Los buques
que desembarcaban emigrantes en el puerto de Buenos Aires, aparte de la tercera
clase, disponían también de una confortable segunda -los inmigrantes eran
definidos por la ley Argentina como aquellos que llegaban en segunda o tercera
clase- y algunos en una lujosa primera clase. En la tercera clase viajan la mayoría de los
emigrantes; la segunda en cambio venían emigrantes que habían hecho fortuna y se podían permitir un viaje más cómodo,
como pequeños comerciantes, y el clero.
En la primera
clase iban los ricos argentinos
de regreso, y luego franceses, españoles, brasileños. A éstos deben agregarse
los médicos de a bordo, los oficiales, los sacerdotes. Siguen el mismo
itinerario pero constituyen trayectorias paralelas, divididas entre sí por un
abismo social. Durante el viaje, los pasajeros de primera y de segunda son
preservados rigurosamente de las incursiones de los de tercera, mientras que a
ellos les está permitido, y con poco riesgo, irrumpir en el otro territorio.
En
1876 se dictó la Ley 817, conocida como LEY AVELLANEDA, que dio un gran impulso a la inmigración y la
colonización. En las últimas décadas del siglo XIX se iniciaron las fuertes
oleadas migratorias, especialmente desde Europa. En 1904, se registraron 125.567
ingresos; dos años después, ya superaban los 252.000. El año de mayor afluencia
fue 1913, cuando llegaron 302.047 inmigrantes. En 1914, la población argentina
era de 7.885.237 habitantes. Esto da una dimensión del impacto que causó en
nuestra sociedad el ingreso de alrededor de 2 millones de extranjeros en sólo
una década que, como era de suponer, eran en su gran mayoría italianos y
españoles.


Desde mediados del Siglo XIX el medio de
transporte hacia los puertos fue el ferrocarril, y los barcos a vela
fueron siendo reemplazados por los vapores.
El extraordinario impulso que la navegación transoceánica recibió
durante toda la segunda mitad del Siglo XIX y hasta la Primera Guerra
Mundial fue el vehículo, no sólo técnico - material sino también económico
de la gran emigración europea hacia el Nuevo Mundo.
Se promulga la ley de colonización
e inmigración del año 1876-
La ley decía que se
consideraba inmigrante aquella persona que llegue en un barco a vapor o
a vela, en segunda o tercera clase y que tenga menos de 60 años libre de
defectos físicos o enfermedades.
El súbito aumento de la
población trae aparejado el hacinamiento, la precariedad de viviendas y
el brote de enfermedades contagiosas.
En
ese momento los valores de las tierras llegan a niveles inalcanzables.


Entre 1870 y 1929 llegaron a la Argentina millones
de inmigrantes europeos (de los cuales algo más de 3 millones permanecieron en
el país), registrándose un pico máximo durante el período 1901-1910. Entre
quienes regresaban a su patria había algunos, principalmente italianos, que sólo
venían transitoriamente para las cosechas; por otra parte, en particular,
italianos, franceses y británicos retornaron a sus países par enrolarse durante
la Primera Guerra Mundial.


