La torre sur tiene el privilegio de ser la construcción mas antigua de
Buenos Aires, mientras que la torre del reloj fue agregada a mediados del siglo
XIX por el arquitecto Felipe Senillosa. La Catedral no fue la
única iglesia que tuvo comienzos modestos, y que sufrió modificaciones hasta el
siglo XVIII. Casi todas sufrieron el mismo proceso. Inclusive algunas como la de
San Francisco, la de San Miguel y la de San Juan fueron reformadas también en
siglos posteriores. Todo el templo fue construido en 1722 con ladrillos unidos
con argamasa de barro, bosta y paja, detalló el arquitecto Guillermo Frontera,
titular del distrito Capital Federal y Buenos Aires de la Dirección Nacional de
Arquitectura.
Hacia fines del siglo XVIII se dispuso la creación de un Seminario y la
dedicación al mismo de varias habitaciones del primer piso. De la misma época
sería la bóveda existente que cubre el pasaje desde el colegio al coro.
El
templo actual data de 1675, cuando se inauguró la segunda iglesia, también de
adobe.
Desde
1662 hasta 1767, fue el Colegio de San Ignacio el gran centro intelectual y
cultural de la ciudad de Buenos Aires. El
3 de noviembre de 1783, el Virrey Juan José Vértiz y Salcedo le impone el nombre
de "Real Convictorio Carolingio" y más tarde, en 1863, Colegio Nacional Buenos
Aires.
Se destacó desde su origen, además en la música, el canto, drama y
hasta en los bailes o danzas artísticas. En 1863 Mitre declara Colegio Nacional Buenos Aires
al de San Ignacio. Desde entonces pasó, además, a ser propiedad del Estado. A
principios de siglo se demuele el viejo colegio y se erige el actual declarado
Monumento Nacional en 1943. En 1944 se le restituye por breve tiempo su
histórico nombre de Colegio san Carlos y en 1945 se lo vuelve a llamar Colegio
Nacional de Buenos Aires. Cumpliendo lo ordenado por la Real Cedula de
Expulsión, dada por Carlos III de España, la Compañía de Jesús debió alejarse de
Buenos Aires el 3 de julio de 1767. En esas mismas instalaciones, en 1772 el
gobernador Juan José de Vértiz inaugura el Real Colegio de San Carlos, que
funcionaba en la Manzana de las luces, que en
1783 es rebautizado con el nombre de Colegio Convictorio Carolino.
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(FOTOS PANORÁMICAS)
En 1823 vuelve a ser
Catedral provisional y en 1830 comenzó a funcionar como parroquia al haberse
dividido la de Catedral en Catedral Norte y Catedral Sur. Regresan los jesuitas
a Buenos Aires en 1836 y son nuevamente expulsados en 1843.
Durante ese período ocuparon esta Iglesia, compartiendo las dependencias con el
Obispo y con la Curia Eclesiástica que se encontraban allí por el mal estado del
edificio de la Catedral.
El 21 de mayo de 1942 la iglesia fue declarada Monumento Histórico Nacional por
decreto nº 120.412
El
Regimiento de Patricios tuvo su cuartel provisional en un
sector del Colegio Convictorio Carolino, ubicado en la
manzana. Fue aquí donde se atrincheraron en el llamado
motín de las trenzas, en contra de las disposiciones de su
comandante
Manuel Belgrano, en
1811.
foto 1864- En la torre de la
derecha que es la mas antigua, hay un juego de tres campanas. La mas grande es la
mas vieja, pues data de 1776 y fue realizada por Francisco Naso. Las otras
dos fueron fundidas por Picasso en 1858. La campana que repite las horas es de
1845. La tercera campana llamada Stella Maris es la mas moderna y fue fundida
por Antonio Massa en 1860.
A
la derecha de la Iglesia, subsiste parte del Antiguo COLEGIO MÁXIMO DE SAN
IGNACIO. Establecimiento educativo de gran importancia para la ciudad, cesó en
sus funciones a raíz de la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767.
Durante el
Virreinato (gobernador Juan
José de Vértiz
) se denomina REAL COLEGIO DE SAN CARLOS, albergando estudiantes ilustres:
Belgrano, Saavedra, Juan J. Castelli, Moreno, Paso, Las Heras, Dorrego y Rivadavia, entre otros.
