EDIFICIO

 

KAVANAGH

 

Arcón de Buenos Aires

 

 

 

Edificio Kavanagh

 

El Edificio Kavanagh es una torre de departamentos situada en  la calle Florida 1065, frente a la Plaza San Martín, en el barrio de Retiro de la ciudad de Buenos Aires. El Kavanagh es uno de los emblemas del movimiento moderno Argentino. La zona donde se levantaría el futuro edificio era una de las más cotizadas de la ciudad e incluso había sido proyectada por la Comisión de Estética Edilicia como la “gran puerta de entrada a la ciudad”, ya que en el bajo se encontraban las Estaciones “Retiro” de los Ferrocarriles Central Argentino, Pacífico y Central Córdoba. El Kavanagh está incluido en la lista de patrimonio mundial del movimiento moderno elaborada por la UNESCO. La construcción se demoró 14 meses.

   

 

 

 

Cuenta la leyenda que uno de los Anchorena se enamoró perdidamente de una Kavanagh, aunque el romance no fue aprobado por su familia. El joven era hijo de Mercedes Castellanos de Anchorena, la que se oponía tajantemente a la relación y que logró hacer que terminara. La familia vivía en el palacete que hoy es la Cancillería, justo del otro lado de la Plaza San Martín. Corina Kavanagh decidió una venganza arquitectónica: en Florida y San Martín, ordenó la construcción de un edificio cuyo único requisito era que impidiera la vista desde el palacio Anchorena a la iglesia el Santísimo Sacramento, objetivo que aún cumple el edificio Kavanagh.

 

Inaugurado el 3 de enero de 1936, es obra de los arquitectos Sánchez, Lagos y De la Fuente.

 

 

 

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Año 1935 el edificio Kavanagh aun en construcción- Al Construirse en 1933 no se trata de un edificio Art Decó Puro, en sus líneas también observamos una fuerte influencia del expresionismo Europeo. Posee 12 ascensores, 6 principales y seis de servicio. Sus puertas automáticas fueron un adelanto para la época. Al lado vislumbra el Plaza hotel.

 

 

Terreno donde luego floreció el Kavanagh- Al lado vislumbra el Plaza hotel.

 

 

El palacio de los Anchorena da a la plaza San Martín, y del otro lado del parque, la matriarca Mercedes Castellanos de Anchorena, mandó construir en 1920 la Basílica del Santísimo Sacramento, una de las iglesias más bellas de la ciudad, a la que además la familia usaba como sepulcro. La vista desde el Palacio a la Iglesia era magnífica, y los Anchorena se jactaban de ella. Justo enfrente a la iglesia había un solar vacío, que estaba también en la mira de la matriarca, pero ésta cometió un error: antes de comprarlo se fue de viaje a Europa. Y hubo alguien que vendió tres estancias para comprarlo primero: Corina Kavanagh, la madre de la niña rechazada por los Anchorena.

 

 

Aun no se había construido el Kavanagh-

En tiempo récord (catorce meses) construyó un rascacielos de hormigón armado, único en el mundo y por muchos años el más alto de Sudamérica, con 120 metros de altura y un total de 33 pisos y 113 departamentos de lujo (todos completamente distintos entre sí). Con 3 ascensores, 5 entradas independientes, 5 escaleras, una pileta, talleres de lavado y planchado, cámara frigorífica para pieles y alfombras, sistema telefónico central y depósitos de seguridad. Corina se reservó para ella el piso 14° de setecientos metros cuadrados. Adiós a la hermosa vista de la Iglesia desde el palacio ni desde ningún otro lado. Es más, quedó tan próxima la basílica al edificio Kavanagh, que la única manera de verla bien es desde el Pasaje llamado…Corina Kavanagh.

 

En 1934, cuando aún lo estaban construyendo, se aprovechó su frente para colocarle en su parte superior una cruz blanca de varios pisos de altura en adhesión al Congreso Eucarístico Internacional.

 

 

 

 

 

 

 

El Kavanagh tiene un sistema potabilizador de agua y una instalación eléctrica que podría abastecer a una ciudad de 80 mil habitantes.

 

 

El edificio tiene calderas similares a las de un buque, por eso están bajo el control del maquinista naval Carlos Aranda.

 

 El Kavanagh y la cercanía con el rio

 

 

1935 - Vista desde la obra del Kavanagh, vista de la zona de Retiro y la nueva Plaza.

 

 

 

 Fue por un tiempo el edificio de hormigón armado más alto de Sudamérica y el primer edificio para viviendas de la ciudad en contar con aire acondicionado central. Desde 1999 es monumento histórico nacional. El Kavanagh es una síntesis magistral de racionalismo y art decó, genialmente proyectado teniendo en cuenta la dificultad que implicó levantar una torre de su magnitud en la barranca en que se asienta. Actualmente, no cuenta con cocheras ni portero eléctrico. Cada visitante debe anunciarse en la recepción, y desde allí se da aviso, por teléfono, a alguno de los 105 departamentos.

 

 

 

 

 

 

 

 


 Se destaca por poseer una atractiva vista hacia la Plaza San Martín y el Río de la Plata. En su momento poseía adelantos técnicos muy avanzados para el confort y seguridad de sus ocupantes.

