IGLESIA

DE

SAN IGNACIO

 

Arcón de Buenos Aires

 

 

 

IGLESIA DE SAN IGNACIO DE LOYOLA


Calle Bolívar Nº 225, esquina Alsina.

 

Forma parte del claustro del colegio San Ignacio, llamado luego San Carlos. Es de 1675 y forma parte de la Manzana de las Luces.

 

 La iglesia de San Ignacio de Loyola es la más antigua de la Ciudad. Fue construida por los jesuitas en 1675 y declarada monumento histórico en 1942. La primera construcción estuvo emplazada en la hoy Plaza de Mayo y bajo la advocación de Nuestra Señora de Loreto, pero en 1610, al ser beatificado el fundador de la Compañía de Jesús, fue rebautizada como San Ignacio de Loyola. En 1661, por razones de seguridad y defensa del fuerte de la ciudad, los jesuitas abandonaron la construcción de Plaza de Mayo y se trasladaron al solar delimitado por las actuales calles Perú, Bolívar, Alsina y Moreno, propiedad de una hacendada mujer que había enviudado sin hijos.
Al lado de la iglesia, sobre la actual calle Bolívar, los jesuitas construyeron el Colegio San Ignacio o Colegio Grande, llamado Real Colegio de San Carlos (en honor a Carlos III).

 

    

Allí acudían mucha gente necesitada e indios charrua. Todos los días se enseñaba el catecismo. La iglesia todavía cuenta con sus ladrillos originales, más largos que los actuales que se conservaron bastante bien, por lo que los trabajos de fortalecimiento se concentraron casi siempre en la argamasa donde se inyectó cemento o masa epoxi.

 

En 1661, por razones de seguridad y defensa del Fuerte de Buenos Aires, los Jesuitas debieron abandonar la construcción de Plaza de Mayo.

 

 El 20 de mayo de 1661 Alonso ordenó la mudanza del Colegio de la Compañía de Jesús. Es así que el 25 de mayo de ese año, los religiosos dejan el lugar luego de más de 50 años de permanencia. Es entonces que Doña Isabel Carvajal, viuda de Gonzalo Martel de Guzmán que fue alcalde de la Trinidad y sin hijos, donó a la Compañía de Jesús un solar con la casa en que moraba pidiendo a cambio ser enterrada allí. Allí se realiza la construcción con el aporte de tres mil pesos por parte de la Real Hacienda, el templo de madera y de adobe, terminadolo en 1675. En 1686, con el producido de los primeros hornos de ladrillos en Buenos Aires, comenzaron a levantarse la torre Sur y los muros del frente del convento que aun hoy se conservan.
 

 

La iglesia se sitúa al lado del Colegio Nacional Buenos Aires, antes Colegio de los Jesuitas ( y frente de la Librería del Colegio, antes Librería de Ávila), exactamente en el corazón del barrio Monserrat.

 

Llamada también Templo de las Luces, ha sido ámbito de acontecimientos memorables: fue Catedral interina durante los años 1775 a 1791, así como también acantonamiento de defensa contra las invasiones inglesas.

 

 

Su construcción esta inspirada en el barroco alemán. Era de adobe con techos de junco, método constructivo empleado en la primitiva Buenos Aires al no existir en la zona ni madera ni piedra y hasta la aparición de los primeros hornos de ladrillo.

 

 La historia de San Ignacio comienza en 1608 con la llegada de los primeros Jesuitas a Buenos Aires. Fue durante el gobierno de Hernandarias que llegaron esos primeros Jesuitas. Su primera iglesia y colegio se levantó en la actual Plaza de Mayo, en un solar que les donó el Cabildo. Fue una construcción de adobe con techos de junco. Dos años después toma el nombre de San Ignacio al ser beatificado Ignacio de Loyola. En 1661, los jesuitas deben abandonar la construcción por razones de seguridad y defensa del Fuerte y les donan un terreno delimitado por las actuales calles Perú, Bolívar, Alsina y Moreno.

