Harrods
La
construcción tiene un subsuelo con cocheras, seis pisos y una terraza: cuenta
con una superficie cubierta de 41.546 metros cuadrados. Aunque venida a menos
por las dificultades económicas, es un lujo arquitectónico: en su interior hay
escaleras de mármol, pisos de cedro y ascensores de hierro forjado.
La publicidad
definía a la tienda como "palacio de venta" o "imperio de la elegancia". En la
puerta había siempre un enano de uniforme verde, que le abría la puerta a los
clientes.
Llegaron a tener más de 30 sucursales. Todo un
emporio.
Sus locales se transformaron en referencia obligada por su surtido, su calidad y
el servicio al cliente, que un ejercito de empleados atendía con comprobada
profesionalidad.
Las ambientaciones de Harrods marcaron una época. En sus salones los porteños
conocieron un ómnibus de dos pisos traído desde Londres y vieron una réplica del
"Patio de los Leones de Granada".
Tenia
boisserie importada, arañas de alabastro. En 1914 facturó 50 millones de
dólares.
Había otras grandes tiendas en Buenos Aires: Gath & Chaves, La Piedad, Mac Hardy
Brown, La Imperial etc.
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(fotos panorámicas)
En
las vidrieras que daban a la calle se representaban todo tipo de películas con
maniquíes vestidos como las estrellas de Hollywood.
Lo que el
viento se llevó representado en las vidrieras de Harrod´s 1940.
Los salones y amoblamientos era lo mejor
de nuestra ciudad. El primer dia concurrieron a hacer compras mas de 15 mil
personas. Los ascensores tenían capacidad para 20 personas. Contaban 2000
empleados. Se adquiría allí indumentaria, vajilla de porcelana inglesa,
perfumes, pianos, joyas, sedas, zapatos, libros, bombones y todo tipo de
comidas.
Símbolo de aquella época cuando a la Argentina se la conocía
como el "granero del mundo", en las tiendas Harrods las señoras de buena
posición económica se citaban en el salón de té del último piso después de
terminar su ronda de compras: loza inglesa firmada, carteras, e indumentaria de
primer nivel. Lo más chic, lo último del pret à porter estaba en esta tienda
departamental que se transformó en un ícono de la Ciudad.
Mucho
antes de que los shopping invadieran la ciudad, el escritor Manuel Mujica Láinez
logró que le regalaran el caballito de madera sobre el cual le cortaban el pelo,
de chico, en la tienda. Signo de otros tiempos.
En los diferentes
departamentos de sus lujosos interiores era posible adquirir una lista
inimaginable de productos de diversos rubros, desde la ropa de confección hasta
productos de rotisería, discos o
vajilla con el logotipo de la tienda en el reverso, ya que fue pionera en
comercializar marcas propias y en apoyar sus ventas con una acertada e intensa
publicidad.
Las compras eran remitidas al domicilio del cliente, gracias a un eficiente
sistema de carros y triciclos primero, de camionetas después. Y si residían en
el interior, en aquellos sitios donde no existiera sucursal de la firma, también
allá les llegaban, junto con los completos catálogos, que ofrecían amplia
variedad de opciones de compra.
Las prendas era exhibidas sobre maniquíes con cabezas de cera y cabellos
naturales.
La inolvidable peluquería estaba en el subsuelo.
Curiosamente Adolfo Bioy Casares se cortaba el pelo y Jorge Luis Borges tomaba
el té.
En la peluquería de caballeros se
daban cita los políticos conservadores para tramar estrategias en el marco del
lujoso edificio. Construida como un baño romano y totalmente revestida en
mármoles de carrara blancos con veteados grises y negros. El lugar fue cerrado y
abandonado intacto: allí están los inmensos sillones blancos, con sus pies
ornamentados en hierro de colada, los autoclaves y calentadores de toallas,
hasta los ventiladores de palas de bronce y los espejos con marco de metal. Los
lavabos eran de mármol de Carrara, los grifos de bronce modelo camarote de tren
inglés y los espejos biselados.