 

 

En las estructuras de hormigón fueron utilizadas 1.600 km. de barras de hierro en tanto que el total de las cañerías de agua, vapor, desagües y conductores eléctricos alcanzó los 90 km. La instalación eléctrica fue equivalente a la que se necesitaría para abastecer a una ciudad de 80.000 habitantes, a la vez que el equipo refrigerante del acondicionador de aire (único en el mundo) podía generar hielo para un conglomerado urbano de 75.000 personas.

 

 

 

 

 

 

 

 

Vista desde el Kavanagh, vista de la zona de Retiro.

 

 

 

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Aarón de Anchorena

 

 

  María Luisa de las Mercedes Castellanos

 

 

  Corina Kavanagh se reservó para ella el piso 14, de 700 metros cuadrados. Sólo tuvo que esperar 14 meses para habitarlo, ya que ése fue el tiempo que demoraron los constructores para finalizar el rascacielos, todo un récord para la época. En 1948, Corina le vendió su propiedad al banquero Henry Roberts.

 

  Con sus 120 metros de altura máxima (posee cinco alas yuxtapuestas, con un total de 31 pisos) superó los 90 metros del Palacio Barolo, su antecedente en cuanto a mayor porte, y fue el primero que contó con aire acondicionado central.

 

  Una curiosidad: el Kavanagh no tiene portero eléctrico. Como si se tratara de un hotel, todas las personas ajenas al edificio deben anunciarse en recepción, e inmediatamente se les avisa, vía telefónica, a los copropietarios. Tampoco tiene cocheras. Es que cuando se construyó, en 1936, todavía se estacionaban los carruajes sobre las aceras. Otra ventaja es que no tienen que pagar impuestos municipales, ya que el edificio fue declarado por la Unesco, en 1999, Patrimonio Mundial de la Arquitectura de la Modernidad. Así que los habitantes están exentos de tasas como el alumbrado, barrido y limpieza.

 

  Nicolás Hugo Anchorena Arana y María Luisa de las Mercedes Castellanos tuvieron diez hijos : Nicolás María Serviliano Castellanos Anchorena (20 de abril 1866, d. 2 de noviembre 1889), Mercedes Benita Castellanos Anchorena (4 de marzo 1869, d. 28 de abril 1869), Mercedes Dionisia Castellanos Anchorena (5 de junio 1871, d. 19 de diciembre 1890), Amalia Valentina Castellanos Anchorena (14 de febrero 1872, d. 16 de marzo 1907), Aarón Castellanos Anchorena (6 de junio 1873, d. 6 de junio 1873), Matilde Lidia Castellanos Anchorena (11 de septiembre 1875, d. 25 de junio 1969), Josefina Anacleta Castellanos Anchorena (13 de julio 1876, d. Sí, fecha desconocida), Aaron Félix Anchorena Castellanos ( 5 de noviembre 1877, Buenos Aires, Argentina , D. 24 de febrero 1965, Barra de San Juan, Uruguay), Enrique Justino Pascual Castellanos Anchorena (13 de abril 1879, d. Sí, fecha desconocida) y Emilio Evaristo Castellanos Anchorena (11 de noviembre 1880, d. 17 de diciembre 1916). María Luisa de las Mercedes Castellanos enviudó  jóven. En mérito a tan amplia actividad el Vaticano decidió otorgarle el título de condesa pontificia y la condecoró con la Dama de la Rosa de Oro, un honor que muy pocas veces veces concede un Sumo Pontífice a un particular. Falleció en Buenos Aires el 9 de julio de 1920. Su tumba se encuentra en una cripta en el Santísimo Sacramento. Mercedes vivió en el actual Palacio San Martín, que entonces era su casa en Retiro.

 

María Mercedes Castellanos de Anchorena le habría encargado a su hijo Aarón la compra del terreno ubicado junto al Plaza Hotel y frente a la Basílica del Santísimo Sacramento. Pero Aarón, dandy de su tiempo y “burrero” como el que más, perdió esa fortuna en el Hipódromo de Palermo. Desesperado, pidió consejo a su amante, Corina Kavanagh. Esta, a la sazón rival social de Mercedes de Anchorena, lo tranquilizó y le dijo que ya pensaría una solución. Inmediatamente compró el lote y dejó bien claro a sus arquitectos que el proyecto debía incluir una torre que impidiera la vista de la basílica desde el palacio donde vivía la señora de Anchorena, ubicado al otro lado de la plaza. Mercedes movió cielo y tierra entre sus poderosos amigos, y al fin logró que un juez iniciara un proceso contra la planeada edificación. Pero sólo consiguió que Corina autorizara la apertura de un pasaje entre el edificio y el hotel, con la condición de que llevara su nombre.

 

  Hay que destacar, sin embargo, que Mercedes falleció en 1920 y el proyecto del Kavanagh es de 1933. Es probable, incluso, que las dos mujeres nunca se hayan conocido. Al fallecer Corina en 1994, los vecinos del edificio decidieron homenajearla bautizando con su nombre al pasaje que lleva desde Florida hasta la iglesia.

 

Cora se casó tres veces. La primera en 1912, con Guillermo Ham; luego con Guillermo Mainini y, en 1938, con Gustavo Casares, tío de Adolfo Bioy Casares.


 

 

       
           


 

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