PALACIO

AGUAS

 CORRIENTES

 

Arcón de Buenos Aires

 

 

 Palacio de Aguas Corrientes

Av. Córdoba y Ayacucho

En un edificio construido en el año 1894. Aunque solo guarda en su interior caños y tanques fue convertido en palacio para revestir el gran progreso de la construcción en Buenos Aires. Desde alli las aguas eran distribuidas.

El Museo presenta un recorrido por la historia de los materiales que nos permiten beber agua de la canilla: un muestrario de materiales procedentes de la Oficina de Contraste, la que aprobaba públicamente la utilización sanitaria de artefactos. Además, el itinerario permite conocer las colecciones y el interior de este gigante que sirvió originariamente como tanque de agua. Se observan también piezas de terracota de procedencia inglesa, válvulas de distribución, grifería, tableros de dibujo técnico que ambientan la Oficina.

 

 

El edificio es uno de los más exuberantes de Buenos Aires, y una muestra de la arquitectura ecléctica que encantaba a las clases altas que gobernaron la Argentina hasta 1916. El estilo puede encuadrarse dentro del impuesto en el Segundo Imperio Francés, y se destacan las piezas de cerámica policromada y los abundantes ornamentos en la fachada.

El gran Depósito Ingeniero Guillermo Villanueva, llamado Palacio de Aguas Corrientes, es un excepcional ejemplo de la arquitectura ecléctica de fines del siglo XIX en el país. Testimonio del lujo ornamental que caracterizó a las construcciones de la época, este depósito recaudador y distribuidor de agua corriente, destinado al abastecimiento de la población porteña, fue producto del plan de obras de saneamiento de la Capital Federal. La construcción, realizada entre 1887 y 1894 por la empresa inglesa Bateman, Parsons & Bateman, fue dirigida por el ingeniero sueco Carlos Mystönner y por el arquitecto noruego Olof Boye.

FOTO AÑO 1936- En sus tres niveles, contiene 12 tanques de agua (provistos por la firma belga Marcinelle et Coulliet según licitación de diciembre de 18861) con capacidad total de 72 millones de litros de agua, con un peso calculado de 135000 toneladas. Estos son sostenidos por una estructura portante de vigas, columnas y cabriadas metálicas que soporta doce tanques distribuidos en tres pisos, con una capacidad total de 72 millones de litros de agua potable. La estructura queda oculta tras los cuatro muros perimetrales del edificio, cuyo espesor alcanza un metro ochenta en planta baja. Las paredes son de hasta 1,80 metro de espesor, y sostienen a las 180 columnas, distanciadas seis metros entre sí. Se levantaron con ladrillos cocinados en un establecimiento que se instaló en la localidad de San Isidro.


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 Su revestimiento fue realizado en 130 mil ladrillos esmaltados y 170 mil piezas de cerámica importados de Bélgica e Inglaterra y numerados para facilitar su colocación. Las piezas de mármol que pretendían cubrir la fachada en el proyecto original fueron reemplazadas por piezas de terracota elaboradas en las fábricas Royal Doulton & Co., de Londres, y Burmantofts Company, de Leeds. Los techos fueron realizados en pizarra verde traída de Francia.


La idea de transformar un depósito de tanques de agua en un palacio ha recibido numerosas críticas, en general en relación con la falta de necesidad de dotar a una instalación de este tipo de semejante lujo, considerándolo una exageración y un derroche. Sin embargo, era usual en esos tiempos que edificios de funciones utilitarias, como depósitos o terminales ferroviarias, fueran envueltas en exteriores de aspecto palaciego. En el centro del palacio, un patio interno provee de luz y aire a los ambientes.

 

En la segunda mitad del siglo XIX, la ciudad de Buenos Aires comenzó a crecer rápidamente, recibiendo sucesivas oleadas migratorias y consolidándose como puerto. El progresivo aumento de la población trajo con él los problemas del hacinamiento y la falta de preparación de los servicios públicos para abastecer a una cantidad cada vez mayor de personas.
Las epidemias comenzaron a abundar: en 1867 el cólera mató a 1500 personas, en 1869 la tifoidea mató a 500, y en 1871 aconteció la histórica epidemia de fiebre amarilla que se llevó a 14.000 de las 178.000 personas que vivían en Buenos Aires.

Ante los signos alarmantes del deficiente sistema de agua potable, las autoridades del recién unificado país tomaron la decisión de proveer a la capital de una red de agua corriente de avanzada, aprovechando una época de abundancia económica y de prosperidad. Siguiendo los planes del ingeniero civil inglés John Bateman de 1886, el gobierno nacional decidió que el depósito de aguas se instalaría en la zona norte de la ciudad, y se proveería a la misma de caños subterráneos, con la voluntad de que el edificio del depósito fuera un edificio fastuoso, cuyo presupuesto alcanzó los 5.531.000 de pesos fuertes.

