Castillo Estancia Bella Vista
Bella Vista, localizada en esa
extensión, fue testigo durante el siglo XVI de un desplazamiento reducido de
comunidades indígenas (querandíes y tehuelches) que vivieron en forma nómade
como cazadores, recolectores y pescadores, buscando las mejores condiciones del
clima y utilizando los recursos existentes para cubrirse, alimentarse y armar
sus paraderos con pieles de guanaco, ñandú y otras especies menores, como la
liebre y el zorro. La incorporación del caballo en el transcurso del siglo XVII,
y la proliferación del ganado introducido por los españoles, transformó la
cultura. Se ocupó más territorio, la organización social indígena se tornó más
compleja, la institución del cacicazgo desparramó su jefatura a numerosas bandas
con una especial organización para la guerra a partir del uso de nuevas armas
ofensivas (la lanza reemplaza al tradicional arco y flecha) y defensivas (la
armadura de cuero de caballo). Las actividades económicas comenzaron a tener
características depredadoras, porque las bandas se acercaron a los poblados para
robar el ganado que por aquella época inundaba las praderas.
LOS ESTANCIEROS
Los animales cimarrones dieron origen a la primera actividad ganadera
organizada, las Vaquerías (1600 - 1750), verdaderas cacerías de vacas para
extraer de ellas el cuero, el sebo y la grasa. Esta actitud netamente extractiva
llevó a ampliar las distancias para poder seguir cazando animales y tratar de
desarrollar una actividad ganadera incipiente y llevó a internarse en
“territorio de indios”, expandir los poblados, y da origen al interés por la
tierra y a la creación de las estancias coloniales (1750 - 1810). Existían
cuatro modos de convertirse en estanciero: Por merced del rey, por compra
particular, por subasta pública o por composición pecuniaria. En todo este
proceso asumió protagonismo la figura del gaucho, personaje libre e
independiente, útil y diestro en los trabajos rurales de yerra, arreos y
faenamiento. Habitante de los ranchos en la Pampa, despuntaba sus vicios en las
pulperías, practicaba su amor por el juego, las carreras de
caballo y las riñas de gallo, siempre acompañado de su facón.
LOS Álzaga Y LOS GUERRERO
Los orígenes de Bella Vista se remontan a una distribución inicial de tierras al
Sud del Salado, entre los pasos del Callejón y La Postrera en 1804. En
1825 se produce una adjudicación de tierras a Don Félix de Álzaga quien las
recibe de Don Juan Manuel de Rosas en retribución a su desempeño como Jefe de
Regimiento. Muerto Don Félix en 1841, las hereda su hijo Martín de Álzaga
y nieto de Martín de Álzaga quien encabezara la conspiración contra del gobierno
revolucionario de Mayo y que fuera fusilado y ahorcado en 1812. Don Martín
de Álzaga, en 1862, se casa con Felicitas Guerrero con quien tiene dos hijos que
mueren de chicos. No
pudiendo sobreponerse a la perdida de los mismos y fallece.
Felicitas enviuda a los 26 años, hereda todas sus posesiones hasta que en 1872
muere trágicamente en su casa de Barracas, víctima de un terrible desenlace de
pasiones. Don Carlos Guerrero y su esposa Doña Felicitas Cueto, sus
padres, heredan todas las propiedades y desaparecidos estos, en 1909 los nueve hermanos de Felicitas
reciben las mismas produciéndose ventas y asociaciones en el reparto. Se
inicia asi un proceso de desgranamiento de la propiedad reconociéndose hasta
nuestros días en la cuenca del Salado cuatro propiedades y sus cabeceras
respectivas: La Postrera, La Raquel (Ex La Estación), La Pelada y Bella Vista,
conservando la segunda aun hoy vínculos con la descendencia de los Guerrero.
El casco de estilo normando y dos
pisos con una torre mirador, construido en 1916 por arquitectos franceses
al borde del río Salado se levantó sobre los cimientos de otro más
antiguo, aquel donde vivió la infortunada Felicitas. Los dueños actuales
de estas tierras, -el ingeniero Tomás De Caro y la arquitecta Ana Pusiol-
compraron la estancia en 1998 y además de dedicarse a la cría e invernada
de Aberdeen Angus, en 2005 transformaron a Bella Vista en un espacio
dedicado al turismo rural, con las comodidades de un hotel cinco
estrellas. Así, el visitante puede elegir entre 17 habitaciones, comidas
gourmet, pileta de natación habilitada en verano, hidromasajes y sauna en
un spa, sala de juegos, biblioteca y un pequeño museo que cuenta la
historia del lugar. La casona está rodeada por añosos eucaliptos, robles y
acacias. Hay un monte nativo de cincuenta hectáreas con talas, ombúes y
coronillos, por donde pasean ciervos dama. |
Estancia La Postrera
La
Postrera, la estancia que tanto le gustaba a Felicitas
Guerrero, alli aliviaba sus penas, dicen que
pasaba horas en su mirador sobre el Río Salado, lugar de paso obligado de
las tropas de carretas que iban hacia El sur. La heredó
Jorge Guerrero, otro hermano de Felicitas. Muchos años después ya anciano, viudo y habiendo
fallecido su único hijo Emilio este hombre vendió "La Postrera" a Dalmiro
Martínez quien la compro para su madre Maria de Martínez de Martínez. Al
fallecer esta la hereda otro de sus hijos Carlos Martínez quien la tuvo
hasta el año 1971, año que falleció. Desde entonces el paraje pasó a
la titularidad de su esposa Alicia Aleman y actualmente La Postrera
pertenece a la sucesión de Alicia Aleman de Martínez.
