La historia de este teatro
comienza en 1870 cuando Antonio Pestalardo, tuvo la idea de crear un nuevo teatro
en ese solar de la avenida Corrientes en la era en que la ciudad se
estaba llenando de salas teatrales. Un 25 de mayo de 1872 fue inaugurado, dedicándose en
un principio a la lírica. Estuvo diseñado por el arquitecto belga Jules Dormal,
quien años después terminaría las obras del actual Teatro Colón (1888-1908).
Se ubicaba en la calle Corrientes entre Esmeralda y
Suipacha. Al concluirse los trabajos al año siguiente se
inauguró la sala con la ópera "El trovador". Durante sus años de esplendor
actuaron en la sala prestigiosos cantantes como Enrico Caruso (el máximo tenor
de comienzos de siglo) y Titta Ruffo. El terreno pertenecía a la
familia Cano
tanto que desde su casa vecina entraban directamente al palco.
En 1889 el
edificio tuvo una remodelación total, financiada por su nuevo propietario Don
Roberto Cano; y Rufino Varela instaló en el nuevo edificio una usina eléctrica
que le permitió autoabastecerse, todo un privilegio en la Buenos Aires de ese
fin de siglo.
En su escenario se presentaron Edith Piaf, Josephine Baker, Ava
Gardner, Les Folies Bergère y el Lido de París, entre otras tantas celebridades.
Edith Piaf
Ava Gardner
Josephine Baker
A principios de este siglo nuevas
salas como el teatro Coliseo y el teatro Colón pasaron a ocupar su lugar y el
teatro Opera quedó reservado para géneros más frívolos.
Después de
unos años el solar fue adquirido por Clemente Lococo (fundador de la productora cinematográfica E.F.A.) quien decidió edificar
una sala para todo tipo de espectáculos teatrales, musicales y cinematográficos.
Clemente Lococo fue un empresario cinematográfico y teatral que nació en
Catanzaro, Calabria, Italia en 1893 y falleció en 1980 en Buenos Aires, donde
había residido la mayor parte de su vida. Uno de sus emprendimientos fue el
Teatro Ópera, que mandó construir e inauguró en 1936.
LOCOCO
se
lo compra a un señor
Cucullo, que lo había adquirido de don
Roberto Cano,
que vivía sobre la calle Suipacha y que llegaba por un túnel desde su casa a su
palco en el teatro.
El nuevo edificio se construyó bajo la dirección del arquitecto belga
Alberto Bourdon y al concluirse contó con capacidad para 2500 espectadores.
La sala contaba, en sus orígenes, con un escenario apto para diferentes
espectáculos, una gran pantalla de cine, y los últimos adelantos técnicos..
Se conservan actualmente los
antiguos espejos biselados que ornaban los camarines sobre esa ala, reubicados
en el segundo y tercer piso del edificio actual.
En los camarines de ahora se
guardan paneles venecianos del teatro demolido, y la araña principal pende desde
aquellos años en la basílica de Luján.
El
terreno, de 30 por 60 metros, y el edificio actual del Opera costaron un millón
de pesos, más o menos, en 1935.
Los candelabros de 25 luces de la
entrada se hallan hoy en la porteña iglesia del Carmen. Se depositaron allí como
ofrenda por haberse salvado los chicos Lococo de una pérdida de gas.
En el
momento de adquirir el Opera, los Lococo habitaban un palacete de tres pisos,
con mirador, jardines, pérgolas y fuentes, que don Clemente hizo construir en 3
de Febrero 1453, barrio de Belgrano.
Florencio
Parravicini y Mecha Ortiz fueron los últimos sobre el escenario del viejo Opera,
que explotaba Enrique Muzio.
La decisión de ensanchar la calle Corrientes determinó su demolición.
El
primer Teatro de la Ópera (1872)
Esta
primer foto muestra el Primer Teatro Ópera
(1872) en
la calle Lavalle, administrado por Pestalardo, fue proyectado por el
arquitecto Emile Landois. Vista del Almacén Nueva Ópera.
El teatro tenía una fachada
italianizante que se retiraba con respecto a la línea municipal, generando
un pequeño atrio sin marquesina, adornado por faroles de hierro y con cinco
portones de madera que conducían al foyer.
Era un frente sencillo, que se
destacaba apenas por las cuatro columnas corintias que sostenían un frontis
rematando el edificio.
Según varias versiones, el
Teatro Ópera de Pestalardo fue construido utilizando los planos que Landois
había realizado en 1855 como un proyecto para el Teatro Colón que finalmente no
fue concretado.