Foto de 1888- Buque Regina Margherita
En Buenos Aires no solo no se exigía la
naturalización al extranjero sino que se lo dejaba en plena libertad. Había
escuelas para que sus hijos fueran educados. Cada hogar conservaba intactas sus
propias tradiciones.
Hoteles de
inmigrantes
El 17 de julio de 1857 se aprueba por unanimidad el texto del contrato de
alquiler del local destinado a los inmigrantes. El edificio ocupaba un frente
sobre la calle Corrientes, con su puerta principal correspondiente al Nro. 8 de
la citada arteria. Se desprende que el primer grupo de inmigrantes que se alojó
en el asilo lo hizo el 13/8/1857, procedente del Havre. Aquel primer grupo
estaba constituido por 36 personas, todas de nacionalidad suiza, compuesto por 7
hombres, 7 mujeres, 11 niños y 11 niñas. Treinta de sus componentes figuraban
como labradores y seis sin profesión. Entre el 13 de agosto de 1857 y el 11 de
marzo de 1859, fueron alojados en el asilo 462 personas; 260 eran hombres, 169
mujeres, 82 niños y 45 niñas: 202 figuraban como labradores, 161 como obreros y
98 sin profesión. Sus nacionalidades eran: 142 suizos, 70 españoles, 127
franceses, 64 lombardos, 10 belgas, 33 sardos, 8 prusianos, 2 holandeses y 6
toscanos.
Con fecha de 5 de enero de 1874 la Comisión de
Inmigración recibió una orden de la Municipalidad de cerrar el asilo de la calle
Corrientes y no alojar en él a ningún inmigrante.
No encontrándose en los suburbios "casa aparente",
la municipalidad cedió en Palermo un terreno de 8 manzanas
en el que se construyeron casillas de madera y se instalaron 30 carpas para 10 y
hasta 30 personas cada una. Este fue el que se dio en llamar el "Asilo de Inmigrantes Provisorio de Palermo".
El 14 de enero se
trasladaron a este "Asilo Provisorio" 300 emigrantes de los cuales algunos
cayeron enfermos de la epidemia de cólera que ya azotaba a la ciudad.
El día 27, la municipalidad
ordenó levantar el campamento de Palermo
poniéndose a disposición de la aún llamada Comisión, la "Quinta Bollini" que
estaba situada en la calle Chamango (hoy Avenida Las Heras) entre Bustamante y
Bollini (hoy Billinghurst). Los propietarios arrendaron la "Quinta" con la
condición de que no se hicieran cambios en las instalaciones, ni obras en los
edificios. No disponía de cocinas suficientes ni de comodidades para el servicio
de las comidas; fue por esta razón que, cada mañana y cada noche, los
inmigrantes que allí estaban "asilados" debían trasladarse a las instalaciones
de Palermo para su almuerzo y cena. Algunos días después se declaró allí también
el cólera. Con el objeto de paliar la situación durante aquel enero se
despacharon directamente al interior 598 emigrantes que, a poco de su llegada
encontraron trabajos remunerativos. Pasada la epidemia, los inmigrantes fueron
enviados nuevamente al local de la calle Corrientes, en espera de la
finalización de las obras del Asilo que se construía en la ribera.
El 20 de agosto se autorizan los gastos para contratar el terreno sólo por
un año (pensaban terminar al otro) y realizar las obras pertinentes. Éste
ocupaba parte de la actual
Plaza San Martín. El 10 de
noviembre de 1874 hubo un traslado de inmigrantes a este sitio, que duró hasta
1882. Luego los ocupantes fueron trasladados al hotel de Cerrito.
El 3 de noviembre de 1881 se aprueba el contrato para instalar el Asilo de
Inmigrantes en el local que había servido para la exposición Industrial y
Artística Italiana en Cerrito entre Arenales y Juncal. Como el lugar quedó
completo rápidamente, el 5 de enero de 1884 se propone levantar habitaciones en
el terreno alquilado para ensanchar las instalaciones en razón del aumento de su
población. Con el tiempo se deteriora y se hace inhabitable. Finalmente queda
así hasta principios de 1888. En 1884 el cólera afectó nuevamente a la población
y fue causa de gran parte de la emigración a las "cuadras" de
los terrenos de la Exposición Rural y a diferentes cuarteles. El 29 de
noviembre del mismo año se extiende una orden de pago para un hotel de
inmigrantes en San Fernando. Su uso fue intermitente.
El 29 de octubre de 1883 se aprueba la construcción del edificio en la manzana:
Paseo Colón, Balcarce, San Juan y Comercio (hoy, Humberto I). Se traba la
construcción por protesta de vecinos, por la existencia de una iglesia a media
cuadra y por el interés de los propietarios. Entonces no se continuó con el
proyecto y se siguió utilizando Cerrito, San Fernando y el de Caballito.
San Fernando y Caballito
El Asilo de San Fernando se usaba en forma temporaria cuando arribaban oleadas
grandes de inmigrantes o en las epidemias de cólera. Se supone que se usó hasta
principio de los años 90. El 9 de abril de 1886 se arrienda la quinta del Dr.
José Ocantos en Caballito y el 27 de enero de 1887 se ordena trasladar allí un
grupo de inmigrantes después de haber hecho las reparaciones necesarias. Esto
generó la protesta de los vecinos como en los otros casos, aunque no llegó a
mayores porque el uso del Asilo fue esporádico y en abril del 88 caduca el
contrato de alquiler sin extender el mismo.

