauración entraba en el terreno de la ilegalidad.

 

El teatro nació en Atenas, Grecia, entre los siglos V y VI a.C. Allí, los atenienses celebraban los ritos en honor a Dionisio, dios del vino y de la vegetación. Estas primitivas ceremonias rituales irían luego evolucionando hacia el teatro, constituyendo uno de los grandes logros culturales de los griegos. Lo cierto es que este nuevo arte estuvo tan estrechamente asociado a la civilización griega que cada una de las ciudades y colonias más importantes contó con un teatro.

 


Enrico Carusso de modesta condición cantaba en las calles de Nápoles, donde llegó al mundo el 25 de febrero de 1873, como así también en las plazuelas y en los balnearios. Luego, descubierta su afición y vocación por el canto, el emprendimiento de sus estudios hasta debutar en la misma ciudad en el Teatro Nuovo en 1894 con L'amico Francesco de Morelli, tan olvidada hoy como su autor. Siguieron luego teatros italianos y enseguida los internacionales; la creación de roles en significativos estrenos mundiales, como La Arlesiana (1897) y Adriana Lecouvreur (1902) ambas de Cilea, en el Lírico de Milán; Vedara de Giordano (1898) o Germania de Franchetti dos años antes en La Scala, óperas y compositores que coadyuvaron con él en la definición de personajes veristas tipificándolos en una época de transformación y orientación temática del arte lírico peninsular. Cantó 18 temporadas hasta 1920; donde intervino en 607 funciones, con 37 óperas, entre ellas 76 veces I Pagliacci, 64 veces Aida y así siguiendo. Canto ocasionalmente en otros grandes teatros, como el Colón (1915 y 1917), la Ópera de París, la de Viena, Budapest y teatros alemanes, entre otros. Caruso dejó impresas -entre 1901 y 1920- unas 265 grabaciones, de las cuales 233 pertenecen al sello Victor estadounidense, del que se hizo exclusivo. Enfermo de pleuresía, en agosto de 1921, a los 48 años, dejaba el mundo del arte.

 


 

Enrico Carusso-1873-1921

 

En el Teatro Opera de Buenos Aires, conoce al célebre cantante Titta Ruffo, que cantó en Buenos Aires por primera vez en 1902. Este conoció a Gardel, -seguramente en los camarines de aquel teatro que el joven merodeaba-, simpatizó con él y le enseñó a impostar la voz. Esta relación la han confirmado varios testigos y autores Incluso Esteban Capot, hijo de Odalie Ducasse, amiga francesa de Berta, declaró alguna vez que Ruffo le dio clases informales de canto al Joven Gardel y que éste, una vez, le prestó su guitarra para ser usada en una actuación pública.

 

 

 

 Titta Ruffo (Pisa, junio de 1877 - Florencia, julio de 1953)

 

 

  Clemente Lococo, empresario del Teatro Astral, vivía en el barrio de Flores y su primer trabajo en Buenos Aires fue encuadernar libros en una imprenta por un muy modesto salario. Muy jovencito había comprado una cámara filmadora y proyectora de mano con la que se entretenía y divertía a sus hijos. A los 23 años –cuando ya tenía 4 hijos: Francisco, Clemente, José y Magdalena- tuvo la oportunidad de explotar comercialmente un pequeño cine poco acreditado -el Buckingham I, de sólo 400 butacas, ya desaparecido- ubicado en la calle Corrientes entre Callao y Rodríguez Peña y lo convirtió en cine para familias. Luego tomó otra sala desprestigiada, en Tucumán casi Suipacha, a la que puso el nombre de Buckingham II, que posteriormente entregó como parte de la adquisición de un cine tradicional: el Suipacha, sobre la calle de ese nombre, entre Corrientes y Lavalle, que se hallaba al lado del muy elegante cine Princesa, perteneciente a la familia Cordero, que años después construiría el Gran Rex. Más adelante incorporó el Cataluña (luego Cosmos 70, en Corrientes al 2000), que con 2.000 butacas era la sala de mayor capacidad de ese momento y, más tarde, el cine teatro Astral. En este último actuó Josephine Baker, por entonces de 22 años.
El topless que hacía Baker en su presentación originó que un grupo de jóvenes católicos tiraran bombitas de mal olor, y eso atrajo más público a la sala. Como la artista sólo sabía bailar un poquito, Clemente Lococo le sugirió cantar un tango para mejorar la actuación y fue así que aprendió a entonar “Haragán” en un decir afrancesado.
Los Lococo contaban con importantes salas de barrio: el Roca, el Pueyrredón, el San Martín y el Fénix de Flores, el Argos, el Regio y, en Mar del Plata, el Pueyrredón, que hasta que otro empresario inauguró el Broadway era la sala de más capacidad de esa ciudad. La arquitectura de ese cine, de 1932,pertenecía al arquitecto belga Alberto Bourdón, que tenía su estudio en los altos de la Bolsa de Comercio, y que en 1936 diseñaría el Teatro Ópera.
Como faltaban películas para los barrios, Lococo volvió a tomar el cine Suipacha –que estaba en el centro- para estrenar y fue entonces cuando le ofrecieron el terreno de Corrientes 860 donde funcionaba el antiguo teatro Ópera, que iba a ser demolido por el ensanche de la calle. El escribano Oscar Carbone, amigo de Clemente, puso el 25 por ciento del costo de la vieja sala, Bardem, de la firma Franco Inglesa, otro tanto y Lococo la mitad restante. La fachada del nuevo teatro de 2.500 localidades, era estilo Art Decó sobria y característica (inspirada en el Cine Le Gran Rex de París), el escenario era apto para diversos espectáculos y la pantalla de cine tenía grandes dimensiones.
Clemente Lococo falleció en 1980 en Buenos Aires.