Remodelación
Cuando Roberto Cano se hizo
cargo del Ópera, encargó la remodelación total al prestigioso arquitecto belga
Jules Dormal (autor del Parque 3 de Febrero y colaborador en el actual Teatro
Colón), quien realizó una nueva fachada que desechó el atrio del edificio
original, llegando hasta la línea municipal. Se trató de un frente mucho más
recargado que el anterior y de estilo Beaux Arts, con molduras muy elaboradas y
abundantes texturas trabajadas en columnas y superficies. El remate del edificio
incluía una estatua que jerarquizaba la entrada principal.
En el foyer del teatro diseñado por Dormal, continuaba la opulencia con la
recargada decoración que se lucía tanto en el elaborado artesonado del
cielorraso, como en las molduras y papeles tapices de los muros y los cerámicos
de los pisos. Intrincadas arañas de hierro iluminaban todo el vestíbulo, que
poseía numerosas sillas de madera individuales con pana roja, en juego con los
cortinados en todas las aberturas. La sala era un característico teatro a la
italiana, con cinco bandejas de palcos, una inmensa araña de luz y una cúpula
adornada con un mural alegórico.
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(fotos
panorámicas)
.
Foyer del Teatro Ópera, en la ciudad de Buenos Aires.
Fue el primero de la ciudad que contó con iluminación a gas, una excepción para
la época. Entre los trabajos de yesería se destacan las cornisas y ornamentos,
junto a la enorme cúpula de la platea. Los mármoles de Bélgica, Africa y
nacionales que revisten el hall de la planta baja, el primer piso y las dos
escaleras principales de 4,60 m de ancho se suman a las fuentes macizas de
mármol negro y a los detalles de la boletería y la sala, para crear un ambiente
de lujo inusual para la época de su inauguración.
Interior de la sala del teatro Ópera. Se ve la platea y las filas de palcos.
Un lema acompañó al teatro Opera durante toda su historia: Ofrecer los mejores
espectáculos en un palacio de ensueño.
Cuando en el año 1935 se realizó el
ensanche de la avenida Corrientes este edificio del teatro fue demolido.
El actual Teatro Ópera
En 1932 fue demolido para
construir en el mismo predio el cine Opera, inaugurado en 1936 y destinado por
Clemente Lococo a la exhibición fílmica, pero con la posibilidad de ofrecer
ballets, conciertos, comedias musicales y recitales, tarea a la que estuvo
abocado en los últimos años. En 1935 el arquitecto belga
Alberto Bourdon concibió el actual Teatro Ópera, de característica fachada Art
Decó (inspirada en el Cine Le Gran Rex de París), con capacidad para 2.500
personas, escenario apto para diversos espectáculos y una pantalla de cine de
grandes dimensiones.
El Opera se inauguró el 7 de
agosto de 1936 con el film "El ensueño del Mississippi", versión del musical
"Show Boat", con Irene Dunne y Paul Robeson, dirigida por James Whale.
Asistieron todos los porteños que pudieron calzar traje de etiqueta, invitados
por las obras de beneficencia de Adelia Harilao de Olmos, que desplazó la
organización de la première que había programado Dulce Liberal de Martínez de
Hoz, quien no presentó queja alguna. Desde el presidente Agustín P. Justo hasta
diputados, senadores, gobernadores y la high society de Buenos Aires estuvieron
presentes. El gobernador bonaerense Fresco ocupaba la primera fila del
superpullman. Esa noche, dos mil y pico de personas descubrieron una última y
permanente maravilla: en el lugar del cielo raso brillan las estrellas y las
nubes surcan el espacio entre los espectadores y la eterna ilusión.
Se procuraba evocar un lugar prestigioso, un patio morisco, un castillo
medieval, una plaza italiana, en la noche, bajo un cielo estrellado por el que
discurrían, mediante un reflector llamado Brenograph Magic Lantern, las nubes.
En torno, las fachadas de edificios del estilo correspondiente, o, como en el
caso del Opera, una ciudad fantástica, rigurosamente Art Déco, con balcones
cromados y estatuas clásicas. El arco del proscenio fingía un arco-iris, y en
escena, antes de proyectarse el film, un organista tocaba Dama española.
1930- Puede decirse que el gran
Cine Teatro Opera nació en una época que no parecía la más promisoria para su
éxito. Porque aquella década de los años treinta, que se inició con una tremenda
crisis económico financiera de alcance mundial y culminó con el comienzo de la
Primera Gran Guerra, tuvo también en nuestro país una resonancia negativa con la
revolución militar de 1930.