En la torre mas
vieja que es la que no tiene el reloj estan hoy las tres campanas. El reloj de la
torre traído de Inglaterra, perteneció al Cabildo que fue trasladada a esta Iglesia cuando se demolió
la torre y
también la campana de un metro y medio de alto pertenecía al Cabildo. Este reloj
fue encargado a los relojeros Juegli y Diavet. El
reloj estaba carcomido por los años y la suciedad de las palomas y no funcionó
durante 50 años; hasta le habían salido ramas. En el 2001, la subsecretaría de
Patrimonio Cultural puso uno nuevo, que funciona. Pero como en la iglesia ya
nadie lo pone en marcha, sus agujas han quedado inmóviles en las seis.
|
Foto de la torre izquierda
que fue
levantada en el siglo XIX y con posterioridad donde allí se colocó el
reloj que perteneció al Cabildo.
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Plaza de
Mayo en 1899, se puede apreciar al fondo las torres
de San Ignacio y la mitad
del Cabildo.
El 20 de agosto de 1662, se traslada a la actual
Manzana de las Luces
el Colegio de San Ignacio, que ocupó una construcción provisional. En 1710,
el ya citado arquitecto Kraus, realizó los planos del Claustro
del Colegio e inició su obra, que se completó hacia 1729.
El edificio constaba de dos plantas de características arquitectónica
austeras, de cal y ladrillos; los pilares, pilastras, arquerías bóvedas de
crucería, demostraban su calidad arquitectónica. Aun hoy subsiste. En 1767 en
el mes de Julio 36 padres debieron acatar la orden de destierro, dictada por el
rey Carlos lll, y luego de 70 años en 1836 un decreto de Rosas les permitió
nuevamente integrarse a su colegio y convento, pero al resistir algunas ordenes
fueron expulsados en 1841 luego que el colegio fuera asaltado por un grupo de
secuaces del gobernador Rosas.
Plaza de la Victoria y recova nueva, ca. 1864
Colección Carlos Vertanesian
. |
Detalle de las columnas talladas y doradas por el artista vasco Isidro Lorea
en
un retablo de la Iglesia.
Luego de la expulsión de
los jesuitas, esos edificios albergaron la antigua sede de la
Universidad de Buenos Aires, la Academia de Medicina, el Departamento de
Ciencias Exactas, y la Sala de Representantes Legislatura y Congreso Nacional.
Antigua
universidad, en la Manzana de las Luces,
bajo la cual se
descubrió en 1893 un complejo de red de túneles,
gran parte de
ellos del siglo XVIII.
En 1767, los conflictos entre los Jesuitas y el Trono de Carlos III
provocan su expulsión de todo el territorio español, incluso las colonias
americanas. Debido a esto, la Iglesia pasa a ser regida por el clero
secular y estuvo cerrada tres años. A mediados del siglo XVll comenzaron a
aparecer en Buenos Aires un grupo de mujeres denominadas Beatas de la compañía.
Eran damas piadosas y nobles matronas que habían hecho un voto de castidad y se
dedicaban a la oración practicando ayunos y penitencias. Una de ellas María de
la Paz Figueroa fue la que continuó con la labor de la compañía cuando se
expulsó a los jesuitas. Se identificaban con un habito similar a una sotana
negra, con toca y manto. cuando en 1730 se habita la
casa de ejercicios espirituales
para mujeres, las beatas formaron un nuevo centro para su trabajo.
En 1807 al producirse la segunda invasión inglesa ocuparon la iglesia. Pero
los soldados fueron rechazados por el cuerpo de Patricios.
RESTAURACIONES
En 1891 se amplió el templo
y a comienzos del siglo veinte se hacen modificaciones que dañan su estilo
exterior e interior, pintándose frescos en los techos del templo y agregándose
estatuas en su fachada. En 1932 gracias al arquitecto Andrés Millé la iglesia
vuelve a su estilo original.
En 1821, a causa de las reformas del Estado, gran parte de las
propiedades de las órdenes religiosas son expropiadas.
Su interior respeta el
clásico trazado de las iglesias jesuíticas, y su fachada presenta detalles del
período barroco. Igual estilo se da en los altares, cuya antigüedad también data
del siglo XVIII.
Frente al 263 de la calle Bolívar se encuentra la sede del
Colegio Nacional
Buenos Aires (dependiente de la Universidad de Buenos Aires) una
construcción de estilo francés proyectada por el arquitecto Norberto Maillart.
Desde
1712, según planos del jesuita Juan Krauss, comenzó a edificarse la iglesia
actual, que conserva aquella torre sur y muro frontal originales: junto con un
tramo de galería subterránea del desaparecido Fuerte, son los elementos
arquitectónicos más antiguos de la ciudad. La construcción fue dirigida por el
propio Krauss y por los Coadjutores jesuitas Andrés Blanqui y Juan Bautista
Prímoli (arquitectos italianos), Juan Wolff (maestro de carpintería), y Pedro Weger
(maestro de herrería). La iglesia, que responde a la tipología originada en Il
Gesú de Roma (Arq. Vignola, siglo XVI), tiene planta en cruz latina, con una
nave principal, dos laterales -cada una constituida por cinco capillas- y ábside
rectangular.
