Se encuentra en Loyola al 1500-
Fue una magnífica construcción para la época.
Pedro Nolasco Calderón
El terreno había pertenecido a Pedro Nolasco Calderón capataz principal de la
finca de el
Gobernador
Rosas en Palermo, era
quien cuidaba los caballos del Gobernador y era viudo de Mercedes
Barrionuevo con quien había tenido 7 hijos y luego se casa en segundas nupcias
en san Benito de Palermo con Candelaria González, de 28 años de edad. De este
segundo matrimonio solo tuvo dos hijos. También Calderón era encargado de un matadero y saladero a orillas del arroyo Maldonado perteneciente a Rosas. Allí trabajaban 285 personas. Pedro enviuda por segunda vez luego de ocho años.
La
extensión de ese terreno abarcaría hoy unas 60 manzanas, cuyos límites serían la
Av. Corrientes y Juan B. Justo ( por entonces el
arroyo Maldonado, que
corría cielo abierto). Hoy forman parte de los barrios de Villa Crespo, Palermo,
Colegiales y Chacarita.
Agustín Comastri
Agustín
Rafael Comastri, hijo de Francisco Comastri y Clara Piedrachini,
no cumplía 30 años cuando cruzó el mar y se vino para la Argentina. Había nacido en Gragnano, comuna de Capannori, provincia de Lucca, en la región de Toscana,
Italia, en enero de 1830. Contrajo matrimonio en mayo de 1861, en la
iglesia Nuestra Señora de la Piedad con su novia de origen italiano Clementina Cataldi.
Ya instalados
decidieron comprar en un remate junto a su socio Juan Neponuceno Terrero, un terreno en la "Chacarita de los Colegiales", viviendo algunos años en una casita
modesta antes de construir su residencia. Fueron padres de diez hijos:
Francisco, Rosa, Emilia, Pedro, José, Juan, Ángel, Elisa, Luis y Pablo.
Luego en 1866 Terrero vende su parte a Comastri. Agustín Comastri, en 1875 construyó una casa de estilo neorenacentista
en su quinta de la zona de Chacarita y que era todavía un trigal. Las
actividades que emprendió Comastri en su quinta consistió en la fabricación y
venta de ladrillos, ya que disponía de varios hornos con numerosa yeguada para
amasar el barro; también se dedicó por momentos al cultivo de moreras y fue
precursor en la cría de gusanos de seda. Resultaron notables los viñedos
cultivados, con una producción de uvas capaces de transformarse en gustosos
vinos". Se supo que el establecimiento vitivinícola de Comastri producía 500
bordolesas al año con más de 100.000 pies de viñas (equivalentes a 112.000
litros de vino cada año). En el sótano de la propiedad guardaba los toneles de
vino que producía.
Como era habitual en un descampado, la casa poseía un alto mirador.
Aún
está
en pie, pero convertida en escuela desde hace años, y
se ha
venido intentando con empeño su recuperación.
Sin ser una obra singular, el Mirador es también un testimonio de
aquellos años
del neo-renacimiento.
En el jardín se
destacan especies vegetales importantes: olivos, magnolias y palmeras añosas de
gran altura. Antes había una fuente de cerámica ya desaparecida.


Este mirador
renacentista italiano
servía para
vigilar la llegada de los malones.
Está ubicado en el centro de la quinta, destaca su armoniosa cúpula, y
abarca una manzana de terreno. Está inspirada en la
Catedral de Santa María de Todos los Ángeles de Florencia, Italia. Alguna vez en
este observatorio hubo un reloj, de origen italiano, que ofreció la hora oficial
por muchos años en la región. También hubo un pararrayos- el primero en la zona-
así como una gran lámpara alimentada con gas que se encendía por las noches para
orientar a los que llegaban al lugar . En este mirador tuvo su escondite Hipólito Yrigoyen
cuando fraguaba el movimiento
cívico de 1893.


Actualmente, los miradores han
desaparecido o al menos quedan algunos perdidos entre las gigantescas masas de
cemento como" el mirador
Massue" .


La cúpula de hierro y
vitrales de colores quebrados se eleva desde casi 21 metros en la esquina de
Loyola y Bonpland.


Toda la manzana está rodeada por una base material, con una reja que
concluye en barrotes lanceolados, y con tres portones de acceso, hechos de
hierro forjado con bellos arabescos, macizos y seguros, sostenidos por dos
pilares de mampostería de sección cilíndrica, propio del estilo
arquitectónico de aquella época. Hay otros
detalles importantes: una pieza escultórica que representa a "La Madre" y un mástil para la bandera, donados por la Asociación cooperadora de la Escuela
de Educación Técnica N° 34, que funciona allí.


