HOTEL

 

LAS

 

 DELICIAS

 

Arcón de Buenos Aires

 

 

 

Hotel "Las Delicias"

 

Demolido a fines de los años 1950, en su solar se alzan actualmente el Colegio Nacional, locales comerciales, residencias y el Pasaje La Delicia.

 

En el año 1862, el Sr. Esteban Adrogué, importante comerciante del vecino Pueblo de la Paz (Lomas de Zamora), compra gran parte de la tierra, de lo que es el casco urbano de la localidad a Tomás Paredes, con el fin de establecerse. Por este motivo manda plantar árboles frutales en una amplia zona. El hotel fue inaugurado el 1 de diciembre de 1872 luego de que Esteban Adrogué diera este nuevo destino a su hasta entonces vivienda, respondiendo a la necesidad de instalarse de las familias pudientes que se acercaban a este pueblo con el propósito de edificar casas de campo, y al deseo de Don Esteban de convertirlo en una villa veraniega.

 

 Años mas tarde inicia la construcción de dos edificios; uno para habitar con su esposa y sus hijos solteros y otro para sus dos hijas casadas, Dolores y Sofía. Estas primeras construcciones de Esteban Adrogué fueron conocidas con el nombre de Hotel “La Delicia” y “La Cucaracha” por su construcción ancha y chata. El primero ocupaba las manzanas donde ahora está el Colegio Nacional Almirante Brown y fué demolido a fines de la década del ’50. El otro, “La Cucaracha”, hoy es edificio histórico, sede de la Secretaría de Educación y Cultura de la Municipalidad de Almirante Brown.

 

LA CUCARACHA: Es una casona de estilo suizo, que hizo construir Don Esteban Adrogué para sus hijas: Sofía y Dolores. Dadas sus características arquitectónicas, los habitantes del pueblo la denominaron “La Cucaracha”. En ella funcionó el primer gobierno municipal y luego la primer comisaría. Esta ubicada en Av. Espora y Diagonal Brown.

 

 

Tal vez, fueron la soledad y la distancia las que hicieron que el edificio no fuera utilizado para lo cual había sido construido, y como las hijas de Adrogué no se mudaron definitivamente a la casona suiza, La Cucaracha fue rifada por su dueño en 1873. Para concretar este propósito, Don Esteban hizo imprimir en Italia los bonos. Se jugaron 1750 números, el billete costaba 200 pesos de la época. El premio mayor era la casona, cuyo precio en momentos de la rifa era de 350.000 pesos, además de 20 premios de $1.000.


Así, en 1873, el Hotel "Las Delicias", era un refugio de veraneo preferencial de ilustres personajes de nuestra historia. Visitar el lugar, alojarse en dicho edificio era una distinción muy valorada en la época. Sarmiento, presidente de los argentinos desde 1868 a 1874, fue uno de los que supo gozar de sus comodidades, pudiendo comprobar la razón que tuvo aquel amigo de Esteban Adrogué, el Sr. Ochoa que, eufórico ante ese esplendor, exclamara su famoso "esto es una delicia", dando motivo así para que Don Esteban encontrara el nombre apropiado para ese lugar de descanso.

 

El Político Carlos Pellegrini era uno de sus asiduos concurrentes veraniegos e, incluso llegó a festejar allí sus Bodas de Plata con Carolina Lagos, ofreciendo un baile en el verano de 1896. Otro visitante Ilustre fue Domingo Faustino Sarmiento, cuando en 1873, por entonces siendo Presidente de la nación, visitando el estanque de agua de La Delicia, quedo fuertemente impactado por su belleza, y dispuso inmediatamente donar unos cuantos ejemplares de peces de cultivo, al dueño señor Esteban Adrogué. El Presidente envió una variedad proveniente de arroyos y lagos de Norteamérica, entre los ejemplares había peces carpa, muy apreciados por los gourmets.

 


Este lugar no era solo para pasar las vacaciones sino que también se constituyó en un espacio cultural que reunía a celebridades como Jorge Luis Borges. Con la demolición de Las Delicias, ese terreno pasó a formar parte de una galería comercial. Como queriendo vencer al destino, años más tarde se construye el Cine Adrogué. Después de tres décadas, el cine cerró sus puertas y se convirtió en el Adrogué Plaza Shopping. Cinco años más tarde este centro comercial no pudo subsistir; terminó abandonado y parte de un sector destruido a causa de un incendio.

 

 

Las instalaciones del hotel La Delicia, originalmente residencia de verano de Esteban Adrogué, han cobijado a numerosas celebridades durante su época de esplendor, entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX. La construcción, en lo que poco después sería llamado Adrogué -en realidad, Almirante Brown-, permitió que tanto familias como parejas encontraran en él un refugio, un oasis de tranquilidad y hoy diríamos un pulmón ecológico, con buena cocina y a pasos del "Centro".