La fiebre amarilla
En 1852 se desata la epidemia
de fiebre amarilla. El foco infeccioso se concentró en San Telmo, Barracas y
Montserrat, lugares tradicionales de familias “patricias” que abandonaron sus
enormes mansiones para trasladarse a Recoleta y Barrio Norte. Aquellas casonas
encontrarían rápidamente un nuevo destino muy redituable para sus dueños que
vieron en el aluvión inmigratorio, una gran oportunidad productiva en sus
propiedades abandonadas. Los palacetes fueron transformados en verdaderos
palomares, con habitaciones sin ventanas y con un solo baño para cientos de
personas. El puerto durante el brote fue puesto en cuarentena y las provincias
limítrofes impidieron el ingreso de personas y mercaderías procedentes de Buenos
Aires. La ciudad
tenía solamente 40 coches fúnebres y los ataúdes se apilaban en las esquinas a
la espera de que coches con recorrido fijo los transportasen. Debido a la gran
demanda, se sumaron los coches de plaza, que cobraban tarifas excesivas. El
mismo problema con los precios se dio con los medicamentos, que en verdad poco
servían como para aliviar los síntomas. Como eran cada vez más los muertos, y
entre ellos se contaban los carpinteros, dejaron de fabricarse los ataúdes de
madera para comenzar a envolverse los cadáveres en trapos. Por otra parte, los
carros de basura se incorporaron al servicio fúnebre y se inauguraron fosas
colectivas. El
Ferrocarril Oeste de Buenos Aires
extendió una línea a lo largo de la
Avenida Corrientes
hasta ese cementerio, inaugurando así el llamado tren de la muerte, que
realizaba dos viajes diarios sólo para transportar cadáveres. El trayecto se
iniciaba desde la estación Bermejo, situada en la esquina sudoeste de la
calle homónima (hoy Jean Jaurés) con la avenida. Además del depósito de
cadáveres de Bermejo, tenía otros dos en la esquina sudoeste de Corrientes y
Medrano; y Corrientes y Scalabrini Ortiz (entonces llamada Camino Ministro
Inglés), ángulo sudeste.

EL HOTEL DE LA ROTONDA
Conocido también como
el "Hotel de Inmigrantes Redondo", se encontraba en algún lugar de la Ribera,
aproximadamente donde Hoy se sitúa el edificio de la "terminal del Ferrocarril
General Belgrano", en el anden 9.
Es el que quedó más
documentado fotográficamente. Se usó durante dos décadas y estaba compuesto por
dos cuerpos adosados pero distinguibles:
a) Poligonal: la gente creía que era el único edificio que componía el hotel. Se
sospecha que sólo había dormitorios en ese cuerpo.
b) Alargado rectangular: compuesto por cocinas, comedores, sanitarios, baños,
oficina de administración, patios y tanques de agua.
Se lo amplió varias veces dado que se dudaba si iba a ser finalmente el edificio
final . Se ocupó el 27 de enero del 88 finalizando su uso en julio de 1911.


Antiguo Hotel de Inmigrantes, conocido
como
"La Rotonda" que funcionó hasta el año 1910.

Primer
hotel de inmigrantes



hotel de inmigrantes 1887


haga
click en la imagen para ampliar (fotos panorámicas)


Los inmigrantes recién llegados
ocupaban varios oficios...de cocheros, cocineros, mozos, sirvientes y porteros.
También muchos se ofrecían para la construcción.