 En el centro del palacio, un patio interno provee de luz y aire a los ambientes. Pequeños jardines rodean los frentes del edificio, cerrados por una destacable verja de herrería que apoya sobre pilares de mampostería, a lo largo de la línea municipal.

 

 

El edificio de la esquina es el edificio de Instituto de Enseñanza Superior Alicia Moreau de Justo-

 

 

El edificio de la esquina es el edificio de Instituto de Enseñanza Superior Alicia Moreau de Justo- CAJA DE JUBILACIONES Y PENSIONES

 

 

 

 

De izquierda a derecha, abajo: Palacio Sarmiento, Plaza Rodríguez Peña, Escuela Normal 1, Palacio de Aguas Corrientes, Hospital de Clínicas viejo y Facultad de Medicina (demolida), con sus edificios gemelos. Más arriba se ven el Colegio del Salvador, y a la izquierda la parte trasera de Tribunales.
 

 

 

 

Dentro de la profusión de elementos decorativos, se destacan los escudos en relieve de cada una de las provincias argentinas. Los techos son de pizarra verde, proveniente de Francia.

 

 

Su revestimiento fue realizado en 130 mil ladrillos esmaltados y 170 mil piezas de cerámica importados de Bélgica e Inglaterra y numerados para facilitar su colocación. Las piezas de mármol que pretendían cubrir la fachada en el proyecto original fueron reemplazadas por piezas de terracota elaboradas en las fábricas Royal Doulton & Co., de Londres, y Burmantofts Company, de Leeds.

 

 

El edificio de la esquina es el edificio de Instituto de Enseñanza Superior Alicia Moreau de Justo.

 

 

 

 

La idea de transformar un depósito de tanques de agua en un palacio ha recibido numerosas críticas, en general en relación con la falta de necesidad de dotar a una instalación de este tipo de semejante lujo, considerándolo una exageración y un derroche. Sin embargo, era usual en esos tiempos que edificios de funciones utilitarias, como depósitos o terminales ferroviarias, fueran envueltas en exteriores de aspecto palaciego.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Denominación: Palacio de Aguas Corrientes
Dirección: Av. Cordoba 1950, Balvanera
Proyectista: Bateman, Parsons & Bateman, ingenieros - Carlos Nystromer, Ingeniero. Olaf Boye, Arquitecto: Carlos Nystromer
Año de proyecto: 1886
Constructor: V.B.Medici, mampostería - L. Rocchi y Cia, cimientos - Marcinelle y Coulliet, tanques
Año de construcción: 1887
Año de inauguración: 1894
Corriente estilística: Eclecticismo
Superficie cubierta: 40000.00
Superficie del lote: 10000.00
Uso actual: Institucional administrativo
Uso original: Depósito


Observaciones: Depósito recaudador y distribuidor de agua corriente, para el abastecimiento de la población porteña. El edificio, de planta cuadrada -de 97,50m de lado y 20 m de altura, aproximadamente- es una colosal estructura portante conformada por columnas, vigas y cabriadas metálicas que soportan doce tanques distribuídos en tres pisos, y que cuentan con una capacidad de 72 millones de litros de agua potable. Los tanques del último nivel se encuentran tras la mansarda, mientras que los del primero fueron desmantelados en 1915, al crearse otro gran depósito en Caballito. La estructura queda oculta tras los cuatro muros perimetrales. En el interior hay un patio central, también cuadrado -de 18,20m de lado- cerrado por cuatro paredes, que sirve de iluminación y ventilación a los distintos niveles. En la parte inferior de este patio, las aberturas poseen grandes vitrales ornamentados, con el escudo nacional y la sigla de la institución "Obras Sanitarias de la Nación", colocados a fines de la década de 1920 cuando se instalaron oficinas, hoy recicladas.


Entre las paredes exteriores y las del patio interior están distribuídas 180 columnas de fundición, dispuestas en damero, que soportan el peso de los tanques y de la cubierta. En el espacio libre entre el nivel de PB y el fondo de los tanques del primer piso, originalmente, se pensó instalar "baños de natación". Finalmente, funcionó una fábrica de baldosas y diversos servicios de mantenimiento de redes de agua y cloacas. El edificio posee torres macizas levemente exentas, y sendos balcones que jerarquizan los accesos en la parte central de cada tramo de fachada, agregando contrafuertes interior y exteriormente. Una platea de cemento con hierros, a 3 metros de profundidad, abarca toda el área del edificio y recibe las cargas de las paredes perimetrales y de las columnas. Las fachadas, desligadas en lo funcional y constructivo del contenido - construídas con ladrillos prensados- , están revestidas con más de 300 mil piezas de terracota, esmaltadas y sin esmaltar, fabricadas especialmente para esta obra en Inglaterra, por la firma Royal Doulton & Co., de Londres, y la Burmantofts Company, de Leeds.