 

 

 En 1675 se construye una segunda iglesia, también de adobe. Durante mas de 50 años la iglesia se encontraba en la Plaza de Mayo, en el espacio que va desde la estatua de Manuel Belgrano hasta la entrada del Banco Nación. 

 

 

  La torre sur tiene el privilegio de ser la construcción mas antigua de Buenos Aires, mientras que la torre del reloj fue agregada a mediados del siglo XIX por el arquitecto Felipe Senillosa. La Catedral no fue la única iglesia que tuvo comienzos modestos, y que sufrió modificaciones hasta el siglo XVIII. Casi todas sufrieron el mismo proceso. Inclusive algunas como la de San Francisco, la de San Miguel y la de San Juan fueron reformadas también en siglos posteriores. Todo el templo fue construido en 1722 con ladrillos unidos con argamasa de barro, bosta y paja, detalló el arquitecto Guillermo Frontera, titular del distrito Capital Federal y Buenos Aires de la Dirección Nacional de Arquitectura. Hacia fines del siglo XVIII  se dispuso la creación de un Seminario y la dedicación al mismo de varias habitaciones del primer piso. De la misma época sería la bóveda existente que cubre el pasaje desde el colegio al coro.

 

 

 El templo actual data de 1675, cuando se inauguró la segunda iglesia, también de adobe.

 

 

 

Desde 1662 hasta 1767, fue el Colegio de San Ignacio el gran centro intelectual y cultural de la ciudad de Buenos Aires. El 3 de noviembre de 1783, el Virrey Juan José Vértiz y Salcedo le impone el nombre de "Real Convictorio Carolingio" y más tarde, en 1863, Colegio Nacional Buenos Aires.
 

 Se destacó desde su origen, además en la música, el canto, drama y hasta en los bailes o danzas artísticas. En 1863 Mitre declara Colegio Nacional Buenos Aires al de San Ignacio. Desde entonces pasó, además, a ser propiedad del Estado. A principios de siglo se demuele el viejo colegio y se erige el actual declarado Monumento Nacional en 1943. En 1944 se le restituye por breve tiempo su histórico nombre de Colegio san Carlos y en 1945 se lo vuelve a llamar Colegio Nacional de Buenos Aires. Cumpliendo lo ordenado por la Real Cedula de Expulsión, dada por Carlos III de España, la Compañía de Jesús debió alejarse de Buenos Aires el 3 de julio de 1767. En esas mismas instalaciones, en 1772 el gobernador Juan José de Vértiz inaugura el Real Colegio de San Carlos, que funcionaba en la Manzana de las luces, que en 1783 es rebautizado con el nombre de Colegio Convictorio Carolino.

 

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(FOTOS PANORÁMICAS)

 

 

En 1823 vuelve a ser Catedral provisional y en 1830 comenzó a funcionar como parroquia al haberse dividido la de Catedral en Catedral Norte y Catedral Sur. Regresan los jesuitas a Buenos Aires en 1836 y son nuevamente expulsados en 1843.

Durante ese período ocuparon esta Iglesia, compartiendo las dependencias con el Obispo y con la Curia Eclesiástica que se encontraban allí por el mal estado del edificio de la Catedral.

El 21 de mayo de 1942 la iglesia fue declarada Monumento Histórico Nacional por decreto nº 120.412

 

El Regimiento de Patricios tuvo su cuartel provisional en un sector del Colegio Convictorio Carolino, ubicado en la manzana. Fue aquí donde se atrincheraron en el llamado motín de las trenzas, en contra de las disposiciones de su comandante Manuel Belgrano, en 1811.  

 

foto 1864- En la torre de la derecha que es la mas antigua, hay un juego de tres campanas. La mas grande es la mas vieja, pues data de 1776 y fue realizada por Francisco Naso. Las otras dos fueron fundidas por Picasso en 1858. La campana que repite las horas es de 1845. La tercera campana llamada Stella Maris es la mas moderna y fue fundida por Antonio Massa en 1860.