1936- En el momento de su inauguración en 1936 este teatro
contaba
con jaulas para los perritos que solían llevar algunas mujeres.
Se sitúa a 200 metros del Obelisco de esa ciudad.
Tras las interpretaciones de la
Gran Orquesta Sinfónica de Radio El Mundo, se exhibieron las producciones
cinematográficas “Los tres ositos”, de Walt Disney y “El sueño del Missisipi”,
versión de la comedia musical “Show Boat” de Jerome Kern, con Irene Dunne y Paul
Robeson. Una semana después, el Opera estrenaba la inolvidable “Tiempos
Modernos”, con Charles Chaplin.
La pantalla para proyecciones
cinematográficas, era magna;, en los comienzos medía 50 metros cuadrados, pero
cuando comenzó el Cinema-Scope se le dieron 112 metros cuadrados de superficie
de proyección, es decir, casi el triple. La pantalla era de material plástico y
sus costuras invisibles estaban soldadas electrónicamente. El sonido,
estereofónico. Por consiguiente todo el equipo y el sistema de proyección era
modernísimo. El edificio estaba dotado de calefacción y de refrigeración y como
comodidades para el público figuraban la instalación de teléfonos públicos (una
novedad para el momento);agua helada y filtrada en surtidores provistos de vasos
higiénicos, y una nursery en el subsuelo donde los asistentes podían dejar sus
hijos durante la función.
EL TEATRO OPERA ES FAMOSO POR SU TECHO YA QUE OFRECE LA
APARIENCIA DE UN CIELO ESTRELLADO CON NUBES QUE CORREN.
El gran Charles Chaplín,
ocupó la pantalla grande del Ópera. En el foyer del primer piso se dispuso un
bar y se destinó el lugar para pinacoteca donde se mostraban obras tanto de la
colección de la empresa como de artistas invitados. Un dato a tener en cuenta es
que en 1937 Clemente Lococo había formado la productora E.F.A. y de ese sello se
estrenó en el Cine Teatro Ópera:;Mi suegra es una fiera; que dirigió Luis Bayón
Herrera. Las primeras exhibiciones cinematográficas en la Argentina se dieron en
recintos sin pretensiones arquitectónicas.
Lamentablemente, a partir de
las reformas de 1998, los porteños nunca más pudimos disfrutar de esos viejos
escenarios del teatro.
El Teatro Ópera cambió de nombre. Ahora se llama Teatro Citi
La carpintería de acceso está retirada de la línea de frente, dando espacio para
las boleterías que se ubican en los laterales. Un gran hall de acceso en doble
altura antecede a una sala de 2 plantas.
Una gran marquesina inclinada, con cuatro enormes círculos rehundidos en su
parte inferior que alojan lámparas de garganta, crea un semicubierto con efecto
teatral para recibir a los asistentes. El hall de acceso es un espacio
impactante, totalmente visible desde el exterior, en doble altura, con
revestimientos de distintos tipos y colores de mármoles en pisos y paredes, y un
diseño de ornamentaciones, barandas y luminarias netamente Art Déco. Amplias
escaleras laterales conducen a la planta inferior y superior de la sala. La
antesala de la planta alta se continúa como un anillo que balconea alrededor del
hall principal, diseñado como una sucesión de semicírculos que avanzan hacia el
balconeo, motivo que se repite en la lámpara de garganta que ilumina el foyer.
El techo original de la sala simulaba un cielo estrellado y con nubes en
movimiento y las paredes emulaban la vista nocturna de la ciudad, trabajos que
actualmente han sido removidos.
El volumen vertical de la fachada es casi la metáfora de un faro. La planta baja
es totalmente vidriada y cubierta por la gran marquesina. El centro de la
fachada es de planta semicircular y su exterior está formado por una sucesión de
franjas salientes unidas entre si por paños más retrasados que contienen las
carpinterías, trabajo que toma toda la altura, dando un marcado efecto de
verticalidad; la franja central tiene un trabajo de estrías que se repite en el
remate de los laterales. El edificio remata en una torre escalonada retirada de
la línea de fachada. A cada lado de la curva de frente, un gran friso vertical
contiene una ornamentación en bajorrelieve recubierto de pequeños espejos, con
motivos circulares de gran síntesis. La parte superior de este friso está
revestida en granito negro que se continúa en los paños laterales del edificio;
el resto de la fachada está revestido en revoque blanco.