 

 

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 (fotos panorámicas)

 

 La Municipalidad de Almirante Brown compró este edificio para transformarlo en un admirable centro cultural. De esta manera, la Casa Municipal de la Cultura cierra un ciclo de historia donde la cultura es la ganadora.


 

 

 

 

 

Siguiendo la costumbre de la época, Esteban Adrogué compra una fracción de terreno cercana a las vías al Sr. Manuel Fernández y la dona a la empresa del Ferrocarril del Sud, en el año 1871. Solicita también que se le imponga el nombre de Almirante Brown, pero esto no pudo ser posible debido a la existencia de otra estación con ese nombre, quedando como ESTACIÓN ADROGUÉ, de acuerdo a la costumbre de la empresa de poner el nombre del donante.

 

 

Foto 1895-A los bailes en este hotel se trasladaba gente desde la capital y luego se volvían en trenes especiales a las dos de la madrugada. Luego este hotel tuvo un rival: El Tigre hotel que le quito su distinguida clientela. A Las Delicias iban Carlos Pellegrini, los Martín y Herrera, González del Solar y Padilla, mientras que el Tigre Hotel era el predilecto de Jorge Newbery, Mitre, Roca, Roque Sáenz Peña y las familias de Cazón, Irigoyen, Figueroa Alcorta y Elizalde. En 1882 se subdivide y remata la propiedad.

 

 

Bailes de carnaval

 

A fines del siglo XIX y primeras décadas de 1900 los corsos sobraban y alcanzaron su máxima popularidad. Los había en casi todas las calles principales de Buenos Aires. También en las ciudades aledañas. Predominaban en el Centro, pero los había en Flores, en Belgrano, Barracas, La Boca, Parque Patricios. También en el resto del Gran Buenos Aires. Uno muy importante era el de San Fernando, y se destacaban los de Adrogué, Lomas de Zamora, Avellaneda, Morón y San Isidro, este ultimo corso se llevaba a cabo en las calles Cosme Beccar, Belgrano, 9 de julio, 25 de mayo, hasta Primera Junta.

 

En estos tiempos estaba prohibido jugar con agua, solo se podía arrojar "papel cortado, flores, serpentinas y laminillas de mica". Esto no quiere decir que no se jugara con agua, se siguió haciendo a pesar de todas las prohibiciones, pero por lo menos con menos violencia. Se solía dejar caer bolas de papel mojadas desde los balcones o azoteas sobre la gente, a veces sujetas con hilo para volver a utilizarla.

 

Grandes grupos de máscaras llevaban la alegría a la gente por todos lados. Se disfrazaban pintorescamente, se podía ver a la princesa, los príncipes y condes y al gracioso y simpático "oso Carolina", el cual realizaba piruetas. Los carruajes eran siempre lujosos, pero la gente esperaba con ansia la llegada de las sociedades corales y musicales. También estaban los "clowns" o payasos, que ejecutaban difíciles pruebas gimnásticas. Luego surgieron los grupos de máscaras caricaturescas que divertían con sus números y vestimenta graciosa.

 

Y por estos años comenzaron a tener importancia los bailes. Se realizaban a continuación de los corsos en teatros, instituciones sociales, hoteles y residencias particulares. Por lo general eran de disfraces, y se bailaban polcas, valses, etc. Algunos de los teatros hasta tenían un servicio mediante el cual los concurrentes podían cambiar de disfraz cuantas veces quisiesen. Uno de los más famosos lugares de baile fue el "Club del Progreso", fundado en 1852. Era un triunfo social poder participar de sus bailes, ya que había una rigurosa selección de invitados. Fuera de la Capital los mas conocidos eran los del "Tigre Hotel" los del "Hotel de San Isidro", también en la ultima localidad eran famosos los bailes de Francisco Bustamante, o las suntuosas veladas que organizaba Alfredo Demarchi en su palacio de San Fernando, los de Morón, Lomas de Zamora y, los del hotel Las Delicias en Adrogué.

 

 También estaban los bailes del Club de Flores, los del hotel "Carapachay" de San Fernando. Otros bailes famosos eran los organizados por una comisión de vecinos en los salones de la Municipalidad al finalizar el corso de la calle Corrientes. En casi todos los clubes barriales había bailes en carnaval, tanto en la Capital como en el Gran Buenos Aires.

 

 

baile de mascaras 1905

 

 

En la Plazoleta del Pasaje Las Delicias se encuentra la efigie de Diana, una de las dos estatuas que originalmente enmarcaban el acceso principal a Castelforte y con posterioridad adornaban el Hotel "Las Delicias". Esta magnífica escultura que hoy reposa herida y enjaulada en medio de la plazoleta del personaje La Delicia colocada allí por Los Nativos por el año 1958. No sólo perteneció al místico Hotel (junto a su par de la diosa "Flora", hoy desaparecida) sino que su asiento era "Castelforte". Según se puede observar en el álbum familiar de la familia Canale, éstas efigies de divinidades romanas paganas daban la bienvenida al traspasar el Portón de entrada de la quinta por Plaza Espora. Actualmente esta estatua se encuentra enjaulada en el medio de la plazoleta La Delicia.

