Años
mas tarde inicia la construcción de dos edificios; uno para habitar con su
esposa y sus hijos solteros y otro para sus dos hijas casadas, Dolores y Sofía.
Estas primeras construcciones de Esteban Adrogué fueron conocidas con el nombre
de Hotel “La Delicia” y “La Cucaracha” por su construcción ancha y chata. El
primero ocupaba las manzanas donde ahora está el Colegio Nacional Almirante
Brown y fué demolido a fines de la década del ’50. El otro, “La Cucaracha”, hoy
es edificio histórico, sede de la Secretaría de Educación y Cultura de la
Municipalidad de Almirante Brown.
LA CUCARACHA: Es una casona
de estilo suizo, que hizo construir Don Esteban Adrogué para sus hijas: Sofía y
Dolores. Dadas sus características arquitectónicas, los habitantes del pueblo la
denominaron “La Cucaracha”. En ella funcionó el primer gobierno municipal y
luego la primer comisaría. Esta ubicada en Av. Espora y Diagonal Brown.
Tal vez, fueron la soledad y la
distancia las que hicieron que el edificio no fuera utilizado para lo cual había
sido construido, y como las hijas de Adrogué no se mudaron definitivamente a la
casona suiza, La Cucaracha fue rifada por su dueño en 1873. Para concretar este
propósito, Don Esteban hizo imprimir en Italia los bonos. Se jugaron 1750
números, el billete costaba 200 pesos de la época. El premio mayor era la
casona, cuyo precio en momentos de la rifa era de 350.000 pesos, además de 20
premios de $1.000.
Así, en 1873, el Hotel "Las Delicias",
era un refugio de veraneo preferencial de ilustres personajes de nuestra
historia.
Visitar
el lugar, alojarse en dicho edificio era una distinción muy valorada en la
época. Sarmiento, presidente de los argentinos desde 1868 a 1874, fue uno de los
que supo gozar de sus comodidades, pudiendo comprobar la razón que tuvo aquel
amigo de Esteban Adrogué, el Sr. Ochoa que, eufórico ante ese esplendor,
exclamara su famoso "esto es una delicia", dando motivo así para que Don Esteban
encontrara el nombre apropiado para ese lugar de descanso.
El Político Carlos Pellegrini era uno de sus asiduos
concurrentes veraniegos e, incluso llegó a festejar allí sus Bodas de Plata con
Carolina Lagos, ofreciendo un baile en el verano de 1896. Otro visitante Ilustre
fue Domingo Faustino Sarmiento, cuando en 1873, por entonces siendo Presidente
de la nación, visitando el estanque de agua de La Delicia, quedo fuertemente
impactado por su belleza, y dispuso inmediatamente donar unos cuantos ejemplares
de peces de cultivo, al dueño señor Esteban Adrogué. El Presidente envió una
variedad proveniente de arroyos y lagos de Norteamérica, entre los ejemplares
había peces carpa, muy apreciados por los gourmets.
Este lugar no era solo para pasar las vacaciones sino que también se constituyó
en un espacio cultural que reunía a celebridades como Jorge Luis Borges. Con la
demolición de Las Delicias, ese terreno pasó a formar parte de una galería
comercial. Como queriendo vencer al destino, años más tarde se construye el Cine
Adrogué. Después de tres décadas, el cine cerró sus puertas y se convirtió en el
Adrogué Plaza Shopping. Cinco años más tarde este centro comercial no pudo
subsistir; terminó abandonado y parte de un sector destruido a causa de un
incendio.
Las instalaciones del hotel La Delicia, originalmente residencia de verano de
Esteban Adrogué, han
cobijado a numerosas celebridades durante su época de esplendor, entre fines
del
siglo XIX y principios
del
siglo XX.
La construcción, en lo que poco después sería llamado Adrogué -en realidad,
Almirante Brown-, permitió que tanto familias como parejas encontraran en él
un refugio, un oasis de tranquilidad y hoy diríamos un pulmón ecológico, con
buena cocina y a pasos del "Centro".
haga click en la imagen para ampliar )))
(fotos panorámicas)
La
Municipalidad de Almirante Brown compró este edificio para transformarlo en un admirable centro cultural. De esta manera, la Casa Municipal de la Cultura
cierra un ciclo de historia donde la cultura es la ganadora.
Siguiendo la costumbre de la
época, Esteban Adrogué compra una fracción de terreno cercana a las vías al Sr.
Manuel Fernández y la dona a la empresa del Ferrocarril del Sud, en el año 1871.
Solicita también que se le imponga el nombre de Almirante Brown, pero esto no
pudo ser posible debido a la existencia de otra estación con ese nombre,
quedando como ESTACIÓN ADROGUÉ, de acuerdo a la costumbre de la empresa de poner
el nombre del donante.