 

 

A la derecha de la Iglesia, subsiste parte del Antiguo COLEGIO MÁXIMO DE SAN IGNACIO. Establecimiento educativo de gran importancia para la ciudad, cesó en sus funciones a raíz de la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767.

Durante el Virreinato (gobernador Juan José de Vértiz ) se denomina REAL COLEGIO DE SAN CARLOS, albergando estudiantes ilustres: Belgrano, Saavedra, Juan J. Castelli, Moreno, Paso, Las Heras, Dorrego y Rivadavia, entre otros. 

 

 

En la torre mas vieja que es la que no tiene el reloj estan hoy las tres campanas. El reloj de la torre traído de Inglaterra, perteneció al Cabildo que fue trasladada a esta Iglesia cuando se demolió la torre y también la campana de un metro y medio de alto pertenecía al Cabildo. Este reloj fue encargado a los relojeros Juegli y Diavet. El reloj estaba carcomido por los años y la suciedad de las palomas y no funcionó durante 50 años; hasta le habían salido ramas. En el 2001, la subsecretaría de Patrimonio Cultural puso uno nuevo, que funciona. Pero como en la iglesia ya nadie lo pone en marcha, sus agujas han quedado inmóviles en las seis.

 

Foto de la torre izquierda que fue levantada en el siglo XIX y con posterioridad donde allí se colocó el reloj que perteneció al Cabildo.

 

 

 

 

 

Plaza de Mayo en 1899, se puede apreciar al fondo las torres

 de San Ignacio y la mitad del Cabildo.

 

 

El 20 de agosto de 1662, se traslada a la actual Manzana de las Luces el Colegio de San Ignacio, que ocupó una construcción provisional. En 1710, el ya citado arquitecto Kraus, realizó los planos del Claustro del Colegio e inició su obra, que se completó hacia 1729. El edificio constaba de dos plantas de características arquitectónica austeras, de cal y ladrillos; los pilares, pilastras, arquerías bóvedas de crucería, demostraban su calidad arquitectónica. Aun hoy subsiste. En 1767 en el mes de Julio 36 padres debieron acatar la orden de destierro, dictada por el rey Carlos lll, y luego de 70 años en 1836 un decreto de Rosas les permitió nuevamente integrarse a su colegio y convento, pero al resistir algunas ordenes fueron expulsados en 1841 luego que el colegio fuera asaltado por un grupo de secuaces del gobernador Rosas.

 

 

 

 

   
   

Plaza de la Victoria y recova nueva, ca. 1864
Colección Carlos Vertanesian

 

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Detalle de las columnas talladas y doradas por el artista vasco Isidro Lorea

 en un retablo de la Iglesia.

 


Luego de la expulsión de los jesuitas, esos edificios albergaron la antigua sede de la Universidad de Buenos Aires, la Academia de Medicina, el Departamento de Ciencias Exactas, y la Sala de Representantes Legislatura y Congreso Nacional.

 

 

Antigua universidad, en la Manzana de las Luces,

bajo la cual se descubrió en 1893 un complejo de red de túneles,

gran parte de ellos del siglo XVIII.
 

 

 

 

En 1767, los conflictos entre los Jesuitas y el Trono de Carlos III provocan su expulsión de todo el territorio español, incluso las colonias americanas. Debido a esto, la Iglesia pasa a ser regida por el clero secular y estuvo cerrada tres años. A mediados del siglo XVll comenzaron a aparecer en Buenos Aires un grupo de mujeres denominadas Beatas de la compañía. Eran damas piadosas y nobles matronas que habían hecho un voto de castidad y se dedicaban a la oración practicando ayunos y penitencias. Una de ellas María de la Paz Figueroa fue la que continuó con la labor de la compañía cuando se expulsó a los jesuitas. Se identificaban con un habito similar a una sotana negra, con toca y manto. cuando en 1730 se habita la casa de ejercicios espirituales para mujeres, las beatas formaron un nuevo centro para su trabajo.