El muelle
de pasajeros, que estaba ubicado en el bajo de la Merced, entre Piedad (hoy
Bartolomé Mitre) y Cangallo, frente al Paseo de Julio. Foto de 1888.
Construcción de Puerto Madero, fotografía de Dársena Norte, a la izquierda
gasómetro de la Compañía Primitiva de Gas y parte del antiguo Hotel de
Inmigrantes-


El Hotel De La Rotonda albergó solamente en 1888 alrededor de 70.000
inmigrantes, con una capacidad de albergar a 2.500 personas, esto refleja la
insipiente cantidad de inmigrantes que llegaron a Buenos Aires en esa época.
Nuevamente se piensa en la necesidad de contar con otro edificio. El Hotel De La
Rotonda siguió siendo utilizado hasta 1911, año en que lo demolieron para
construir la nueva estación de Retiro.



Hotel de inmigrantes en
Buenos Aires
Antártida Argentina 1355
Entre 1908 y 1911 se inauguró el que seria el definitivo y ultimo Hotel de
Inmigrantes de Buenos Aires. Ocupaba 6 hectáreas de Puerto Nuevo. Contaba con un desembarcadero propio que
fue concluido en 1908, antes que el propio Hotel.
Tenia varios pabellones donde funcionaron el
depósito de equipajes, un hospital, la oficina de correos y telégrafos, y
también la oficina de trabajo. En enero de 1911, el predio con el hotel fue
inaugurado por el Presidente Roque Sáenz Peña. En el sitio hoy ocupado por la
escuela de Guerra Naval funcionó el antiguo desembarcadero, primera puerta de
entrada al pais, que tenia la función de verificar la documentación y aptitud
sanitaria de las personas. En tierra se encaminaban hasta el hotel donde eran
selladas sus "carteras de identidad", hoy pasaportes.


Con
la creación del Ministerio de Agricultura, en 1898, se gestionó la construcción
de un Hotel de Inmigrantes “definitivo” y un desembarcadero para los recién
llegados. Hasta ese momento, el Hotel de la Rotonda –ubicado en Retiro– había
funcionado como lugar de alojamiento. La obra en el Predio de la Dirección
Nacional de Migraciones comenzó en 1905, ejecutada por los constructores
italianos Udina y Mosca, y la concluyó, tras superar varias dificultades, el alemán Kronffuss.
Ahí, al costado de la Dársena Norte, está el Hotel de Inmigrantes, un viejo
edificio, cuyo destino suele variar con las necesidades de la burocracia.

En la
época de la inmigración, era eso que dice el nombre: Hotel, y ahí se alojaban
los inmigrantes sin recursos, muchos con numerosa prole, a la espera de su
primer trabajo. Allí estaba algo así como el trampolín de su destino. Del Hotel
de Inmigrantes al conventillo se marcaron los primeros pasos en la ciudad; eran
las puertas del misterio y la esperanza, después de los largos días en el
hacinamiento de las terceras de a bordo.


Los
inmigrantes tenían el derecho de alojarse gratuitamente durante un mínimo de
cinco días en El Hotel de Inmigrantes hasta conseguir trabajo.
A la salida del hotel estaban los
“promotores” de los conventillos, subidos en carros que trasladaban a los
inmigrantes hacia su nuevo destino. No había contratos de alquiler, el primer
recibo de pago se lo daban a los tres meses para poder desalojarlo por falta de
pago cuando el “encargado” o propietario así lo dispusiese.
Sobre un terreno aislado de la ciudad, en
Dársena Norte, fueron edificándose los
pabellones del conjunto, dispuestos a lo largo del muelle, alrededor de una
plaza central: el Desembarcadero alojaba aduana, prefectura, salas de espera y
revisión de equipajes que se hacia en el deposito de equipajes; sobre la avenida, la Dirección y la Oficina de Trabajo,
cuya función era la de procurar empleo a los inmigrantes y organizar su traslado
a donde hubieran sido solicitados; a continuación, los Lavaderos y el Hospital,
que atendía a los inmigrantes enfermos y efectuaba el control sanitario.
El desembarcadero se terminó mucho antes que el hotel. El 8 de diciembre de 1907
se entregó el edificio del desembarcadero al Ministerio de Agricultura, en su
Dirección de Inmigración, como una sección del Hotel de Inmigrantes. Se libró al
servicio el 20 de marzo de 1908. En aquel mismo año se terminaron también las
obras que comprendían los pabellones de la administración del hotel, la oficina
de Pasaportes, las de Correos y Telégrafos, la de Informaciones, las del Banco,
las de los empleados de guardia, la del jefe de Oficina de Trabajo, la de
Expedición, el depósito de equipajes y las casas que correspondían al
administrador y al jefe de la Oficina de Trabajo y sus familias. También se
terminó en aquel año el pabellón de la dirección.