 

Florencio Parravicini, cuyo nombre completo era Florencio Bartolomé Parravicini Romero Cazón, fue un actor argentino que nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1876 y falleció en la misma ciudad el 25 de marzo de 1941. Era hijo de un acaudalado coronel argentino que dirigió la Penitenciaría y nieto de un terrateniente que trajo desde Italia el título de marqués. A los 14 años pensaba hacerse cura y a los 16 fue a la Patagonia a cazar lobos. Aprendió a volar y obtuvo el 20 de junio de 1910 el brevet civil n.º 2 en Argentina.1 A los 25 años viajó a Europa, en cinco años gastó en fiestas y casinos la cuantiosa fortuna que había heredado de sus padres por lo que se fue a París y trabajó como cantor criollo. De regreso a Argentina viajó al sur y se hizo contrabandista en Puerto Deseado. Posteriormente trabajó como cicerone e intérprete y a partir de 1904 como artista en cafés del bajo porteño. Era excelente tirador, lo que aprovechaba para hacer espectáculos usando de su habilidad. Era tío segundo del pintor y artista Benjamín Solari Parravicini (1898-1974).

 

El Folies Bergère es el más famoso cabaret de París, que tuvo su mayor esplendor desde los años 1890 hasta finales del siglo XX, como consecuencia de la relativa desafección del público por los espectáculos de revista, el teatro pasó a ser utilizado para comedias musicales, actuaciones de grupos de baile, etc. Ubicado en la calle Richer número 32, en el noveno distrito de París, fue construido como un teatro para ópera por el arquitecto Plumeret. Abrió sus puertas el 2 de mayo de 1869 con el nombre de Folies Trévise (por la cercana calle Trévise), incluyendo operetas, ópera cómica, música popular, y acrobacias. Cambió su nombre el 13 de septiembre de 1872 debido a las quejas del duque de Trévise, que no quería ver su nombre asociado a una sala de espectáculos. Para evitar estos problemas se elige el nombre Bergère (pastora), también de una calle cercana, que no era un apellido.
ALGUNOS ARTISTAS QUE ACTUARON EN EL FOLIES BERGÈRE

JOSÉPHINE BAKER, BAILARINA Y CANTANTE AFROAMERICANA EXPATRIADA. EN 1925, HIZO TRASNOCHAR AL AUDITORIO BAILANDO CON UNA PEQUEÑA FALDA HECHA DE PLÁTANOS. SIDNEY BECHET, CLARINETISTA DE JAZZ ESTADOUNIDENSE. LA BELLA OTERO, BAILARINA Y CANTANTE ESPAÑOLA. BELLYDANCE SUPERSTARS, BAILARINAS DE LA DANZA DEL VIENTRE. CHARLIE CHAPLIN, ACTOR BRITÁNICO. MAURICE CHEVALIER, ACTOR Y CANTANTE. COLETTE, ACTRIZ. DAMIA, CANTANTE. NORMA DUVAL, VEDETTE. FERNANDEL, ACTOR Y CANTANTE. W. C. FIELDS, ACTOR CÓMICO. LOÏE FULLER, BAILARINA. JEAN GABIN, ACTOR Y CANTANTE. GROCK, CLOWN. STAN LAUREL, ACTOR. CLAUDINE LONGET, CANTANTE. JEAN MARAIS, ACTOR. MATA HARI, BAILARINA DE STRIPTEASE. CLÉO DE MÉRODE, BAILARINA. MISTINGUETT, VEDETTE. RITA MONTANER, VEDETTE Y ACTRIZ CUBANA. YVES MONTAND, CANTANTE Y ACTOR. ÉDITH PIAF, CANTANTE. LIANE DE POUGY, BAILARINA. YVONNE PRINTEMPS, CANTANTE Y ACTRIZ. JEAN SABLON, CANTANTE. FRANK SINATRA, CANTANTE Y ACTOR. CHARLES TRENET, CANTAUTOR

 

 

 

       
           


 

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