Características singulares de San
Ignacio, que comparte únicamente con la Catedral de Montevideo, son la cúpula
sobre tambor cuadrangular, en el crucero, y la doble altura de las naves
laterales. La fachada, cuya autoría se discute, muestra influencia del barroco
bávaro.
El Ingeniero Felipe Senillosa la completó, a mediados del siglo XIX,
agregándole la torre norte, similar a la sur, ambas rematadas por cupulines
revestidos en azulejos Pas de Calais. El altar mayor, original del siglo XVII,
fue tallado en madera y dorado por Isidro Lorea. En esta iglesia, que integra la
Manzana de las Luces, tuvo lugar en 1821, el acto de inauguración de la
Universidad de Buenos Aires.
En los terrenos pertenecientes a los jesuitas, comienza a funcionar la
Universidad de Buenos Aires, la sala de representantes, la biblioteca
pública, y otras actividades culturales. Los jesuitas desembarcan en Buenos
Aires nuevamente en 1836. El edificio conserva, en gran medida, sus rasgos
originales, aunque ha perdido el espacio del atrio por el retiro de la
fachada contigua, al construirse el actual Colegio Nacional de Buenos Aires
a comienzos del 1900.
El 16 de junio de 1955, el
edificio fue atacado por simpatizantes del presidente Juan Domingo Perón,
quienes incendiaron la Curia Eclesiástica y otras nueve iglesias de Buenos
Aires.
La Catedral
La imagen del arcángel San Rafael con Tobías muestra las consecuencias del
incendio
de la iglesia en los turbulentos enfrentamientos con el peronismo, en 1955. Se
guarda intacta, preservada por un vidrio como testimonio de ese período. Las
imágenes de San José y Santiago fueron "decapitadas" y mutiladas las manos.
La planta de San Ignacio tiene un parentesco indudable con las iglesias de los
jesuitas en Madrid (San Isidro) y Toledo, obras ambas del Hermano Francisco
Bautista".
Iglesia de San Ignacio profanada por los seguidores de Juan
Perón en 1955- Fueron destruidos por las llamas los altares, imágenes, muebles y reliquias como
la mayor parte de su estructura interior mas todos los archivos con su
acervo histórico.
La Manzana de las
Luces HOY-
La cúpula de la iglesia esta recubierta con azulejos blancos y
azules.
Los rastros de aquella construcción están
intactos en algunos rincones de la casa: las galerías altas tienen los pisos
originales. Es la segunda iglesia de Buenos Aires perforada
salvajemente para encontrar el oro de los jesuitas. La primera fue, hace más
de diez años, la de San Telmo.
La iglesia se salvó gracias
a la reacción del sacerdote Francisco Delamer quien una mañana de 2003 cortó la
calle Bolívar para que no pasen más colectivos.
Los túneles de la manzana de las luces fueron
descubiertos al azar en 1980 por medio de excavaciones.
La línea A de subtes corta un túnel. Se cree que
pueden haber sido proyectados por los Jesuitas. Quedan aún muchas dudas sobre
su uso; se supone que fueron construidos para la defensa de la ciudad, aunque
se los vincula también con el contrabando, defensa o escape de piratas e
indios; cárceles o sitios de tortura; depósitos de armas durante la época de
Rosas; encierro y tráfico de negros y esclavos.
En
el ángulo nordeste de la Ranchería del Colegio -Perú y Alsina- frente a la
Manzana de las Luces, hizo construir el primer edificio teatral de Buenos
Aires, con lo cual favoreció la vida social de la ciudad, y en la Manzana
misma, logró rehabilitar algunas de las antiguas aulas jesuíticas e hizo
reanudar en ellas la vida docente bajo el nuevo nombre de Real Colegio de San
Carlos, en otro sector de la Manzana se instalo una imprenta jesuítica traída
desde Córdoba, donde se hallaba abandonada, y que aqui reinició su
funcionamiento con la celebre denominación de
Imprenta de Niños Expósitos.
También halló lugar para fundar el Protomedicato y aprovecho la vieja huerta
del Colegio para hacer edificar un conjunto de casas redituables, o de
alquiler.
Casi nadie en la ciudad sabía de la existencia de los
túneles, excepto algunos alumnos del Colegio Nacional
Buenos Aires. Se dice que ciertos alumnos se escapaban
de alguna hora de clase y se escondían o se iban a
fumar, y como estaban llenos de ratas se supone que de
ahí derivó la palabra ratearse que usamos los alumnos
cuando nos escapamos del colegio.