Ubicado frente al río y sobre la ribera, fue
construido en el año 1887 por el ingeniero Federico Stavelius. Fueron tres pisos
que ofrecían una vista panorámica del Bs. As. de aquel entonces. El hotel era
inmenso y podía albergar en sus dos edificios adosados a montones de inmigrantes
que llegaban al lugar con un tranvía abierto tirado por caballos. Con el paso
del tiempo este espacio se convirtió en un foco infeccioso de enfermedades, de
esta forma se originaron proyectos alternativos para construir un nuevo edificio
mas grande.
La llegada era el momento deseado por todos. Desembarcaban arrastrando
baúles, pertenencias propias difíciles de embalar y tomando de la mano
fuertemente a sus hijos pequeños.
En la actualidad es la sede de la Dirección Nacional de Migraciones.


Este edificio todavía se encuentra en pie, ubicado en la Avenida Antártida
Argentina hacia atrás del sector de Catalinas y en la actualidad funcionan allí
algunas dependencias de la Dirección Nacional de Migraciones.
El edificio imponente se levanta frente al Parque
Central, cubierto de plantas bajas y flores
que formaban pequeños jardines.


El edificio del Hotel, replanteado por el Arq. Juan Kronfuss, se terminó en
1912. El edificio, en el que se
destacaba por su volumen simétrico, con fachadas de líneas simples y sobria
ornamentación que enfatizaban el acceso principal. La vanguardista estructura
permitía salones de grandes luces.
La construcción era de calidad: todas las
paredes estaban revestidas de mosaicos blancos traídos de Europa y las escaleras
eran de mármol de Carrara.
El declive de la inmigración desde principios de
los '50 señaló el fin de la historia del Hotel.



Ocupa una superficie total de 10.645 metros
cuadrados en sus cuatro niveles. En la planta baja se encontraba el gran
comedor, donde podían alimentarse 700 personas por cada turno, en las cuatro
comidas. Además disponía de cocina, comedor de empleados, biblioteca, lavaderos,
sector de talleres e intendencia. En promedio, los inmigrantes permanecían allí
unos cinco días.
FOTO 1890.


Las obras del Hotel se adjudicaron en
1905 a los constructores Udina y Mosca, de origen italiano.
Mientras se llevaban a cabo las obras, los inmigrantes comían y dormían
en lo que había sido el panorama de Retiro, conocido como la "Rotonda", a
pocas cuadras de la nueva edificación. De esta forma, los inmigrantes, una vez desembarcados, se iban caminando
hasta allí, donde eran alojados. Cada uno de estos edificios cumplió una función determinante en la
organización general de las tareas vinculadas a la inmigración. foto 1910-
La vida
durante su estadía en el hotel
A los
inmigrantes los despertaban las celadoras, muy temprano. El desayuno consistía
en café con leche, mate cocido y pan horneado en la panadería del hotel. Durante
la mañana las mujeres se dedicaban a los quehaceres domésticos, como el lavado
de la ropa en los lavaderos o el cuidado de los niños, mientras los hombres
gestionaban su colocación en la Oficina de Trabajo. Se habían dispuesto turnos
de almuerzo de hasta mil personas cada uno. Al toque de una campana los
inmigrantes se agrupaban en la entrada del comedor, donde un cocinero les
repartía las vituallas. Luego ellos se instalaban a lo largo de las mesas a
esperar su almuerzo. Este consistía, generalmente, en un plato de sopa
abundante, y guiso con carne, puchero, pastas, arroz o estofado. A las tres de
la tarde a los niños se les daba la merienda. A partir de las seis comenzaban
los turnos para la cena, y desde las siete quedaban abiertos los dormitorios.
Cuando llegaban al hotel, se les entregaba un número que les servía para entrar
y salir libremente, y conocer de a poco la ciudad. El alojamiento, gratuito, era
por cinco días, por reglamento, pero generalmente se extendía por caso de
enfermedad o por no haber conseguido un empleo.