 

 

 

En 1807 al producirse la segunda invasión inglesa ocuparon la iglesia. Pero los soldados fueron rechazados por el cuerpo de Patricios.

 

 

RESTAURACIONES

 

En 1891 se amplió el templo y a comienzos del siglo veinte se hacen modificaciones que dañan su estilo exterior e interior, pintándose frescos en los techos del templo y agregándose estatuas en su fachada. En 1932 gracias al arquitecto Andrés Millé la iglesia vuelve a su estilo original.

 

 

 

 

 

 

 

 

  En 1821, a causa de las reformas del Estado, gran parte de las propiedades de las órdenes religiosas son expropiadas. Su interior respeta el clásico trazado de las iglesias jesuíticas, y su fachada presenta detalles del período barroco. Igual estilo se da en los altares, cuya antigüedad también data del siglo XVIII. Frente al 263 de la calle Bolívar se encuentra la sede del Colegio Nacional Buenos Aires (dependiente de la Universidad de Buenos Aires) una construcción de estilo francés proyectada por el arquitecto Norberto Maillart.

 


 Desde 1712, según planos del jesuita Juan Krauss, comenzó a edificarse la iglesia actual, que conserva aquella torre sur y muro frontal originales: junto con un tramo de galería subterránea del desaparecido Fuerte, son los elementos arquitectónicos más antiguos de la ciudad. La construcción fue dirigida por el propio Krauss y por los Coadjutores jesuitas Andrés Blanqui y Juan Bautista Prímoli (arquitectos italianos), Juan Wolff (maestro de carpintería), y Pedro Weger (maestro de herrería). La iglesia, que responde a la tipología originada en Il Gesú de Roma (Arq. Vignola, siglo XVI), tiene planta en cruz latina, con una nave principal, dos laterales -cada una constituida por cinco capillas- y ábside rectangular.

 

 


Características singulares de San Ignacio, que comparte únicamente con la Catedral de Montevideo, son la cúpula sobre tambor cuadrangular, en el crucero, y la doble altura de las naves laterales. La fachada, cuya autoría se discute, muestra influencia del barroco bávaro.

 

El Ingeniero Felipe Senillosa la completó, a mediados del siglo XIX, agregándole la torre norte, similar a la sur, ambas rematadas por cupulines revestidos en azulejos Pas de Calais. El altar mayor, original del siglo XVII, fue tallado en madera y dorado por Isidro Lorea. En esta iglesia, que integra la Manzana de las Luces, tuvo lugar en 1821, el acto de inauguración de la Universidad de Buenos Aires.
 

 

En los terrenos pertenecientes a los jesuitas, comienza a funcionar la Universidad de Buenos Aires, la sala de representantes, la biblioteca pública, y otras actividades culturales. Los jesuitas desembarcan en Buenos Aires nuevamente en 1836. El edificio conserva, en gran medida, sus rasgos originales, aunque ha perdido el espacio del atrio por el retiro de la fachada contigua, al construirse el actual Colegio Nacional de Buenos Aires a comienzos del 1900.

 

 

El 16 de junio de 1955, el edificio fue atacado por simpatizantes del presidente Juan Domingo Perón, quienes incendiaron la Curia Eclesiástica y otras nueve iglesias de Buenos Aires.

 

 

 

La Catedral

 

La imagen del arcángel San Rafael con Tobías muestra las consecuencias del incendio de la iglesia en los turbulentos enfrentamientos con el peronismo, en 1955. Se guarda intacta, preservada por un vidrio como testimonio de ese período. Las imágenes de San José y Santiago fueron "decapitadas" y mutiladas las manos. La planta de San Ignacio tiene un parentesco indudable con las iglesias de los jesuitas en Madrid (San Isidro) y Toledo, obras ambas del Hermano Francisco Bautista".