Uno de
sus lugares emblemáticos era el tea room del octavo piso, punto de encuentro de
la alta sociedad. Allí se dieron cita muchas personalidades de la época, entre
otras, Sarah Bernardt, Anatole France y Eduardo VIII, príncipe de Gales. Otro
lugar de rigor para la visita era la terraza donde en verano se tomaba té helado
mientras se observaba la magnífica vista de las grandes edificaciones del centro
porteño, con el telón de fondo del Río de la Plata. Fue centro de reunión de la
aristocracia porteña y la burguesía ascendente que esperaban con ansiedad las
novedades que dictaba la moda europea, cuya puerta de ingreso era la tienda. El
té con masas fue un rito.
Uno de sus tantos negocios fueron los discos,
aunque las grabaciones no se hacían en la Argentina, sino en Francia. Los
primeros aparecen en 1907, ocasión en que algunos de sus intérpretes, Ángel
Villoldo y el matrimonio Gobbi, viajan a París. La tienda Gath & Chávez dejó de
funcionar en febrero de 1974, después de 91 años de progreso y gloria, la más
famosa de las grandes tiendas de la Argentina desaparece.
Vidrieras
en 1976.
Contaba
con una entrada de cierta importancia en la ochava de la esquina que hacen la
calle San Martín y la Avenida Córdoba, y en el subsuelo poseía un
estacionamiento. El estacionamiento, que estuvo funcionando como negocio
concesionado abierto al público, con entrada para los vehículos por una rampa
que da a la avenida Córdoba, cerró sus puertas recientemente. Sus ventanales
sobre Córdoba y San Martín, extensión realizada en 1920, que prolongó el
comercio hasta la calle Paraguay, después de atravesar la cortada Tres
Sargentos, lucen ahora sucios y despoblados. En esta esquina de Córdoba y San
Martín y más arriba sobre la misma calle siguen en pie las puertas de roble,
vidrio biselado y grandes manijones de bronce originales. Todos los frentes
exhiben todavía, en mejor o peor estado, broncerías y columnas de pinotea,
sostenes de toldería de bronce –con las recordadas coronas de laurel– y logos en
metal.
El sueño dorado un dia terminó...
En 1922, Harrods se fusionó con la otra gran tienda porteña, fundada en 1883 por
Adolfo Gath y Lorenzo Chaves. En mayo de 1970 ambas fueron adquiridas por
Almacenes Argentinos. Fue el fin de Gath y Chaves, que bajó la persiana.
En 1977, los grupos Perez Companc y Tornquist compraron el paquete accionario de
Almacenes Argentinos.
Una sala
de lectura ponía a disposición de los clientes diarios y revistas de la capital
y también periódicos del exterior.
Foto de
las tiendas Harrod´s sobre Avenida Córdoba esquina 25 de Mayo en 1972
Foto de
las tiendas Harrod´s sobre Avenida Córdoba hoy
Su
majestuoso restaurante estaba en el tercer piso siendo el mas exclusivo de la
ciudad durante décadas.
Harrods se deterioró desde los años de la
hiperinflación y no volvió a recuperarse. Paulatinamente, fueron cerrando cada
uno de los siete pisos que se levantan sobre la manzana de Florida, San Martín,
Córdoba y Paraguay. De su salón de ventas, y los ascensores de hierro forjado,
sólo quedó en funcionamiento parte de la polvorienta planta baja.
Cerró en 1998 y aunque hubo un intento de regreso en 2003, no funcionó.
Generaciones enteras llegaban especialmente a la esquina de Florida y Córdoba
—una de las más elegantes de la ciudad— para admirar el Papá Noel que todas las
Navidades era la atracción de la tienda.