Puerta del
hotel de inmigrantes.
Tras hacer aduana, los inmigrantes cruzaban la verja
que separaba el embarcadero de la plaza por una callejuela interior y llegaban
al hotel. Por un tendido de vías, el equipaje era trasladado en zorras hasta un
depósito.

El
hotel de inmigrantes se trata de una construcción de hormigón
armado, con un sistema de losas, vigas y columnas de ritmo uniforme, que dio
como resultado espacios amplios dispuestos a ambos lados de un corredor central. Totalmente pintado de blanco, se acentuaba en todos los ámbitos la sensación
de amplitud y luminosidad.


Dormitorio de mujeres en
uno de los pabellones del Hotel de Inmigrantes.
Había cuatro dormitorios por piso,
lo que significa que en el hotel podían dormir cuatro mil
personas.
El primero, segundo y tercer piso correspondían a
los dormitorios, donde estaban las camas marineras de cuero crudo. Los
comedores, como los baños –en todas las plantas– y los dormitorios, estaban
separados por sexos.
En los pisos superiores se distribuían doce habitaciones para 250 personas cada
una, salas de descanso y servicios sanitarios.
FOTO 1912


Pabellón para mujeres y niños en el Hotel de Inmigrantes, 1919.
(Archivo General de la Nación)


Galpón hotel



Declarado Monumento
Histórico Nacional en 1990, el hotel resulta un lugar más que emotivo para ir a
buscar nuestras raíces. Después de todo, allí pasaron sus primeros días en la
Argentina la mayor parte de los inmigrantes que llegaron entre 1911 y 1953. (FOTO 1890)


Movimiento de barcos en la
Dársena Norte. Al fondo, vista del Hotel de Inmigrantes. 1912.
haga click en la imagen para ampliar
varias
fotos)))

1890- Vehículo para el
transporte de equipajes de los inmigrantes.


En la planta baja se ubicaban la cocina y el comedor para mil personas, con
mesas de mármol de Carrara y ventanales abiertos a los jardines. Dentro de la disciplina del Hotel figuraba la
enseñanza de labores agrícolas, para los hombres, y domésticas, para las
mujeres. En el comedor se dictaban conferencias sobre historia, geografía y
legislación argentinas.


El comedor separados hombres de mujeres.
Mucho personal uniformado cuidando.


cocinas


Inmigrantes recién llegados
ingresando al Hotel de Inmigrantes.

foto
1925-
En la planta baja
también funcionaba una sucursal del Banco de la Nación Argentina, cuyo propósito era el
de facilitar a los inmigrantes las operaciones de cambio.


Servicio de Hidrografía
Naval en Dársena Norte,
detrás del Hotel de los
Inmigrantes, demolido en la década de 1960.


1939- Los últimos buques de
pasajeros, antes de la guerra.
Frente
al hotel inmigrantes se observa Servicio de Hidrografía
Naval en Dársena Norte,
detrás del Hotel de los
Inmigrantes, demolido en la década de 1960.
El hotel estuvo activo hasta fines de la
década del 40.
 