 

Iglesia de San Ignacio profanada por los seguidores de Juan Perón en 1955- Fueron destruidos por las llamas los altares, imágenes, muebles y reliquias como la mayor parte de su estructura interior mas todos los archivos con su acervo histórico.

 

 

La Manzana de las Luces HOY-

La cúpula de la iglesia esta recubierta con azulejos blancos y azules.

 

 

 

 

 

 

 

 

Los rastros de aquella construcción están intactos en algunos rincones de la casa: las galerías altas tienen los pisos originales. Es la segunda iglesia de Buenos Aires perforada salvajemente para encontrar el oro de los jesuitas. La primera fue, hace más de diez años, la de San Telmo.

 

La iglesia se salvó gracias a la reacción del sacerdote Francisco Delamer quien una mañana de 2003 cortó la calle Bolívar para que no pasen más colectivos.

 

 

Túneles Coloniales

 

Los túneles de la manzana de las luces fueron descubiertos al azar en 1980 por medio de excavaciones. La línea A de subtes corta un túnel. Se cree que pueden haber sido proyectados por los Jesuitas. Quedan aún muchas dudas sobre su uso; se supone que fueron construidos para la defensa de la ciudad, aunque se los vincula también con el contrabando, defensa o escape de piratas e indios; cárceles o sitios de tortura; depósitos de armas durante la época de Rosas; encierro y tráfico de negros y esclavos. En el ángulo nordeste de la Ranchería del Colegio -Perú y Alsina- frente a la Manzana de las Luces, hizo construir el primer edificio teatral de Buenos Aires, con lo cual favoreció la vida social de la ciudad, y en la Manzana misma, logró rehabilitar algunas de las antiguas aulas jesuíticas e hizo reanudar en ellas la vida docente bajo el nuevo nombre de Real Colegio de San Carlos, en otro sector de la Manzana se instalo una imprenta jesuítica traída desde Córdoba, donde se hallaba abandonada, y que aqui reinició su funcionamiento con la celebre denominación de Imprenta de Niños Expósitos. También halló lugar para fundar el Protomedicato y aprovecho la vieja huerta del Colegio para hacer edificar un conjunto de casas redituables, o de alquiler.

 

 

Casi nadie en la ciudad sabía de la existencia de los túneles, excepto algunos alumnos del Colegio Nacional Buenos Aires. Se dice que ciertos alumnos se escapaban de alguna hora de clase y se escondían o se iban a fumar, y como estaban llenos de ratas se supone que de ahí derivó la palabra ratearse que usamos los alumnos cuando nos escapamos del colegio.

 

 

 

 

 

 Los primero jesuitas que vinieron para estas tierras por el río de la Plata fueron asaltados por piratas ingleses, quienes los despojan de todo y los abandonas totalmente desnudos en Carmen de patagones junto a sus naves desmanteladas. En 1568 llegan al Perú ocho religiosos con el propósito de evangelizar a los aborígenes. En 1602 Juan Romero y Juan Darío llegaron a esta ciudad procedentes de Tucumán.

 

 Detrás de la iglesia de San Ignacio y a espaldas del cuartel de “Patricios”, existía un amplio local llamado “Proveeduría o Depósito de Misiones”, donde los Padres Jesuitas guardaban justamente, los productos procedentes de sus Misiones o Reducciones que poseían en el litoral argentino-paraguayo. Pues bien, en ese lugar se alojó el Batallón de “Pardos y Morenos”, por lo que vino a ser conocido como cuartel de “Misiones o de Pardos y Morenos”. Durante la época de Rivadavia, funcionó en el mencionado edificio el Museo de Ciencias Naturales. Más tarde fue ocupado por la Universidad Nacional; funcionando luego allí parte de la Facultad de Ciencias Exactas, en la calle Perú 22. 