Desde una loma de la
estancia se observa un puente, que a solo 200 metros, luce tan sólido
como lo fue en sus inicios, sin embargo las obras del plan maestro del Río
Salado lo convertirán en historia, cuando una vez desarticulado lo
destinen como reliquia patrimonial. A pesar de sus ciento y pico de años
este puente no cruje ni se dobla como para no traicionar con su caída la
memoria en que se mezclan aristócratas, aventureros y gauchos de toda
laya. En su lugar se construirá uno nuevo de 260 metros de longitud, casi
100 metros más de lo que tiene hoy.
Hacia mediados del
siglo XVIII varios pasos permitían atravesar el río Salado a las tropas de
carretas. Entre ellos este puente de hierro de la Postrera, que fue quizá
el de mayor relevancia debido a su anecdotario.
Cuando el río crecía
bruscamente, los carruajes se veían obligados a permanecer uno y hasta
dos meses a la espera de la bajante. Mientras tanto los tripulantes de
las caravanas se entretenían en las pulperías que había al margen del Río,
“La Azotea grande” y “La Esquina del Cañón”, ambas eran punto de
encuentro entre quienes iban y venían desde la gran aldea al sur, hasta
que se construyó el puente.
Por pedido de las autoridades el ingeniero Huergo lo compró en Inglaterra.
Felicitas sería su “madrina” en la inauguración, que se realizaría en
febrero de 1972. Fueron 160 metros de maderas, hierros y piedras que
soportaron el paso incesante de los carruajes primero y los vehículos
después, hasta que en los años 40, la ruta y el ferrocarril del Sur
dejaron a “La Postrera” a un lado para darle protagonismo a otra estancia,
La Raquel, también de su propiedad.
Lezama
perteneció al
Partido de Chascomús
hasta fines del
2009, en el que se
creó el
Partido de Lezama.
Tiene calles, en su mayoría, pavimentadas y en las zonas suburbanas
y sección quintas, de tierra. La
Autovía 2 divide a
la ciudad en dos partes: el Barrio Este o "Barrio El Tero", y el Barrio
Oeste donde se encuentra el centro cívico y plaza principal.
Se encuentran numerosos cascos de estancias, que permiten hacer
encuentros y agasajos, así como turismo de estancia, entre los que se
destaca, el de
Estancia La Postrera
a menos de 5 km del centro de la ciudad. A 15
km cruza el
distrito el
río Salado del sur,
río típico de
llanura, hídricamente de aprovechamiento para la producción ganadera y
también área de pesca.
Otro castillo Guerrero !!!
Otra propiedad de
los Guerrero que mucho no se sabe????
Los vecinos aseguran que, además de historia, la casa está habitada por
fantasmas, más precisamente creen que el alma de Felicitas merodea el
lugar.
Actualmente vive allí Josefina Guerrero, actual dueña de la casona que
no cree en los fantasmas. Ella...una mujer mayor, es sobrina nieta de
Felicitas Guerrero, que fue una dama joven viuda asesinada por un
pretendiente, dentro de la aristocracia porteña. El asesino fue Enrique
Ocampo un caso muy popular en nuestro Buenos Aires.
La casa es una impresionante propiedad de aspecto fantasmal de 140 años,
de una superficie de1600 m2. La casona esta oculta entre la vegetación
del jardín, en Domselaar, un pueblo fundado en 1865,
de 9400
habitantes.
Sepan que Felicitas NUNCA estuvo en este simil castillo de estilo
colonial barroco, ya que se construyó unos años después de su muerte
como refugio para desahogar las penas de la familia Guerrero por la
pérdida de la hija mayor.
Increíblemente en las visitas guiadas se muestra una caja con el arma
asesina de 1856 con el que Ocampo pretendiente de Felicitas la asesino.
Revolver que fue escondido por años por su abuelo Antonio y que la
justicia nunca reclamo.
También se destaca la biblioteca con libros muy antiguos, y varios
grabados de Giovanni Piranesi. En el interior hay petite muebles,
también un comedor con la mesa servida con vajilla de losa inglesa que
usaba la familia, retratos de Felicitas, un importante piano antiguo,
esculturas, bronces, sillones de época, teléfonos antiguos con caja de
madera, relojes de pared, vestimenta típica de época, ollas de cobre de
más de 140 años, mas sillas inglesas y mas mobiliario del siglo XVIII.
Hay una replica del dormitorio de felicitas con todos los detalles que
se encuentra ambientada con una cama de estilo barroco colonial español
de 1880, y distintos muebles de la época. En la actualidad, las
habitaciones de las plantas superiores se encuentran en desuso. Los
pisos se comunican mediante una escalera de cedro traído desde
Inglaterra.