 


¿Por qué millones de habitantes de diversas naciones europeas se vieron
compelidos a abandonar sus países de origen desde las primeras décadas del Siglo
XIX, en una dimensión que no tenía precedentes?
Una primera razón fue el crecimiento de la
población. Durante siglos, las altas tasas de natalidad habían sido
contrarrestadas por altas tasas de mortalidad, debidas a las hambrunas, a las
enfermedades endémicas y epidémicas -viruela, peste bubónica, tuberculosis- y a
las guerras. Los rendimientos de la agricultura fueron muy bajos hasta el Siglo XVIII, y ponían un primer límite al incremento demográfico. Las tasas de
mortalidad infantil eran muy altas, y las condiciones sanitarias deficientes.
Enfermedades que hoy son benignas eran mortales, y la tuberculosis era una de
las principales causas de muerte en la población joven. La mortalidad se
incrementaba en los períodos de malas cosechas, y sobre todo con las epidemias.
Buenos Aires tenia algo menos de 50 mil habitantes cuando
comienza nuestra historia en 1810. En la época Rivadaviana en 1820 tenia entre
55 y 60 mil habitantes. En la siguiente década, la época rosista, sumaba mas de
65 mil (1838) y luego de Rosas en 1855 se contaba con mas de 90 mil habitantes.
En 14 años el censo de 1869 sumaba 190 mil habitantes y en el segundo censo de
1895 se había triplicado la suma llegando a mas de 670 mil habitantes. Para el
primer centenario 1910 el censo municipal superaba el millón trescientos mil
habitantes. Mitre y Sarmiento fueron dos presidentes que alimentaron la
inmigración.
Los
inmigrantes entre los años 1854 y 1914 le cambiaron la cara a la Argentina. Fueron
mas de cinco millones de extranjeros. El 14 % del movimiento migratorio del
mundo fueron recibidos por nuestro país. En 1856 llegaron 5820 inmigrantes de
los cuales 2738 fueron Italianos. La ley Nacional llamada Ley Avellaneda definió
las condiciones de su instalación en el país. Tanto Sarmiento como Alberdi
tenían la idea que la inmigración contribuía al desarrollo y progreso de nuestro
país.
A fines de 1890 Argentina lanza su plan de
inmigración, el cual consiste en pagar los pasajes, lo que trae como
consecuencia que desde 1891 hasta 1896 unos 10.000 judíos emigren a Buenos
Aires, Entre Ríos y Santa Fe.
La clase obrera Argentina fue formada por inmigrantes, cuya mayoría se instala
en la ciudades. Muchos se convierten en asalariados de la ciudad o del campo.
Hacia fines del Siglo XIX los pasajes marítimos eran
relativamente accesibles, y el tiempo de viaje entre los puertos europeos y el
de Buenos Aires se había acortado sensiblemente. En la década de año 1830 cruzar
el Atlántico en barcos a vela desde los puertos italianos de Génova o Livorno
insumía no menos de cincuenta días. Con la aparición de los barcos a vapor el
tiempo del viaje se redujo a menos de la mitad, es decir entre 18 y 24 días.
Estas condiciones podían modificarse a causa del mal tiempo o de desperfectos
técnicos, lo cual alargaba la duración del trayecto.
El conventillo ocupa un lugar básico en la conformación social de Buenos Aires.
Significó miseria y promiscuidad. Francisco Seeber, intendente de la Capital
(1886-1890), dijo que había en la ciudad 3.000 conventillos donde viven 150.000
habitantes, todos construidos en flagrante oposición a las ordenanzas vigentes,
donde la gente vive apiñada tradicionalmente, violando las reglas de la higiene
y la moral. Perpendicular al Desembarcadero, la avenida central conectaba el
complejo con el ferrocarril que distribuía a los inmigrantes por el país. En
enero de 1911, el complejo fue inaugurado por el Presidente Sáenz Peña.
Los conventillos se convierten en un gran negocio. Las habitaciones llegan
a costar ocho veces mas que un alquiler en Londres o en Paris. El aumento de
alquileres desata la huelga. Los inquilinos del conventillo "Los cuatro diques"