El teatro Opera es uno de los máximos exponentes del Art Déco porteño.
Para 1999 el Ópera fue comprado por una firma extranjera que lo transformó en
un escenario que daría lugar a puestas musicales de relieve internacional.
La nueva remodelación
realizada en 1998 amplió su escenario y potenció el sonido y la iluminación para
poder brindar comedias musicales como el musical La Bella y La Bestia; la obra
de Disney, reinauguró el teatro.
La capacidad se ha reducido
de 2500 a 1852 localidades, pero ahora cada una de las butacas dispone de una
perfecta visión del escenario. Para lograrlo, se construyeron nuevos pisos en la
platea y el pullman, nivelados para mejorar las líneas isópticas en toda la
sala. A la vez, se modificó la disposición de las butacas y se colocaron
barandas de seguridad. La bella sala del Petit Opera fue reciclada para
organizar espectáculos de menor escala, completando así la recuperación total
del emblemático teatro.
En 1921 fueron famosos los bailes
de carnaval animados por Francisco Canaro y una Jazz-band. En 1922 Madame Rasimi
presentó el conjunto “Ba-Ta-Clan” que constituyó algo como un sacrilegio en el
teatro de Roberto Cano. Allí actuó Linda Thelma a quien llamaron “la reina de la
canción criolla”. Vestía traje de hombre en sus representaciones. Madame Rasimi
la llevó a París para que cantara tangos en el “Moulin Rouge”. Allí triunfó
decididamente y sus éxitos se continuaron en Buenos Aires. Conoció una vida de
triunfos, halagos y comodidades pero murió pobre en una sala del Hospital Rawson,
en 1939.
Por el Teatro Ópera pasaron
figuras del drama y la revista como Sarah Bernhardt, Hermete Zacconi y la
Mistinguette, con su voz desgarrada y sus bellísimas piernas, cantando Mon homme.
También actuaron Discépolo, Tania.
A lo largo de más de cincuenta
años de vida desfilaron por este edificio las figuras más importantes de
diversos géneros teatrales, desde Josephine Baker a Edith Piaf y Marlene
Dietrich, desde Ella Fitzgerald a Louis Amstrong. Estuvieron los conjuntos más
renombrados y allí bailaron Tamara Toumanova y Dore Hayer y se presentaron los
integrantes del ballets Etoiles de Paris, Ballet Theatre de Nueva York o del
Teatro Bolshoi de Moscú, actuaron Ava Gadner, el Folies Berge; y el Lido de
París. Se estrenaron en el país las producciones cinematográficas más famosas y
se encontró presente el cine nacional en una instancia en que este dominaba el
mercado de habla hispana y constituía parte principal de las actividades
recreativas del gran público argentino. En 1999 el Ópera fue adquirido por la
firma CIE;R & P S.A. para ser transformado en el primer escenario local apto
para albergar a las grandes producciones de Broadway.
En 2010 el Banco Citi compró por 3
años los derechos del Teatro Ópera, y llevó adelante trabajos de restauración de
fachada, interiores y una nueva iluminación. A cambio, impuso el nombre Teatro
Citi al edificio, hecho que despertó el rechazo no solo de gran cantidad de
vecinos, sino de columnistas de diarios locales y fundaciones civiles. El
cambio de nombre fue considerado una operación ilegal, puesto que el edificio
está protegido por las leyes 1227, 2548 y 3056 de Patrimonio Cultural, además de
ser su construcción anterior a 1941, lo que exige una consulta vinculante con el
Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales. Ello no ocurrió, con lo que la misma
restauración entraba en el terreno de la ilegalidad.
El teatro nació en Atenas, Grecia,
entre los siglos V y VI a.C. Allí, los atenienses celebraban los ritos en honor
a Dionisio, dios del vino y de la vegetación. Estas primitivas ceremonias
rituales irían luego evolucionando hacia el teatro, constituyendo uno de los
grandes logros culturales de los griegos. Lo cierto es que este nuevo arte
estuvo tan estrechamente asociado a la civilización griega que cada una de las
ciudades y colonias más importantes contó con un teatro.