Las habitaciones dan
a un balcón de mampostería que bordea a toda la planta alta. Se destacan las
columnitas de material característico del estilo italiano, como se pueden
encontrar en el centro de la ciudad. Se sube por una escalera de mármol que
desemboca en otra de madera, para finalizar en un tercer tramo, de las
denominadas de caracol, construida en hierro y con adornos en forma de piñas. La
cúspide es de forma cónica, y conserva algunos de los vidrios originales de
distintos colores, su interior está pintado a mano, mide 21 metros. En la planta
baja al descender encontramos un sótano, cubierto por una tapa de madera
lustrada. Una vez abajo hay una entrada a un pasadizo.


En la planta alta hay cinco
dormitorios, baños y escalera secundaria, y finalmente una torre con
escalera caracol hasta el mirador. En total contaba con 10 habitaciones. Entre los lujos que le dieron fama al lugar
no pasaron inadvertidos la iluminación a gas y contar con el primer pararrayos
del barrio que aun puede verse. En la
terraza de la residencia se realizaban concurridas celebraciones, cuando la
cúpula estaba brillantemente iluminada. A través del sótano se accede a
diferentes túneles que, se supone, se construyeron obedeciendo a la necesidad de
una rápida y furtiva salida en casos de peligro tan frecuentes en aquellos
convulsionados momentos de la vida argentina.



El Mirador
es de planta cuadrada y tiene cuatro columnas de metal en su frente para
sostener una galería. La residencia posee dos plantas de distintas dimensiones,
y en el centro de la parte superior se eleva la torre, coronada por una Cúpula
adornada con vidrios de colores. En el interior de la casa hay un recibidor;
sobre el muro sur una estufa de mármol italiano de color castaño claro; se
encuentra una habitación amplia con un cielorraso decorativo. La planta
baja se compone además de una sala con una mesa de centro, dos dormitorios
y un baño principal; un comedor diario con una mesa para doce comensales, y un
piano. Existió también un escritorio o biblioteca, un vestíbulo, así como
también una cocina, despensa y una escalera principal.



Cielorraso de yeso
coloreado en relieve


El
conducto subterráneo continuaba hacia el este llegando hasta el
arroyo Maldonado, para
permitir una salida en casos de peligro muy frecuentes en aquellos tiempos.
También se habla de una red de túneles en la zona. Actualmente el pasaje se
encuentra cerrado. Cabe mencionar que la propiedad fue muy visitada por figuras
políticas que llegaron a presidentes. En ella pernoctaron: Roca y Pellegrini, en
los días anteriores a la revolución de 1880, cuando las Fuerzas Nacionales
acampaban en los terrenos de Chacarita de los Colegiales. Asimismo, el Gral.
Mitre y el Dr. Alem visitaron al señor Agustín Rafael Comastri en su residencia.


La familia Comastri incursionó el el arte funerario y
frente
al Cementerio del Oeste puso una marmolería.

Don Comastri falleció en 1891 a los 61 años de edad y Clementina la sobrellevó hasta
1918. Están en el Cementerio de la Chacarita en una bóveda de Mármol. Luego de
la muerte de Agustín Comastri, los herederos vendieron la propiedad al Estado,
que lo convirtió, años más tarde, en sede del actual colegio industrial Enrique
Hermitte. Con la reforma educativa de los años noventa, la propiedad pasó a
depender del Ministerio de Educación.
Don Agustín donó una importante
franja de terreno sobre la calle Dorrego y el antiguo boulevard de Corrientes
para que se pudieran tender las vías del ferrocarril que llegara al que
fuera el primer cementerio de La Chacarita (hoy parque Los Andes) tirado por la
locomotora
"la porteña". Esta locomotora tuvo mucho camino que recorrer llevando
los muertos que había dejado "la fiebre amarilla".
Las tierras habían pertenecido a los
sacerdotes ignacianos quienes las
recibieron por donación o compra de
Hernando Arias de Saavedra, gobernador
de Buenos Aires, allá por el año 1608.
Esas estancias se denominaban Chacarita
de los Padres, las que luego de la
expulsión de los sacerdotes citados en
1767, fueron conocidas por Chacarita de
los Jesuitas. Como en el lugar
descansaban los estudiantes del antiguo
colegio San Ignacio también se la llamo
Chacarita de los Colegiales, y/o también
huerto de los estudiantes.
En el predio hoy funciona la
Escuela de Educación Técnica N° 34 “Ing. Enrique Martín Hermitte”, cuya
comunidad escolar es firme defensora de su preservación. El edificio fue
declarado Monumento Histórico, pero su
estado de abandono salta a la vista.
http://www.hermitte.260mb.com

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