ubicado en Ituizangó
239 en Barracas
fue el centro de la primera huelga
de inquilinos de la historia Argentina.
En 1907 había estallado la huelga de inquilinos como consecuencia del
hacinamiento, de los altos alquileres, la falta de higiene y ciertos abusos
cometido por propietarios como la exigencia de 3 meses de depósito.
En pocos días 500 conventillos se
sumaron a la protesta. Los huelguistas en su mayoría mujeres y niños resistían
con piedras y escobazos a la más dura represión policial. Hoy el edificio
tapiado y con graffiti aún resiste a través de los años, como mudo testigo de la
durísima y desigual lucha de los más humildes. El conventillo de las 14
provincias ubicado en Piedras entre Cochabamba y Garay albergó
a mas de 200 familias. Tres cuarta parte de la población vivía en conventillos.
La
primera guerra mundial desatada en 1914 provoca un fuerte impacto en la economía
Argentina, dado a que gran Bretaña, Alemania, Bélgica y Francia formaron parte
del conflicto internacional.
Allí se frena el ingreso de capitales, disminuye la exportación, y por ende se
reduce la cantidad de barcos que circulaban entre Europa y Sudamérica. La crisis
significó para Argentina escasez de
empleo. En 1917 el 20% de la población activa esta desocupada. Al
finalizar la guerra comienza la recuperación económica. La guerra llega a su fin
en noviembre de 1918. Estados Unidos no fue un pais tan afectado por la guerra a
pesar que en 1921 sufre una crisis financiera.
De los inmigrantes llegaron hasta nuestros dias las alpargatas y la boina,
traídos por los vascos franceses. Los vascos ademas de aparecerse con
su boina, su ancho pantalón, su andar especial, su aire satisfecho, formando,
notable contraste con el resto de la población, que vestía la librea que Rosas
nos había impuesto, a extremo de que ver un hombre, era ver a todos, en cuanto
al traje. Sólo después de caído Rosas, tomó nuestro país el aspecto cosmopolita
que hoy presenta, tanto en traje como en costumbres. Los vascos eran una
magnífica inmigración, compuesta, en su mayor parte, de hombres atléticos,
honrados y laboriosos, dedicándose entonces casi todos ellos a trabajos de
saladero. Más tarde, fueron más variadas sus ocupaciones, haciéndose labradores,
lecheros, horneros, etc. Algunos se ocuparon como picadores en las tropas de
carreta, habiendo llegado hoy muchos a ser dueños de tropas bien organizadas,
con peones vascos también; haciendo largas travesías en nuestra campaña, tan
familiarizados ya con esta clase de trabajo como el hijo del país.
La constitución nacional de
1853, el articulo 20 explicitaba que todos los extranjeros gozaban de todos los
derechos civiles de los ciudadanos. O sea que los inmigrantes podían
naturalizarse. En 1869 durante la presidencia de Sarmiento se promulga una nueva
ley que decía que toda persona nacida en territorio Argentino sea cual fuere la
nacionalidad de los padres fueran considerados Argentinos. Hubo que
esperar hasta 1876 para que se dicte la conocida Ley Avellaneda y asi se duplico
rápidamente el numero de inmigrantes.


Museo Nacional
de la Inmigración - Ex Hotel de Inmigrantes-
La Dirección Nacional de Migraciones
de la República Argentina, ofrece a usted el material con que cuenta el Museo
Hotel de Inmigrantes y lo invita a integrarse como participante activo del
mismo. Descubra y admire cómo llegaron sus antepasados y cómo fueron sus
primeros pasos en nuestro país.
Información General del Museo:
Coordinador del Programa Complejo Museo de la Inmigración:
Arq. Sergio Sampedro
Horarios de Secretaría: Lunes a Viernes de 9: 00 a 16:
00 hs
Horarios del Museo: Lunes a Viernes de 10:00 a 17:00 hs
Sábados y Domingos: 11:00 a 18:00 hs
Días Feriados: Cerrado
Teléfono: (011) 4317- 0285 - Secretaría
E mail:
museodelainmigracion@migraciones.gov.ar
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