 

 Como un mecano de alta precisión, las piezas de terracota eran colocadas sobre el frente a manera de piezas premoldeadas, con su ubicación perfectamente definida en planos y con un número en su parte posterior que indicaba la posición relativa sobre los ladrillos de cada fachada. Los espesores de estas paredes oscilan entre 1,80m en PB y, 0,60 en el nivel de cornisamiento superior. Se destacan los escudos en relieve de cada una de las provincias argentinas, los de la Nación y de la Capital federal. La tonalidad terracota de PB se realza con el ocre de los sectores que sobresalen de la fachada (pilastras); contrastando con la apariencia de los paños horizontales de color celeste verdoso. Se suman ocho cariátides de hierro fundido ubicadas en las jambas de las ventanas de los cuerpos centrales en las cuatro fachadas, provistas por la firma W.Macfarrlane & Co., de Glasglow.


Implantado en la manzana determinada por la Avenida Córdoba, Riobamba, Viamonte (ex Temple) y Ayacucho, este depósito distribuidor se levantó en armonía con los edificios del barrio, tanto públicos como privados que, por entonces, se estaban construyendo activamente. El proyecto del Gran Depósito de Servicio, habla claramente de las intenciones del Gobierno Nacional de expresar la importancia de las obras de saneamiento realizadas en la Capital, en una construcción que permitiera el lucimiento negado a la infraestructura subterránea.

Referencias Históricas y Testimoniales: El gran Depósito Ingeniero Guillermo Villanueva es un caso referencial de la arquitectura del siglo XIX en el país. Constituye un testimonio fehaciente de una propuesta ornamental inédita en las construcciones de la época. El Gobierno decidió a poco de iniciadas las obras de salubridad, privatizarlas por falta de fondos oficiales. Sancionó una ley de arrendamientos de explotación y terminación de las obras, haciéndose cargo de la misma la Empresa Samuel B. Hale y Co., la que entonces, por acuerdo con la firma Water Supply and Drainage Co. Ltd., nombró a Juan B. Médici concesionario de sus derechos y obligaciones, que incluían levantar el edificio en su obra de mampostería y su estructura metálica.

 

En diciembre de 1886, fue licitada en Europa la provisión de los componentes de la estructura, la que fue contratada con la firma belga Marcinelle y Coulliet. Los ladrillos comenzaron a fabricarse en una fábrica de San Isidro. Originalmente, se pensó recubrir los cuatro frentes del edificio, con mármoles y granitos de las distintas provincias argentinas. Por cuestiones de tiempos de obtención y traslados, se modificó el proyecto para utilizar exclusivamente piezas de terracota inglesas. Con el crecimiento de la ciudad, el Depósito tuvo dificultades para abastecer agua a los edificios con más de veinte metros de altura. Se construyeron entonces dos depósitos de gravitación, de similar capacidad, en zonas más altas (Devoto y Caballito) para poder satisfacer la demanda. Desde hace aproximadamente 40 años, está fuera de uso y hoy en sus instalaciones funcionan el Museo del Patrimonio Histórico, el Archivo de Planos Domiciliarios, y dependencias administrativas de Aguas Argentinas. Este Palacio fue declarado en 1987 Monumento Histórico Nacional.

 

 

_Entre las calles Ayacucho y Junín estaba la conocida quinta de Bustillo sobre Córdoba que en 1871 rematara Florencio Madero. También Madero remato en esos tiempos la casa que había ocupado con sus hijos la viuda del Gral. Urquiza Dolores Costa. Quedaba en Riobamba entre Lavalle y Tucumán. Era un palacete con trece grandes ambientes, galpones, cocina, bodega, altillo, cochera, caballeriza, gallinero, un aljibe y un gran parque.

_180 son las columnas metálicas que conforman su estructura, dispuestas en damero.

_12 son los tanques de agua, distribuidos en 3 pisos. Los tanques del primer piso fueron desmantelados en 1915, cuando comenzó a funcionar el deposito de Caballito.

_72.300.000 de litros es su capacidad total. Para tener un parámetro debemos tener en cuenta que para 1877 Buenos Aires solo tenia un deposito de agua que proveía “nada mas” que unos módicos 2.700.000 litros (el de Plaza Lorea)

35 metros sobre el nivel del mar es su altura, esto para darle mas presión de bajada al agua almacenada.

90 x 90 metros: es la medida de la planta, con un patio central abierto de 17 metros de lado.

130.000 ladrillos esmaltados componen su frente, traídos de Bélgica e Inglaterra.

1887-1894: es le periodo que duro su construcción.

20 fueron los años que brindo su servicio a pleno.

1,80m y 0,60 son los metros del espesor sus muros.

170.000 piezas de cerámica podemos encontrar en la fachada.

Hoy funcionan en este bellísimo palacio las oficinas de AYSA, la Biblioteca Agustín González, el Archivo de Planos Históricos y domiciliarios y el Museo del Agua y de la Historia Sanitaria.

 

 
           

 

 


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