Enrico Carusso de modesta
condición cantaba en las calles de Nápoles, donde llegó al mundo el 25 de
febrero de 1873, como así también en las plazuelas y en los balnearios. Luego,
descubierta su afición y vocación por el canto, el emprendimiento de sus
estudios hasta debutar en la misma ciudad en el Teatro Nuovo en 1894 con L'amico
Francesco de Morelli, tan olvidada hoy como su autor. Siguieron luego teatros
italianos y enseguida los internacionales; la creación de roles en
significativos estrenos mundiales, como La Arlesiana (1897) y Adriana Lecouvreur
(1902) ambas de Cilea, en el Lírico de Milán; Vedara de Giordano (1898) o
Germania de Franchetti dos años antes en La Scala, óperas y compositores que
coadyuvaron con él en la definición de personajes veristas tipificándolos en una
época de transformación y orientación temática del arte lírico peninsular. Cantó
18 temporadas hasta 1920; donde intervino en 607 funciones, con 37 óperas, entre
ellas 76 veces I Pagliacci, 64 veces Aida y así siguiendo. Canto ocasionalmente
en otros grandes teatros, como el Colón (1915 y 1917), la Ópera de París, la de
Viena, Budapest y teatros alemanes, entre otros. Caruso dejó impresas -entre
1901 y 1920- unas 265 grabaciones, de las cuales 233 pertenecen al sello Victor
estadounidense, del que se hizo exclusivo. Enfermo de pleuresía, en agosto de
1921, a los 48 años, dejaba el mundo del arte.
Enrico Carusso-1873-1921
En el Teatro Opera de Buenos
Aires, conoce al célebre cantante Titta Ruffo, que cantó en Buenos Aires por
primera vez en 1902. Este conoció a Gardel, -seguramente en los camarines de
aquel teatro que el joven merodeaba-, simpatizó con él y le enseñó a impostar la
voz. Esta relación la han confirmado varios testigos y autores Incluso Esteban
Capot, hijo de Odalie Ducasse, amiga francesa de Berta, declaró alguna vez que
Ruffo le dio clases informales de canto al Joven Gardel y que éste, una vez, le
prestó su guitarra para ser usada en una actuación pública.
Titta Ruffo (Pisa,
junio de 1877 - Florencia, julio de 1953)
Clemente Lococo, empresario del
Teatro Astral,
vivía en el barrio de Flores y su primer trabajo en Buenos Aires fue encuadernar
libros en una imprenta por un muy modesto salario. Muy jovencito había comprado
una cámara filmadora y proyectora de mano con la que se entretenía y divertía a
sus hijos. A los 23 años –cuando ya tenía 4 hijos: Francisco, Clemente, José y
Magdalena- tuvo la
oportunidad de explotar comercialmente un pequeño cine poco acreditado -el
Buckingham I, de sólo 400 butacas, ya desaparecido- ubicado en la calle
Corrientes entre Callao y Rodríguez Peña y lo convirtió en cine para familias.
Luego tomó otra sala desprestigiada, en Tucumán casi Suipacha, a la que puso el
nombre de Buckingham II, que posteriormente entregó como parte de la adquisición
de un cine tradicional: el Suipacha, sobre la calle de ese nombre, entre
Corrientes y Lavalle, que se hallaba al lado del muy elegante cine Princesa,
perteneciente a la familia Cordero, que años después construiría el Gran Rex.
Más adelante incorporó el Cataluña (luego Cosmos 70, en Corrientes al 2000), que
con 2.000 butacas era la sala de mayor capacidad de ese momento y, más tarde, el
cine teatro Astral. En este último actuó Josephine Baker, por entonces de 22
años.
El topless que hacía Baker en su presentación originó que un grupo de jóvenes
católicos tiraran bombitas de mal olor, y eso atrajo más público a la sala. Como
la artista sólo sabía bailar un poquito, Clemente Lococo le sugirió cantar un
tango para mejorar la actuación y fue así que aprendió a entonar “Haragán” en un
decir afrancesado.
Los Lococo contaban con importantes salas de barrio: el Roca, el Pueyrredón, el
San Martín y el Fénix de Flores, el Argos, el Regio y, en Mar del Plata, el
Pueyrredón, que hasta que otro empresario inauguró el Broadway era la sala de
más capacidad de esa ciudad. La arquitectura de ese cine, de 1932,pertenecía al
arquitecto belga Alberto Bourdón, que tenía su estudio en los altos de la Bolsa
de Comercio, y que en 1936 diseñaría el Teatro Ópera.