 

  En el subsuelo esta sepultado el prócer Juan José Castelli, siguiendo las costumbres de esas épocas donde en todos los templos se daba sepultura a personajes ilustres.

 

El 31 de Julio de 2001 comenzó a funcionar un pequeño museo y centro de arte, que abre al público el sábado con visitas guiadas que salen desde Perú 272, sede de la Manzana de las Luces. allí se exhiben 12 imágenes y objetos religiosos que datan de 1750-1850. También se muestran 17 pinturas donadas por los artistas plásticos Guillermo Roux, Marta Minujín y Luís Felipe Noé, entre otros.

 

La Librería de Ávila, frente a la iglesia de San Ignacio, es el único comercio porteño que desde 1785 se mantiene en el mismo lugar y dedicado al mismo rubro. Hacia fines de la década de 1820 comenzó a ser conocida como “Librería del Colegio”, por su cercanía con el Colegio Nacional Buenos Aires. En 1926 se construyó su actual edificio. En este lugar se edifico la primera casa de dos plantas. El farmacéutico Francisco Salvio Marull ocupo la planta alta y en planta baja se abrió la botica del  colegio donde llegaron los primeros libros que llegaron a la gran aldea.
En 2006, una revista internacional calificó a la Librería de Ávila como una de las seis mejores del mundo, por la variedad y antigüedad de sus volúmenes.

 

 

Por la madrugada del dia de 2013, un grupo de personas ingresó al establecimiento religioso, quemó el sillón del sacerdote, orinó el altar y escribió frases agraviantes. Los agresores rompieron un candado de una puerta que divide la iglesia del colegio y forma parte de la Manzana de las Luces. Además, dejaron frases ofensivas -escritas con pintura blanca- en el piso, adelante del altar y en uno de los bancos. Desde la iglesia adjudicaron el ataque a algunos alumnos del Nacional Buenos Aires.
Parece ser que los atacantes "entraron por un túnel que conecta al colegio con la iglesia”.

 

 

 

En el MUSEO DE ARTE SACRO AMALIA DE CAROL,

 de Capilla del Señor (Bs.As.), se muestran fragmentos del retablo incendiado en 1955,

de madera tallada y dorada a la hoja, donación del historiador CARLOS

DELLEPIANE.

 

Tel 02323-492981

 

 

Librería de Ávila

 

Librería de Ávila es el actual nombre de la librería más antigua de la ciudad de Buenos Aires, cuyos orígenes se remontan a fines del siglo XVIII. Tradicionalmente fue conocida como Librería del Colegio, por encontrarse a metros del Colegio Nacional de Buenos Aires.


En 1785, el farmacéutico Francisco Salvio Marull abrió en la esquina de las calles Potosí y Santísima Trinidad (hoy Adolfo Alsina y Bolívar) la tienda La Botica, primer local donde se vendieron libros en Buenos Aires, según muchos historiadores. El lugar era despensa de remedios, licores, comestibles y libros. En la botica también se vendió, en 1801, el primer periódico de Buenos Aires, el El Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata.

 

Ubicada a cien metros de la Plaza Mayor y frente al Café de Marco donde se reunieron los revolucionarios de 1810, la botica estaba también frente al Colegio Real de San Carlos, a cargo de los jesuitas primero, y luego transformado en Colegio Nacional.


En esta localización privilegiada, se instaló la Librería del Colegio hacia 1830, siendo clientes a lo largo del siguiente siglo personajes ilustres como los presidentes Bartolomé Mitre, Domingo Sarmiento y Nicolás Avellaneda y los escritores Leopoldo Lugones, Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Victoria Ocampo. Algunos de sus propietarios en el siglo XIX fueron el catalán Rafael Casagemas y el parisiense Paul Morta.

 

Hacia 1830 ya se había consolidado la que sería su actividad específica, con el nombre de Librería del Colegio, tomado primero del de San Carlos, y luego del Nacional de Buenos Aires, situado en la vereda de enfrente.