Foto 1895-A los bailes en este hotel se
trasladaba gente desde la capital y luego se volvían en trenes especiales a las
dos de la madrugada. Luego este hotel tuvo un rival: El Tigre hotel que le quito
su distinguida clientela.
A Las Delicias iban Carlos
Pellegrini, los Martín y Herrera, González del Solar y Padilla, mientras que el
Tigre Hotel era el predilecto de Jorge Newbery, Mitre, Roca, Roque Sáenz Peña y
las familias de Cazón, Irigoyen, Figueroa Alcorta y Elizalde. En
1882 se subdivide y remata la propiedad.
Bailes de
carnaval
A fines del siglo XIX
y primeras décadas de 1900 los corsos sobraban y alcanzaron su máxima
popularidad. Los había en casi todas las calles principales de Buenos Aires.
También en las ciudades aledañas. Predominaban en el Centro, pero los había en
Flores, en Belgrano, Barracas, La Boca, Parque Patricios. También en el resto
del Gran Buenos Aires. Uno muy importante era el de San Fernando, y se
destacaban los de Adrogué, Lomas de Zamora, Avellaneda, Morón y San Isidro, este
ultimo corso se llevaba a cabo en las calles Cosme Beccar, Belgrano, 9 de julio,
25 de mayo, hasta Primera Junta.
En estos tiempos estaba prohibido jugar con
agua, solo se podía arrojar "papel cortado, flores, serpentinas y laminillas de
mica". Esto no quiere decir que no se jugara con agua, se siguió haciendo a
pesar de todas las prohibiciones, pero por lo menos con menos violencia. Se
solía dejar caer bolas de papel mojadas desde los balcones o azoteas sobre la
gente, a veces sujetas con hilo para volver a utilizarla.
Grandes grupos de máscaras llevaban la
alegría a la gente por todos lados. Se disfrazaban pintorescamente, se podía ver
a la princesa, los príncipes y condes y al gracioso y simpático "oso Carolina",
el cual realizaba piruetas. Los carruajes eran siempre lujosos, pero la gente
esperaba con ansia la llegada de las sociedades corales y musicales. También
estaban los "clowns" o payasos, que ejecutaban difíciles pruebas gimnásticas.
Luego surgieron los grupos de máscaras caricaturescas que divertían con sus
números y vestimenta graciosa.
Y por estos años comenzaron a tener
importancia los bailes. Se realizaban a continuación de los corsos en teatros,
instituciones sociales, hoteles y residencias particulares. Por lo general eran
de disfraces, y se bailaban polcas, valses, etc. Algunos de los teatros hasta
tenían un servicio mediante el cual los concurrentes podían cambiar de disfraz
cuantas veces quisiesen. Uno de los más famosos lugares de baile fue el "Club
del Progreso", fundado en 1852. Era un triunfo social poder participar de sus
bailes, ya que había una rigurosa selección de invitados. Fuera de la Capital
los mas conocidos eran los del "Tigre Hotel" los del "Hotel de San Isidro",
también en la ultima localidad eran famosos los bailes de Francisco Bustamante,
o las suntuosas veladas que organizaba Alfredo Demarchi en su palacio de San
Fernando, los de Morón, Lomas de Zamora y, los del hotel Las Delicias en
Adrogué.
También estaban los bailes del Club de Flores, los del hotel "Carapachay"
de San Fernando. Otros bailes famosos eran los organizados por una comisión de
vecinos en los salones de la Municipalidad al finalizar el corso de la calle
Corrientes. En casi todos los clubes barriales había bailes en carnaval, tanto
en la Capital como en el Gran Buenos Aires.
baile de
mascaras 1905
En la Plazoleta del Pasaje Las Delicias se encuentra la efigie de Diana, una
de las dos estatuas que originalmente enmarcaban el acceso principal a
Castelforte y con posterioridad adornaban el Hotel "Las Delicias". Esta
magnífica escultura que hoy reposa herida y enjaulada en medio de la plazoleta
del personaje La Delicia colocada allí por Los Nativos por el año 1958. No sólo
perteneció al místico Hotel (junto a su par de la diosa "Flora", hoy
desaparecida) sino que su asiento era "Castelforte". Según se puede
observar en el álbum familiar de la familia Canale, éstas efigies de divinidades
romanas paganas daban la bienvenida al traspasar el Portón de entrada de la
quinta por Plaza Espora.
Actualmente esta estatua se encuentra enjaulada en el medio de la plazoleta La
Delicia.
Vida de Esteban
Adrogué
Esteban
Adrogué (2 de septiembre de 1815 – 1903), ciudadano argentino nacido en la
Ciudad de Buenos Aires, fue fundador de la ciudad de Adrogué, ubicada en el sur
del Gran Buenos Aires. Hijo de Don José Ramón Adrogué y de Doña Petrona Portela.