Como faltaban películas para los barrios, Lococo volvió a tomar el cine Suipacha
–que estaba en el centro- para estrenar y fue entonces cuando le ofrecieron el
terreno de Corrientes 860 donde funcionaba el antiguo teatro Ópera, que iba a
ser demolido por el ensanche de la calle. El escribano Oscar Carbone, amigo de
Clemente, puso el 25 por ciento del costo de la vieja sala, Bardem, de la firma
Franco Inglesa, otro tanto y Lococo la mitad restante. La fachada del nuevo
teatro de 2.500 localidades, era estilo Art Decó sobria y característica
(inspirada en el Cine Le Gran Rex de París), el escenario era apto para diversos
espectáculos y la pantalla de cine tenía grandes dimensiones.
Clemente Lococo falleció en 1980 en Buenos Aires.
Florencio Parravicini, cuyo nombre
completo era Florencio Bartolomé Parravicini Romero Cazón, fue un actor
argentino que nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1876 y falleció en la
misma ciudad el 25 de marzo de 1941. Era hijo de un acaudalado coronel argentino
que dirigió la Penitenciaría y nieto de un terrateniente que trajo desde Italia
el título de marqués. A los 14 años pensaba hacerse cura y a los 16 fue a la
Patagonia a cazar lobos. Aprendió a volar y obtuvo el 20 de junio de 1910 el
brevet civil n.º 2 en Argentina.1 A los 25 años viajó a Europa, en cinco años
gastó en fiestas y casinos la cuantiosa fortuna que había heredado de sus padres
por lo que se fue a París y trabajó como cantor criollo. De regreso a Argentina
viajó al sur y se hizo contrabandista en Puerto Deseado. Posteriormente trabajó
como cicerone e intérprete y a partir de 1904 como artista en cafés del bajo
porteño. Era excelente tirador, lo que aprovechaba para hacer espectáculos
usando de su habilidad. Era tío segundo del pintor y artista Benjamín Solari
Parravicini (1898-1974).
El Folies Bergère es el más famoso
cabaret de París, que tuvo su mayor esplendor desde los años 1890 hasta finales
del siglo XX, como consecuencia de la relativa desafección del público por los
espectáculos de revista, el teatro pasó a ser utilizado para comedias musicales,
actuaciones de grupos de baile, etc. Ubicado en la calle Richer número 32, en el
noveno distrito de París, fue construido como un teatro para ópera por el
arquitecto Plumeret. Abrió sus puertas el 2 de mayo de 1869 con el nombre de
Folies Trévise (por la cercana calle Trévise), incluyendo operetas, ópera
cómica, música popular, y acrobacias. Cambió su nombre el 13 de septiembre de
1872 debido a las quejas del duque de Trévise, que no quería ver su nombre
asociado a una sala de espectáculos. Para evitar estos problemas se elige el
nombre Bergère (pastora), también de una calle cercana, que no era un apellido.
ALGUNOS ARTISTAS QUE ACTUARON EN EL FOLIES BERGÈRE
JOSÉPHINE BAKER, BAILARINA Y CANTANTE AFROAMERICANA EXPATRIADA. EN 1925, HIZO
TRASNOCHAR AL AUDITORIO BAILANDO CON UNA PEQUEÑA FALDA HECHA DE PLÁTANOS. SIDNEY
BECHET, CLARINETISTA DE JAZZ ESTADOUNIDENSE. LA BELLA OTERO, BAILARINA Y
CANTANTE ESPAÑOLA. BELLYDANCE SUPERSTARS, BAILARINAS DE LA DANZA DEL VIENTRE.
CHARLIE CHAPLIN, ACTOR BRITÁNICO. MAURICE CHEVALIER, ACTOR Y CANTANTE. COLETTE,
ACTRIZ. DAMIA, CANTANTE. NORMA DUVAL, VEDETTE. FERNANDEL, ACTOR Y CANTANTE. W.
C. FIELDS, ACTOR CÓMICO. LOÏE FULLER, BAILARINA. JEAN GABIN, ACTOR Y CANTANTE.
GROCK, CLOWN. STAN LAUREL, ACTOR. CLAUDINE LONGET, CANTANTE. JEAN MARAIS, ACTOR.
MATA HARI, BAILARINA DE STRIPTEASE. CLÉO DE MÉRODE, BAILARINA. MISTINGUETT,
VEDETTE. RITA MONTANER, VEDETTE Y ACTRIZ CUBANA. YVES MONTAND, CANTANTE Y ACTOR.
ÉDITH PIAF, CANTANTE. LIANE DE POUGY, BAILARINA. YVONNE PRINTEMPS, CANTANTE Y
ACTRIZ. JEAN SABLON, CANTANTE. FRANK SINATRA, CANTANTE Y ACTOR. CHARLES TRENET,
CANTAUTOR
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