Los
primero jesuitas que vinieron para estas tierras por el río de la Plata fueron
asaltados por piratas ingleses, quienes los despojan de todo y los abandonas
totalmente desnudos en Carmen de patagones junto a sus naves desmanteladas.
En 1568 llegan al Perú ocho religiosos con el propósito de evangelizar a los
aborígenes. En 1602 Juan Romero y Juan Darío llegaron a esta ciudad
procedentes de Tucumán.
Detrás de la iglesia de San
Ignacio y a espaldas del cuartel de “Patricios”, existía un amplio local llamado “Proveeduría o Depósito de Misiones”, donde los Padres Jesuitas guardaban
justamente, los productos procedentes de sus Misiones o Reducciones que poseían
en el litoral argentino-paraguayo. Pues bien, en ese
lugar se alojó el Batallón de “Pardos y Morenos”, por lo que vino a ser conocido
como cuartel de “Misiones o de Pardos y Morenos”. Durante
la época de Rivadavia, funcionó en el mencionado edificio el Museo de Ciencias
Naturales. Más tarde fue ocupado por la Universidad Nacional; funcionando luego
allí parte de la Facultad de Ciencias Exactas, en la calle Perú 22.
En el subsuelo esta sepultado el
prócer Juan José Castelli, siguiendo las costumbres de esas épocas donde en
todos los templos se daba sepultura a personajes ilustres.
El 31
de Julio de 2001 comenzó a funcionar un pequeño museo y centro de
arte, que abre al público el sábado con visitas guiadas que salen
desde Perú 272, sede de la Manzana de las Luces. allí se exhiben 12
imágenes y objetos religiosos que datan de 1750-1850. También se
muestran 17 pinturas donadas por los artistas plásticos Guillermo
Roux, Marta Minujín y Luís Felipe Noé, entre otros.
La
Librería de Ávila, frente a la iglesia de San Ignacio, es el único
comercio porteño que desde 1785 se mantiene en el mismo lugar y
dedicado al mismo rubro. Hacia fines de la década de 1820 comenzó a
ser conocida como “Librería del Colegio”, por su cercanía con el
Colegio Nacional Buenos Aires. En 1926 se construyó su actual
edificio. En este lugar se edifico la primera casa de dos plantas. El
farmacéutico Francisco Salvio Marull ocupo la planta alta y en
planta baja se abrió la botica del colegio donde llegaron los
primeros libros que llegaron a la gran aldea.
En 2006, una revista internacional calificó a la Librería de Ávila
como una de las seis mejores del mundo, por la variedad y antigüedad
de sus volúmenes.
Por
la madrugada del dia de 2013, un grupo de personas ingresó al establecimiento
religioso, quemó el sillón del sacerdote, orinó el altar y escribió frases
agraviantes. Los agresores rompieron un candado de una puerta que divide la
iglesia del colegio y forma parte de la Manzana de las Luces. Además, dejaron
frases ofensivas -escritas con pintura blanca- en el piso, adelante del altar y
en uno de los bancos. Desde la iglesia adjudicaron el ataque a algunos alumnos
del Nacional Buenos Aires.
Parece ser que los atacantes "entraron por un túnel que conecta al colegio con
la iglesia”.
En el MUSEO DE
ARTE SACRO AMALIA DE CAROL,
de Capilla
del Señor (Bs.As.), se muestran fragmentos del retablo
incendiado en 1955,
de madera tallada
y dorada a la hoja, donación del historiador CARLOS
Librería de Ávila
Librería de Ávila es el
actual nombre de la librería más antigua de la ciudad de Buenos Aires, cuyos
orígenes se remontan a fines del siglo XVIII. Tradicionalmente fue conocida como
Librería del Colegio, por encontrarse a metros del Colegio Nacional de Buenos
Aires.
En 1785, el farmacéutico Francisco Salvio Marull abrió en la esquina de las
calles Potosí y Santísima Trinidad (hoy Adolfo Alsina y Bolívar) la tienda La
Botica, primer local donde se vendieron libros en Buenos Aires, según muchos
historiadores. El lugar era despensa de remedios, licores, comestibles y libros.
En la botica también se vendió, en 1801, el primer periódico de Buenos Aires, el
El Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de
la Plata.
Ubicada a cien metros de la
Plaza Mayor y frente al Café de Marco donde se reunieron los revolucionarios de
1810, la botica estaba también frente al Colegio Real de San Carlos, a cargo de
los jesuitas primero, y luego transformado en Colegio Nacional.