La casona, originalmente se llamó San Carlos, la construyó un arquitecto
francés, que no encontramos datos aun, con un estilo netamente francés:
techos a la mansarda, columnas dóricas, un sótano y 24 habitaciones,
muchas de las cuales se conservan en buen estado, porque la casa está
mantenida. En sus tiempos la casona contaba con un molino y un tanque de
agua de grandes dimensiones, que actualmente fueron removidos producto
del deterioro propio del paso del tiempo. Esta intrigante propiedad de
los Guerrero se puede conocer en el km 58 de la ruta 210, Domselaar,
lugar ubicado casi al final del partido de San Vicente, y a 60 km de La
Plata. La propiedad no se ve desde la ruta, porque la vegetación la
cubre bastante. Sólo un cartel indica el acceso.
En la entrada hay un almacén proveeduría que vende productos caseros,
fiambres y de todo.
Las visitas se realizan todos los domingos, a las 15.30. Dura dos horas
y se puede ir directamente, sin reserva previa. El ingreso no es
gratuito. LOS MENORES DE 12 AÑOS NO PAGAN. EL VALOR ES POR PERSONA y VA
DESTINADO A MEJORAS EDILICIAS.
Domselaar
El pueblo fue
fundado en un terreno de 4 mil hectáreas adquirido en 1849 por Antonio
Van Domselaar y su yerno Cristian Federico Eduardo Freers casado con su
hija Maria nacida en Holanda en 1820. Los hijos de Antonio eran 4
incluyendo a Maria. Sus nombres eran Bernardino, Cornelio y Gertrudis.
Al fallecer su padre decidieron donar 505 hectáreas. La estación
Domselaar se ubicó en el Km. 52, en tierras donadas por Bernardino, el
primogénito de Antonio van Domselaar al ferrocarril Sud.
A pocos metros
al norte de la misma cruzaba el camino de "Monte Chingolo” ya citado.
Ferrari fue la cabecera del partido de Brandsen, creado en 1875. En
épocas de lluvias, estos caminos se tornaban intransitables por la
naturaleza del suelo, pero estas dificultades fueron radicalmente
superadas por el tendido del Ferrocarril del Sud, en 1865, que
atravesaba todo el cuartel 3°. El objetivo principal de esta empresa
británica era transportar la producción lanera, conectando a Chascomús
con el mercado de la Plaza Constitución.
En esta región las estaciones eran San Vicente (hoy A. Korn), Domselaar
y Ferrari (hoy Brandsen), inauguradas el 14 de agosto de 1865.
Don Bernardino van Domselaar aprovechó las grandes ventajas que ofrecía
la vía férrea para instalar, en 1868, un saladero junto a la estación,
constituyendo un factor de progreso para la zona.
La estación ferroviaria fue el germen de un núcleo de población. Según
el censo de 1869, vivían en su entorno sólo 9 personas: el jefe de
estación, su esposa e hijo, Bernardino van Domselaar, dos quinteros, un
albañil, un trenzador y un jornalero. Por lo tanto, puede tomarse como
fecha de creación del pueblo el 14 de agosto de 1865, cuando se inauguró
la línea y, con ella, la estación Domselaar.
La epidemia de fiebre amarilla de 1871 trajo como consecuencia el cierre
de los saladeros del Riachuelo. Es muy probable que las presiones del
Gobierno hayan influido en la decisión de Don Bernardino de cerrar su
establecimiento, vendiendo sus tierras en agosto de 1873 a la firma
Miroli, Horner y Cía. y luego de una serie de sucesos, Adolfo Bullrich y
Cía se encarga del remate de le terrenos. Siendo la traza del
recientemente construido Ferrocarril Buenos Aires y Puerto de la
Ensenada, la pieza clave del triunfo del remate.
Pocos meses después Bullrich y Cía. informaba sobre los adelantos del
pueblo, señalando que “se habían abovedado las principales calles, había
varias casas construidas y otras que empezaban a serlo. Funcionaba un
horno de ladrillos que no podía dar abasto a los pedidos; estaba casi
concluida una iglesia de tres naves y las plazas, quintas y chacras
estaban cercadas”
1874 fue un año plagado de graves dificultades para la provincia:
comenzó con una epidemia de cólera; se produjo una gran sequía que se
extendió, sobre todo, al sur del Salado, provocando enorme mortandad de
ganado y caballada y se agudizó la crisis económica, a lo que se sumó la
revolución mitrista de septiembre, que paralizó casi totalmente las
actividades productivas. Conjurada la rebelión, la crisis continuó por
varios años, afectando no solo a la provincia sino también a los
mercados financieros internacionales.
En este clima adverso, le fue imposible a la Compañía conseguir los
capitales para la construcción del ferrocarril a la Ensenada, con lo
cual Domselaar quedó relegado a un pequeño pueblo en torno a una
estación de campaña.
Entre los patrimonios culturales de este pintoresco pueblo se destacan,
además de la ya mencionada estación de ferrocarril, la Capilla Santa
Clara de Asís y “El Castillo Guerrero”.
Arcón
de Buenos Aires
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