 

 

 

Vida de Esteban Adrogué

 

Esteban Adrogué (2 de septiembre de 1815 – 1903), ciudadano argentino nacido en la Ciudad de Buenos Aires, fue fundador de la ciudad de Adrogué, ubicada en el sur del Gran Buenos Aires. Hijo de Don José Ramón Adrogué y de Doña Petrona Portela. Su padre, valenciano, se dedicó al comercio, actividad que también él desarrollaría en el ramo de suelas, adquiriendo una sólida posición económica. Dedicó su vida al comercio y acumuló una importante fortuna, que le permitiría convertirse en un pionero de la urbanización de la zona sur del Gran Buenos Aires.  Don Esteban Adrogué quiso que la villa que llevaría su nombre se destacara de las demás, por lo cual la dotó de un original trazado e hizo forestar sus calles, logrando que se convirtiera en centro de veraneo de la aristocracia porteña entre 1872 y 1920.  El 12 de abril de 1837 se casó con Isidora Amestoy Arnais y Pinazo, dama de la sociedad porteña.  Esteban Adrogué falleció en 1903. Actualmente un monumento en su honor se alza en la plaza que lleva su nombre, en el centro de la ciudad de Adrogué. Sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires.

 

 

 

 

  La familia Borges pasaba la temporada estival en la casona de Plaza Almirante Brown 301, domicilio registrado en el aristocrático Libro azul de los tiempos en que el hotel Las Delicias desbordaba de veraneantes.

 

Antes cuando la gente veraneaba no existía aire acondicionado ni bebidas gaseosas frescas, ni heladeras no se conocía el hielo como articulo de consumo. No había telas de verano, ni se conocían las chombas ni vestidos frescos y livianos para mujeres.

 

  La ciudad de Adrogué no existió como tal hasta el 29 de diciembre de 1998, día en el que a través de una ley de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires adopta este nombre en reemplazo del de ciudad de Almirante Brown, denominación oficial desde la fundación de la cabecera del partido del mismo nombre.

 

  El Partido de Almirante Brown contaba con tres líneas de tranvías a caballo: uno transitaba desde Mármol hasta Martín Arín, con un ramal que llegaba hasta el cementerio de Rafael Calzada, y era utilizado, alrededor de 1916, cuando los barriales provocados por las lluvias impedían el tránsito de las carrozas fúnebres de gente humilde; otra línea se desplazaba desde la calle Seguí, cerca de la estación Adrogué, hasta la cervecería Bieckert, en Llavallol, ya en 1912, con el objetivo de trasladar a los trabajadores de la empresa; la tercera, iba desde la estación de Temperley hasta la Madre María, en la calle 9 de julio, y curiosamente en su recorrido pasaba fugazmente por la calle Avellaneda de Adrogué.


 En el verano de 1935 el escritor Jorge Luis Borges, por entonces un oscuro bibliotecario de 36 años, estaba perdidamente enamorado de una señorita, que lo rechazó de un modo hiriente, y por ello decidió suicidarse. En una armería de Buenos Aires, lejana a su casa para que no lo reconocieran, compró un revólver, y en un almacén una botella de ginebra Bols. Luego, fue hasta la estación Constitución y sacó boleto para el primer tren hacia Adrogué, pasaje de ida solamente. Se alojó en el hotel La Delicia (fotos), que en esa época era uno de los lugares favoritos de los porteños de clase alta para pasar el verano. Eligió, con humor negro, la habitación 48 (Il morto qui parla) y pidió no ser molestado. Era febrero, el calor agobiaba y la lluvia caía a baldazos. Sin desvestirse, se acostó en la cama, en la zurda la botella de ginebra, que bebió entera, y en la diestra el revólver que se llevó a la sien y apretó el gatillo. Los nervios o el alcohol, o ambas cosas, hicieron que la bala sólo rozara su cabello, sin producirle ni un rasguño. Anochecía. Comenzó a llorar, tuvo miedo de sí mismo, vergüenza por el fracaso y supo que NO se mataría ese día. Salió tambaleante a la lluvia, con el revólver aún en la mano, lo tiró en un zanjón y volvió a su casa en Buenos Aires, en donde ocultó el episodio. Mucho después contó lo sucedido a su amigo Manuel Peyrou. María Esther Vázquez, también amiga de Borges, cuenta la anécdota en su libro: "Borges, esplendor y derrota". Vázquez consigna otro intento de suicidio, también frustrado, ocurrido en Madrid, en los años ’80. María Esther conoció a Borges en 1957, y de la larga y entrañable amistad que mantuvieron también surgieron múltiples obras en colaboración, como por ejemplo "Introducción a la literatura inglesa" y "Literatura germánicas medievales". Además, es autora de dieciséis libros, entre ellos, cuatro de cuentos, uno de poesías y tres sobre la obra de Borges.