Su padre, valenciano, se dedicó al comercio, actividad que también él
desarrollaría en el ramo de suelas, adquiriendo una sólida posición económica.
Dedicó su vida al comercio y acumuló una importante fortuna, que le permitiría
convertirse en un pionero de la urbanización de la zona sur del Gran Buenos
Aires. Don Esteban Adrogué quiso que la villa que llevaría su nombre se
destacara de las demás, por lo cual la dotó de un original trazado e hizo
forestar sus calles, logrando que se convirtiera en centro de veraneo de la
aristocracia porteña entre 1872 y 1920. El 12 de abril de 1837 se casó con
Isidora Amestoy Arnais y Pinazo, dama de la sociedad porteña. Esteban
Adrogué falleció en 1903. Actualmente un monumento en su honor se alza en la
plaza que lleva su nombre, en el centro de la ciudad de Adrogué. Sus restos
descansan en el cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires.
La familia Borges pasaba
la temporada estival en la casona de Plaza Almirante Brown 301,
domicilio registrado en el aristocrático Libro azul de los tiempos en
que el hotel Las Delicias desbordaba de veraneantes.
Antes cuando la gente
veraneaba no existía aire acondicionado ni bebidas gaseosas frescas,
ni heladeras no se conocía el hielo como articulo de consumo. No había
telas de verano, ni se conocían las chombas ni vestidos frescos y
livianos para mujeres.
La ciudad de Adrogué no
existió como tal hasta el 29 de diciembre de 1998, día en el que a
través de una ley de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires
adopta este nombre en reemplazo del de ciudad de Almirante Brown,
denominación oficial desde la fundación de la cabecera del partido del
mismo nombre.
El Partido de Almirante
Brown contaba con tres líneas de tranvías a caballo: uno transitaba
desde Mármol hasta Martín Arín, con un ramal que llegaba hasta el
cementerio de Rafael Calzada, y era utilizado, alrededor de 1916,
cuando los barriales provocados por las lluvias impedían el tránsito
de las carrozas fúnebres de gente humilde; otra línea se desplazaba
desde la calle Seguí, cerca de la estación Adrogué, hasta la
cervecería Bieckert, en Llavallol, ya en 1912, con el objetivo de
trasladar a los trabajadores de la empresa; la tercera, iba desde la
estación de Temperley hasta la Madre María, en la calle 9 de julio, y
curiosamente en su recorrido pasaba fugazmente por la calle Avellaneda
de Adrogué.
En el verano de 1935 el
escritor Jorge Luis Borges, por entonces un oscuro bibliotecario de
36 años, estaba perdidamente enamorado de una señorita, que lo
rechazó de un modo hiriente, y por ello decidió suicidarse. En una
armería de Buenos Aires, lejana a su casa para que no lo
reconocieran, compró un revólver, y en un almacén una botella de
ginebra Bols. Luego, fue hasta la estación Constitución y sacó
boleto para el primer tren hacia Adrogué, pasaje de ida solamente.
Se alojó en el hotel La Delicia (fotos), que en esa época era uno de
los lugares favoritos de los porteños de clase alta para pasar el
verano. Eligió, con humor negro, la habitación 48 (Il morto qui
parla) y pidió no ser molestado. Era febrero, el calor agobiaba y la
lluvia caía a baldazos. Sin desvestirse, se acostó en la cama, en la
zurda la botella de ginebra, que bebió entera, y en la diestra el
revólver que se llevó a la sien y apretó el gatillo. Los nervios o
el alcohol, o ambas cosas, hicieron que la bala sólo rozara su
cabello, sin producirle ni un rasguño. Anochecía. Comenzó a llorar,
tuvo miedo de sí mismo, vergüenza por el fracaso y supo que NO se
mataría ese día. Salió tambaleante a la lluvia, con el revólver aún
en la mano, lo tiró en un zanjón y volvió a su casa en Buenos Aires, en
donde ocultó el episodio. Mucho después contó lo sucedido a su amigo Manuel Peyrou. María Esther Vázquez, también amiga de Borges, cuenta la
anécdota en su libro: "Borges, esplendor y derrota". Vázquez consigna
otro intento de suicidio, también frustrado, ocurrido en Madrid, en
los años ’80. María Esther conoció a Borges en 1957, y de la larga y
entrañable amistad que mantuvieron también surgieron múltiples obras
en colaboración, como por ejemplo "Introducción a la literatura
inglesa" y "Literatura germánicas medievales". Además, es autora de
dieciséis libros, entre ellos, cuatro de cuentos, uno de poesías y
tres sobre la obra de Borges.
|