 

El establecimiento influía en no pocas denominaciones: Alsina era la calle Universidad, pero todos le decían la calle del Colegio.

 

_Hacia el año 1860 era dueño de la librería el ciudadano francés Paul Morta, quien editó el primer número de su “Almanaque Agrícola e Industrial de Buenos Aires”, los “Consejos de oro sobre la educación” dedicados a "las madres de familia y a los institutores" y las “Lecciones de Gramática Castellana” de Marcos Sastre.


_En 1939, el local fue adquirido por la Editorial Sudamericana, que lo explotó comercialmente durante 18 años, hasta que en 1967 lo vendió a una cooperativa de ex empleados de la librería, que privilegiaron la venta de libros de enseñanza por sobre la de obras de ficción.


La declinación, paulatina pero imparable, comenzó a mediados de la década del 80. En 1989 la cooperativa resignó la continuidad del negocio, y la Librería del Colegio cerró sus puertas con el sonido inequívoco de que nadie volvería al día siguiente a reabrirla. Y así quedó, durante siete años.

_Una noche de 1993, Miguel Avila -que tenía experiencia en el oficio, como ex dueño de la librería Fray Mocho- se detuvo a mirar la vetusta construcción, cuya planta baja lucía inactiva y abandonada, después de más de 200 años.

Alquiló el local al Arzobispado, propietario del edificio, y se encontró con una ardua tarea, porque, cuenta, "eso era un nido de ratas y de suciedad, con todas sus ventanas destrozadas y rajaduras en la mampostería. Hasta tuvimos que desalojar a un linyera".


Para la reparación y la recuperación del tono colonial hubo que contar con el asesoramiento de arquitectos y escenógrafos. Los trabajos demandaron casi un año, hasta septiembre de 1994, cuando al fin pudo reflotar la histórica librería, rebautizándola De Avila.

 

"Hay gente en Buenos Aires que va a necesitar este tipo de lugares", había razonado el librero, con una estimación en la que simultáneamente confluían el pasado, el presente y el futuro.
Entre títulos nuevos y usados (estos últimos merecen el párrafo que detallamos luego), hay allí ahora casi 100.000 ejemplares, con algunas "especialidades", como tango, folklore, indigenismo, Buenos Aires e historia argentina y americana.


Desde no hace mucho, en el subsuelo funciona una sala de conferencias, con capacidad para 150 personas, que los miércoles de cada mes se reúnen allí para escuchar charlas sobre temas de literatura universal. En ese ámbito se encuentran, además, los libros usados. El calificativo es común al de volúmenes ofrecidos en una feria callejera. El contenido y el valor de éstos difieren.
Veamos algunos ejemplos: una primera edición de la "Historia de San Martín", de Mitre, y otra de 1729 de "Las tres musas castellanas", escrita por Francisco de Quevedo; "Las obras morales", de Plutarco (editado en París, en 1584), o "La historia de las comunidades de Castilla", de Ferrer del Río (Madrid, 1850).


Permanecer unos minutos en el sereno ambiente de la Librería de Avila, entre anaqueles y estantes -que también exhiben artesanías y objetos de la Colonia- implica algo más que sustraerse del tráfago cotidiano: acercarse a la memoria colectiva, como ocurre también en sus vecinos, el Cabildo, la Manzana de las Luces o la catedral

 

En 1926, el viejo local de la librería fue demolido, y en su lugar se construyó uno nuevo, instalado en la planta baja y subsuelo de un edificio residencial de estilo ecléctico, proyectado por el arquitecto Ángel Pascual y el ingeniero Luis Migone, en donde permanece en la actualidad.

 

 

 

 

La Librería es testigo de una gran parte de la historia del país, como que conoce todo el gobierno de Rosas, el período de la organización nacional, los momentos de crisis, el afianzamiento, en fin, de la República y la portentosa evolución de sus instituciones fundamentales.