Según explicaron en la
Subsecretaría de Patrimonio porteña, "cualquier modificación que se quiera hacer
en el edificio primero debe ser autorizada por la Ciudad, y no se puede realizar
ninguna obra que altere la esencia de la construcción".
IMPORTANTE
La
señora Violeta Gath de las tiendas
Gath &
Chaves
fue la primera mujer que tuvo licencia para conducir automóvil en 1912.
El terror que le
infundía la posibilidad de ser enterrado vivo a Alfredo Gath (una de las
mitades de la tienda Gath & Chavez): en su bóveda, erigida en 1936, se
había mandado a instalar un sistema eléctrico que descansaba entre las
manos del cadáver, y que permitía que se abriera el ataúd y la puerta
del sepulcro en caso de necesidad. Fue retirado porque, a esta altura,
evidentemente ya no hace falta. Sarmiento hizo una legislación sobre la
obligación de mantener los cajones abiertos en el velorio: el cuerpo
debía tener atado a la muñeca un cordel que llegaba hasta una campanita:
en caso de moverse el cuerpo, sonaba.
En la puerta había siempre un enano de uniforme verde, que le abría la puerta a
los clientes. Las ambientaciones de Harrods marcaron una época. En sus salones
los porteños conocieron un ómnibus de dos pisos traído desde Londres y
vivenciaron una réplica del Patio de los Leones de Granada. También hubo un
elefante de la India (vivo) en la exposición dedicada a Inglaterra.
Uno de sus
lemas no mentía (ni siquiera exageraba): "Lo que usted quiera, Harrods lo tiene,
lo hace o se lo consigue".
El centro comercial cerró en 1998 y el edificio, de 58000 m² -que se encuentra
en la calle peatonal Florida 877- está cerrado desde ese momento, aunque ha sido
abierto esporádicamente para algunas exposiciones. En 2003 se realizó el ciclo
Gallery Nights, y en 2008 y 2009 fue sede del Festival de Tango de Buenos Aires.
Varias veces se
anunció la reapertura del lugar, que lleva el sello de la Belle époque y que se
inauguró en Buenos Aires cuando Argentina era, en 1914, la sexta economía del
mundo. Lo cierto es que el edificio —declarado patrimonio histórico de la
Ciudad— lleva 8 años con sus puertas cerradas. Esquivó diversos pedidos de
remate por deudas impagas. Y al mismo tiempo dio batalla judicial y ganó en los
tribunales ingleses para retener la licencia de la marca Harrod's. Su rival era
el ex suegro de Lady Di, el multimillonario árabe Al Fayed, dueño de la Harrod's
inglesa.
Harrods tenía sede en Mar del Plata en San Martín 2236.
Centenario de 1910. Se trataba de un período de creciente presencia de
inversiones británicas en nuestro país, donde ferrocarriles, bancos y compañías
financieras; consolidaban la vinculación económica establecida entre ambos
países.
La famosa mueblería "Thompson Muebles" se especializaba en estilos
ingleses -Chippendale, Adam, Sheraton, Happlewhite, Elizabethan, Tudor, Jacobean
y Ann Queen, pero especialmente Chippendale, también en menaje fino como la
porcelana Wedgwood- fue la punta de lanza en Argentina de los accionistas de
Harrod´s para ver que pasaba en estos pagos. Fue tal el éxito que en menos de un
año llaman a suscripción de acciones en la bolsa de Londres para la apertura y
construcción de una sucursal en CABA, una vez reunido el capital, compran el
lote lindero y comienza la construcción de la tienda. Ello explica que tomando
el último paño del local de la mueblería como referencia, luego construyen el
arco central y prácticamente duplican la fachada de Thompson hacia el lado de
Paraguay.
La tienda fue escenario de
la famosa película Vendedora de fantasías, protagonizada en 1950 por
Mirtha Legrand y Alberto Closas, dirigida por Daniel Tinayre. Parte
de los interiores fueron filmados en la tienda Harrod’s de Buenos Aires.
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