Anchorena
vs.
Corina Kavanagh
Cuenta la leyenda que uno de
los Anchorena se enamoró perdidamente de una Kavanagh,
aunque el romance no fue aprobado por su familia.
El joven era
hijo de Mercedes Castellanos
de Anchorena, la que se oponía tajantemente a la relación y
que logró hacer que terminara.
La
familia vivía en el palacete que hoy es la Cancillería,
justo del otro lado de la Plaza San Martín.
Corina Kavanagh decidió una venganza arquitectónica: en
Florida y San Martín, ordenó la construcción de un edificio
cuyo único requisito era que impidiera la vista desde el
palacio Anchorena a la iglesia, objetivo que aún cumple el
edificio Kavanagh.
El palacio de los Anchorena da
a la plaza San Martín, y del otro lado del parque, la
matriarca
Mercedes Castellanos de
Anchorena,
mandó construir en 1.920 la Basílica del Santísimo
Sacramento, una de las iglesias más bellas de la ciudad, a
la que además la familia usaba como sepulcro. La vista desde
el Palacio a la Iglesia era magnífica, y los Anchorena se
jactaban de ella. Justo enfrente a la iglesia había un solar
vacío, que estaba también en la mira de la matriarca, pero
ésta cometió un error: antes de comprarlo se fue de viaje a
Europa.
foto 1906
Edificación frente a la plaza San
Martín, era uno de los mas destacados de la ciudad y pertenecía a la familia
Anchorena. El Palacio
fue sede de importantes reuniones sociales, como el baile del Centenario de la
Independencia en 1916. Es además un excelente ejemplo de la denominada
arquitectura "Beaux Arts" derivada de las enseñanzas y teorías de la famosa
escuela parisina.
Y hubo alguien que
vendió tres estancias para comprarlo primero: Corina
Kavanagh, la madre de la niña rechazada por los
Anchorena. En tiempo récord (catorce meses) construyó un
rascacielos de hormigón armado, único en el mundo y por
muchos años el más alto de Sudamérica, con 120 metros de
altura y un total de 33 pisos y 113 departamentos de
lujo (todos completamente distintos entre sí). Con 3
ascensores, 5 entradas independientes, 5 escaleras, una
pileta, talleres de lavado y planchado, cámara
frigorífica para pieles y alfombras, sistema telefónico
central y depósitos de seguridad. Corina se reservó para
ella el piso 14° de setecientos metros cuadrados.
Adiós a la hermosa vista de
la Iglesia desde el palacio ni desde ningún otro lado.
Es más, quedó tan próxima la basílica al edificio
Kavanagh, que la única manera de verla bien es desde el
Pasaje llamado…Corina Kavanagh.
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la Basílica del Santísimo
Sacramento
HECHOS CURIOSOS
María Mercedes Castellanos de
Anchorena le habría encargado a su hijo Aarón la compra del
terreno ubicado junto al Plaza Hotel y frente a la Basílica
del Santísimo Sacramento. Pero Aarón, dandy de su tiempo y
“burrero” como el que más, perdió esa fortuna en el
Hipódromo de Palermo. Desesperado, pidió consejo a su
amante, Corina Kavanagh. Esta, a la sazón rival social de
Mercedes de Anchorena, lo tranquilizó y le dijo que ya
pensaría una solución. Inmediatamente compró el lote y dejó
bien claro a sus arquitectos que el proyecto debía incluir
una torre que impidiera la vista de la basílica desde el
palacio donde vivía la señora de Anchorena, ubicado al otro
lado de la plaza. Mercedes movió cielo y tierra entre sus
poderosos amigos, y al fin logró que un juez iniciara un
proceso contra la planeada edificación. Pero sólo consiguió
que Corina autorizara la apertura de un pasaje entre el
edificio y el hotel, con la condición de que llevara su
nombre.
Corina Kavanagh se reservó para ella
el piso 14, de 700 metros cuadrados. Sólo tuvo que esperar 14 meses
para habitarlo, ya que ése fue el tiempo que demoraron los
constructores para finalizar el rascacielos, todo un récord para la
época. En 1948, Corina le vendió su propiedad al banquero Henry
Roberts.
Con sus 120 metros de
altura máxima (posee cinco alas yuxtapuestas, con un total de 31
pisos) superó los 90 metros del Palacio Barolo, su antecedente en
cuanto a mayor porte, y fue el primero que contó con aire
acondicionado central.
Una curiosidad:
el Kavanagh no tiene portero eléctrico. Como si se tratara
de un hotel, todas las personas ajenas al edificio deben
anunciarse en recepción, e inmediatamente se les avisa, vía
telefónica, a los copropietarios. Tampoco tiene cocheras. Es
que cuando se construyó, en 1936, todavía se estacionaban
los carruajes sobre las aceras. Otra ventaja es que no
tienen que pagar impuestos municipales, ya que el edificio
fue declarado por la Unesco, en 1999, Patrimonio Mundial de
la Arquitectura de la Modernidad. Así que los habitantes
están exentos de tasas como el alumbrado, barrido y
limpieza.
Nicolás
Hugo Anchorena Arana
y María
Luisa de las Mercedes Castellanos tuvieron diez hijos
: Nicolás María Serviliano Castellanos
Anchorena (20 de abril 1866, d. 2 de noviembre 1889), Mercedes Benita
Castellanos Anchorena (4 de marzo 1869, d. 28 de abril 1869), Mercedes
Dionisia Castellanos Anchorena (5 de junio 1871, d. 19 de diciembre 1890),
Amalia Valentina Castellanos Anchorena (14 de febrero 1872, d. 16 de marzo
1907), Aarón Castellanos Anchorena
(6 de junio 1873, d. 6 de junio 1873), Matilde Lidia Castellanos Anchorena
(11 de septiembre 1875, d. 25 de junio 1969), Josefina Anacleta Castellanos
Anchorena (13 de julio 1876, d. Sí, fecha desconocida),
Aaron Félix Anchorena
Castellanos ( 5 de noviembre 1877, Buenos
Aires, Argentina , D. 24 de febrero 1965, Barra de San Juan, Uruguay),
Enrique Justino Pascual Castellanos Anchorena (13 de abril 1879, d. Sí,
fecha desconocida) y Emilio Evaristo Castellanos Anchorena (11 de noviembre
1880, d. 17 de diciembre 1916).
María Luisa de las Mercedes Castellanos
enviudó
jóven.
En mérito a tan amplia actividad el Vaticano decidió otorgarle el título de
condesa pontificia y la condecoró con la Dama de la Rosa de Oro, un honor
que muy pocas veces veces concede un Sumo Pontífice a un particular.
Falleció en Buenos Aires el 9 de julio de 1920. Su tumba se encuentra en una
cripta en el Santísimo Sacramento. Mercedes vivió en el actual Palacio San
Martín, que entonces era su casa en Retiro.
Hay que destacar, sin embargo, que
Mercedes falleció en 1920 y el proyecto del Kavanagh es de
1933. Es probable, incluso, que las dos mujeres nunca se
hayan conocido. Al fallecer Corina en 1994, los vecinos del
edificio decidieron homenajearla bautizando con su nombre al
pasaje que lleva desde Florida hasta la iglesia.
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