En esta localización privilegiada, se instaló la Librería del Colegio hacia
1830, siendo clientes a lo largo del siguiente siglo personajes ilustres como
los presidentes Bartolomé Mitre, Domingo Sarmiento y Nicolás Avellaneda y los
escritores Leopoldo Lugones, Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy
Casares y Victoria Ocampo. Algunos de sus propietarios en el siglo XIX fueron el
catalán Rafael Casagemas y el parisiense Paul Morta.
Hacia 1830 ya se había
consolidado la que sería su actividad específica, con el nombre de Librería del
Colegio, tomado primero del de San Carlos, y luego del Nacional de Buenos Aires,
situado en la vereda de enfrente.
El establecimiento influía
en no pocas denominaciones: Alsina era la calle Universidad, pero todos le
decían la calle del Colegio.
_Hacia el año 1860 era dueño
de la librería el ciudadano francés Paul Morta, quien editó el primer número de
su “Almanaque Agrícola e Industrial de Buenos Aires”, los “Consejos de oro sobre
la educación” dedicados a "las madres de familia y a los institutores" y las
“Lecciones de Gramática Castellana” de Marcos Sastre.
_En 1939, el local fue adquirido por la Editorial Sudamericana, que lo explotó
comercialmente durante 18 años, hasta que en 1967 lo vendió a una cooperativa de
ex empleados de la librería, que privilegiaron la venta de libros de enseñanza
por sobre la de obras de ficción.
La declinación, paulatina pero imparable, comenzó a mediados de la década del
80. En 1989 la cooperativa resignó la continuidad del negocio, y la Librería del
Colegio cerró sus puertas con el sonido inequívoco de que nadie volvería al día
siguiente a reabrirla. Y así quedó, durante siete años.
_Una noche de 1993, Miguel Avila -que tenía experiencia en el oficio, como ex
dueño de la librería Fray Mocho- se detuvo a mirar la vetusta construcción, cuya
planta baja lucía inactiva y abandonada, después de más de 200 años.
Alquiló el local al Arzobispado, propietario del edificio, y se encontró con una
ardua tarea, porque, cuenta, "eso era un nido de ratas y de suciedad, con todas
sus ventanas destrozadas y rajaduras en la mampostería. Hasta tuvimos que
desalojar a un linyera".
Para la reparación y la recuperación del tono colonial hubo que contar con el
asesoramiento de arquitectos y escenógrafos. Los trabajos demandaron casi un
año, hasta septiembre de 1994, cuando al fin pudo reflotar la histórica
librería, rebautizándola De Avila.
"Hay gente en Buenos Aires
que va a necesitar este tipo de lugares", había razonado el librero, con una
estimación en la que simultáneamente confluían el pasado, el presente y el
futuro.
Entre títulos nuevos y usados (estos últimos merecen el párrafo que detallamos
luego), hay allí ahora casi 100.000 ejemplares, con algunas "especialidades",
como tango, folklore, indigenismo, Buenos Aires e historia argentina y
americana.
Desde no hace mucho, en el subsuelo funciona una sala de conferencias, con
capacidad para 150 personas, que los miércoles de cada mes se reúnen allí para
escuchar charlas sobre temas de literatura universal. En ese ámbito se
encuentran, además, los libros usados. El calificativo es común al de volúmenes
ofrecidos en una feria callejera. El contenido y el valor de éstos difieren.
Veamos algunos ejemplos: una primera edición de la "Historia de San Martín", de
Mitre, y otra de 1729 de "Las tres musas castellanas", escrita por Francisco de
Quevedo; "Las obras morales", de Plutarco (editado en París, en 1584), o "La
historia de las comunidades de Castilla", de Ferrer del Río (Madrid, 1850).
Permanecer unos minutos en el sereno ambiente de la Librería de Avila, entre
anaqueles y estantes -que también exhiben artesanías y objetos de la Colonia-
implica algo más que sustraerse del tráfago cotidiano: acercarse a la memoria
colectiva, como ocurre también en sus vecinos, el Cabildo, la Manzana de las
Luces o la catedral
En 1926, el viejo local de
la librería fue demolido, y en su lugar se construyó uno nuevo, instalado en la
planta baja y subsuelo de un edificio residencial de estilo ecléctico,
proyectado por el arquitecto Ángel Pascual y el ingeniero Luis Migone, en donde
permanece en la actualidad.
La Librería es testigo de
una gran parte de la historia del país, como que conoce todo el gobierno de
Rosas, el período de la organización nacional, los momentos de crisis, el
afianzamiento, en fin, de la República y la portentosa evolución de sus
instituciones fundamentales.